lunes, 3 de diciembre de 2007

¿QUE DEBEMOS ENTENDER CON IGUALDAD EN EDUCACION?

DR. NELSON CAMPOS VILLALOBOS

IGUALDAD EN EDUCACION
El término igualdad deviene del latín aequalis, que viene de aequus, por uniforme, parejo, justo, en el sentido de conformidad de dos o más cosas iguales; de uniformidad de las partes iguales de un todo. Como adjetivo, derivado del mismo término latino, significa que igual es de la misma naturaleza, cantidad o calidad que otra cosa. Correspondencia y proporción. La igualdad, en la historia escrita de la humanidad, se inicia como un problema político y posteriormente se hará filosófico. Efectivamente, en Grecia, en el año 508 a.C., cuando Clístenes hace su gran reforma, emplea el término isonomia en el sentido de igual repartición del poder y establece el de isogoría en el sentido de igualdad de palabra, democratizando el ejercicio del poder pues en virtud de ello ningún ciudadano está por sobre otro ni por sobre la ley que han consensuado ellos mismos. Aristóteles ha señalado que a personas desiguales corresponden cosas desiguales. También ha señalado que lo que varía son los criterios de igualdad en las personas: en la oligarquía es la riqueza y en la democracia es la libertad (ver la Etica Nicomaquea, V, 6). También con gran certeza y sabiduría Aristóteles ha señalado que la igualdad de bienes lleva consigo la igualdad de educación (ver Política, capítulo IV). M. Bunge (2002:261) entiende por igualdad como la ausencia de discriminación de raza y de género y como de igual oportunidad de acceso a la riqueza, la cultura y el poder político.
La igualdad de los ciudadanos se ve amenazada debido a una realidad inesperada: en toda democracia existe una sobre-representación parlamentaria de sujetos provenientes de los estratos más educados y de mayor nivel socioeconómico en desmedro de los otros estamentos societarios. Entonces, ¿de quienes son los intereses que se defienden en los parlamentos? Una visión superficial nos muestra que hay sectores sin voz, como los jubilados, los ancianos, los más pobres, los discapacitados, los desocupados y todos ellos parecen no existir en la sociedad pues nadie los toma en cuenta ni hay voluntad política para mejorar la situación de los marginados, que son sombras de su pasado por carecer de organizaciones que los representen. Por otra parte, ellos ni siquiera tienen el derecho a la desobediencia civil, pues no cuentan económicamente. Si bien no hay mejor sistema político que la democracia, corremos el riesgo que ella, como en Grecia, sea solamente un bien para los tienen el poder y que lo pueden hacer sentir en la comunidad. El riesgo evidente es que se puede pasar de la democracia a la aristocracia hereditaria: ¿No se advierte acaso como los políticos integran al poder a sus esposas e hijos y familiares? Es evidente y malo que exista el nepotismo, pero ninguno de los políticos lo denuncia porque a su vez cada uno de ellos está esperando su turno para disfrutar del poder y sus privilegios, entre los cuales está el ubicar a sus parientes en la burocracia administrativa y técnica, no solamente en el momento en que están brillando, sino que están pensando incluso en las futuras generaciones. El hecho filosófico es que si los grupos más favorecidos económicamente están efectivamente gobernando en una sociedad, se rompe el sentido de lo que es democracia, más aún si ese hecho deja sin participación a las minorías ya señaladas. Es lamentable que en aras de un ideal democrática los grupos políticos se confabulan con los económicos para detentar el poder por el mayor tiempo posible, lo que atenta contra la igualdad, lo cual fue muy expresado por G. Orwel en Rebelión en la granja, (1946) un libro que hay que leer. De todas maneras, hay que tener en cuenta en toda crítica a la democracia, que ésta es un ideal maravilloso, del gobierno del pueblo, y que lo que falla es el llamado sistema democrático, con lo cual dejamos sin objeción el verdadero sentido de igualdad que preconiza el concepto en discusión. En la literatura educacional, observamos que hay dos líneas teóricas: a) Los que sostienen que la educación es el factor que hace iguales a las personas y b) Los que sostienen que la educación se ha convertido en un factor que mantiene y hace hereditaria la desigualdad entre las personas. Como argumento anteriormente en este libro, estoy de acuerdo con esta última visión de la realidad.
IGUALDAD DE OPORTUNIDADES
Desde la vertiente del utilitarismo, lo que interesa no es el trato igual sino que es la igualdad de oportunidades para todos, o en educación, sería el acceso garantizado a todo niño de acceder a la educación sin importar lugar geográfico, religión, posición política o recursos de los padres. Raymond Williams (2000: 174) considera como igualdad de oportunidades para ser desiguales. De todas maneras, la igualdad de oportunidades es más posible que la igualdad de partida para los estudiantes del sistema de educación obligatoria, por ejemplo, pues la primera se logra mediante el esfuerzo personal de cada quien y la segunda es una ficción creada por los políticos sin una mayor y profunda reflexión. M. Bunge (2002:261) entiende por igualdad como la ausencia de discriminación de raza y de género y como de igual oportunidad de acceso a la riqueza, la cultura y el poder político. Una de las desigualdades más resistentes al cambio es la referida al género en cuanto a igualdad de oportunidades frente al trabajo. Algunas legislaciones han pretendido hacerlo explícitamente como una forma de disuadir el trabajo de las madres o de evitar la competencia con los varones, quienes deben sostener a una familia, lo que no siempre ocurre con las mujeres. En educación, la idea generalizada es evitar la discriminación de género dando igual formación a la mujer y mejor aún, recurriendo a la educación mixta o coeducacional. Es indudable que si existiese en realidad una igualdad de oportunidades, las mujeres ocuparían al menos el cincuenta por ciento de los cargos públicos, de las profesiones y de los niveles ejecutivos de las empresas, lo cual no ocurre, al menos en toda latinoamérica, en áfrica y en otros lugares subdesarrollados. IGUALDAD INICIAL O DE PARTIDA
Es el acceso a la educación, sin importar religión, ni posición social, ni género ni etnia. No está involucrada la calidad de la educación en esta igualdad, sino la libre oportunidad que ofrece el Estado al crear escuelas en todos los lugares del país. Para algunos filósofos, la igualdad de oportunidades está implícita desde el nacimiento, porque todos los hombres han sido creados iguales. Sin duda alguna, en este concepto hay mucho de ingenuidad, porque la realidad demuestra lo contrario, es decir, que la desigualdad humana está presente desde antes del nacimiento y puede objetivizarse en los cuidados prenatales, en la entidad médica en que se produce el parto, en los bienes y dinero que posee la familia, etc.
En educación se advierte la paradoja que si bien se habla de igualdad inicial, lo que pretende la enseñanza es justamente permitir el máximo de logros en el individuo, lo que es tratar en el fondo de buscar la desigualdad, puesto que no todos los alumnos poseen los mismos dones o similares habilidades cognitivas.
Aristóteles señaló que lo importante es no nivelar las propiedades, sino nivelar las pasiones, y esta igualdad sólo resulta de la educación establecida mediante buenas leyes Ver Política, cap. IV).
Para otros filósofos, la igualdad de oportunidades para hombres y mujeres produce a la larga un efecto perverso, pues las mujeres en tal situación pueden descuidar sus deberes como madres. La naturaleza ha hecho distintos a hombres y mujeres, lo que indicaría una necesaria desigualdad inicial, contraria a la igualdad cultural que preconizan los sociólogos y políticos en la actualidad. Sin duda alguna, mantener este postulado significa hacerse de enemigos intelectuales, especialmente entre las mujeres.
Distinto es el concepto de igualdad de oportunidades, que posee una fundamentación abiertamente democrática y que es una posición justa. Sin embargo, la sociedad actual busca la igualdad inicial y se olvida que justamente la más necesaria y real es que todos tengan la misma oportunidad para disfrutar de los bienes que se ofrecen en la democracia, como p.e. el acceso a salud de igual calidad y lo mismo en cuanto a educación. Por ejemplo, es evidente que la sociedad no ofrece igual oportunidad de empleo para las personas discapacitadas.
También es evidente que la siguiente afirmación es solamente una expresión de buenos deseos: Proporcionar una educación democrática, igualitaria y obligatoria para todos y sin embargo esa consigna es empleada abundantemente en el discurso político, sobre todo antes de las elecciones.

1 comentario:

geronimo dijo...

Dr. Campos, me da mucho gusto encontrar en la red un pensamiento con el que me identifico en casi su totalidad, una de las gracias de los blogs es que puede uno expresar el pensamiento como cualquier ser humano, sin ser tan estricto como exigiría un libro, debo agradecerle porque me ha ayudado a construir mejor mi idea en un anteproyecto que estoy por presentar, y que por su puesto tiene ya sus créditos, un saludo y sigo leyéndolo.
Gerónimo Ontiveros