Dr. Nelson campos Villalobos
Debemos estar ciertos que en el mundo actual no existe ninguna sociedad perfecta. El hombre, al igual que la sociedad, puede ser sujeto de perfeccionamiento. Incluso, la ley puede resultar ser injusta para algunos, puesto que en nuestro mundo occidental se privilegia el bien común, que es el bien de la mayoría, no el de todos los miembros de la sociedad. El propio hombre, por ser una especie de evolución reciente -no más de 6 millones de años de antigüedad- es una especie primitiva, comparada con seres vivientes que cuentan con cientos de millones de años de evolución.
Un escritor, George Orwell (1903-1950, en su libro Rebelión en la granja que data de 1945, señala en un diálogo, que los cerdos, que eran los amos de la granja, dicen que en ella todos son iguales, pero algunos son más iguales que los otros. De esa forma, se burla 0RWELL de la supuesta igualdad de los seres humanos y formula una ácida crítica a los excesos cometidos en contra de los derechos huimanos en Rusia durante el régimen de Stalin.
En el caso de Chile, superficialmente parece como una sociedad más o menos justa. Pero si analizamos las cifras del reparto de los bienes , encontramos que el quintil más alto, el de mayores ingresos, posee más del cincuenta por ciento, y está formado apenas por el 10% de la población. Es decir, poco más de 1.400.000 personas disponen de más de la mitad de todo lo que produce el país. El resto queda para todos los más de doce millones de habitantes. Pero existe además un millón de personas que no recibe nada y son indigentes. No podemos ser, bajo este punto de vista, una sociedad justa. Según las cifras internacionales, Chile es uno de los países más inequitativos de América Latina.
Otra injusticia está en la salud. Existe salud para los más favorecidos, de alta calidad, comparable a la que se puede recibir en Europa, y otra, para los más pobres, de baja calidad y que no es oportuna, ni suficiente. Las enfermedades catastróficas -que arruinan a la familia- recién ahora, en el año 2000, empiezan a ser cubiertas en parte por las ISAPRES, entidades con fines de lucro y que por supuesto privilegian sus ingresos por sobre las prestaciones que ofrecen a sus usuarios.
Otro ejemplo: no hay máquinas de diálisis suficientes para todos los enfermos que las requieren. El médico debe decidir, entonces, quien vive y quien muere, siguiendo parámetros que no son éticos, puesto que toda muerte, por negación de un servicio, es altamente injusta por estar en contradicción con los principios elementales de la dignidad del ser humano.
¿Qué es lo correcto, qué es lo bueno, qué es lo justo? Son respuestas que debemos buscar en la ética, que nos señala el camino o la vía de acción más favorable.
Quizás el problema está en que la sociedad no reconoce sus debilidades y más bien las esconde. Por ejemplo, sabemos que el tabaco produce el cáncer de pulmón, pero seguimos vendiéndolo legalmente, ya que produce una gran suma de dinero al Estado por la vía de los impuestos. Lo mismo ocurre con el alcohol, cuyo uso es legal, pero que su abuso tiene penalidad legal y puede agravar una falta cometida bajo la embriaguez, como ocurre en los accidentes de tránsito. Pero el Estado no hace esfuerzos suficientes para disuadir el consumo de alcohol y tabaco. Solamente cuando la sociedad reconoce sus defectos y los discute en forma abierta puede encontrar la vía para ser más justa. Para buscar nuevos ejemplos, no debemos esforzarnos mucho. Los gobiernos de Chile señalan que la naturaleza debe cuidarse, pero sin embargo no tenemos plantas de tratamiento de aguas servidas y prácticamente todos los desechos llegan al mar y contaminan los ríos. El problema del smog en Santiago, que envenena a la ciudadanía con metales pesados como el plomo, podría solucionarse con dos medidas que requieren inversión: ampliar la red del metro para cubrir a toda la capital y prohibir las industrias contaminantes en la ciudad. Sin embargo, hay conflictos de intereses que impiden la solución a esos problemas.
Un autor actual, Peter Singer, en su Etica Práctica (1992), muestra la hipocrecía de la sociedad europea, que tiene enormes contradicciones, como cuando se habla del derecho a la vida y se permite el aborto y autoriza, en algunos lugares, dar asistencia al enfermo terminal para morir antes del desenlace natural de la enfermedad. O cuando esas sociedades se convierten en rectoras de la moral para otras sociedades y no ven sus propios errores. Por ejemplo, Estados Unidos culpa de la drogadicción a los países proveedores de drogas, y no soluciona el problema de fondo, cual es que su sociedad, de alguna forma, requiere de las drogas y está dispuesta a pagar por ellas. Sin la necesidad, no existiría el proveedor.
Otra contradicción moral está en las Naciones Unidas, que en aras de la paz permite que países que se erigen en árbitros de la ética mundial, bombardeen a otros países y prueben sus nuevas armas en pueblos indefensos o que no tienen la culpa de lo que hacen sus gobernantes, generalmente dictadores que no gozan del aprecio de los agresores. Naciones Unidas jamás debería permitir una guerra, pues su misión está en prevenirlas y en evitarlas. Las tropas de la ONU son un contrasentido para el concepto de paz, ya que se recurre a las armas por una incapacidad política para buscar soluciones distintas.
El problema moral actual, está en que se pide al individuo ser moral, pero no se pide lo mismo para la sociedad en su conjunto, lo que introduce introduce un efecto perverso. Por ejemplo, los últimos acontecimientos en el cual algunos parlamentarios o sus cercanos colaboradores, que representan a los individuos que forman la nación, han cometido delitos al presentar documentos falsos para justificar sus egresos en gastos de las campañas electorales, hacen a la sociedad aún más injusta y los individuos podrían pensar que si algunos políticos hacen eso, entonces se justifica evadir el pago de los impuestos personales. Si duda alguna esta conducta sería contraria a los intereses de los más pobres.
lunes, 3 de diciembre de 2007
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario