martes, 4 de diciembre de 2007

LAS CIENCIAS DE LA EDUCACION ¿CUALES SON?

DR. NELSON CAMPOS VILLALOBOS
Esta denominación viene de la pedagogía anglosajona y su vertiente epistemológica está en que la preocupación principal se origina en realidad de la práctica pedagógica, con una visión pluridisciplinaria, pero no está centrada de manera alguna en la promoción del conocimiento a través de determinadas ciencias con estatuto epistemológico validado y propio. Le interesa más el proceso educativo que las fuentes del saber pedagógico. En otras palabras, no se trata de reunir varias ciencias para aplicarlas a un objeto común, sino establecer cómo ellas apoyan el proceso educacional completo. La ciencia, tan importante en toda la cultura universal, posee la cualidad única de manejar y disponer del conocimiento humano y su generación porque posee un carácter universal, porque es necesario e implica la verdad. Para los marxistas la ciencia es una forma de la conciencia social; constituye un sistema, históricamente formado, de conocimientos ordenados cuya veracidad se comprueba y se puntualiza constantemente en el curso de la práctica social. La educación ha querido también participar de las cualidades propias de la ciencia y ha expresado su afán de conocimiento en asimilar los procedimientos propios de la ciencia.En la actualidad, entendemos como ciencias de la educación a aquellas disciplinas de base científica que aportan conocimientos, habilidades y prácticas a la pedagogía. Comprenden: la biología de la educación, la psicología de la educación y su rama evolutiva; la psicopedagogía; la sociología de la educación y la economía de la educación; la historia de la enseñanza, la antropología educacional, las comunicaciones, la computación educacional. Se ha restringido el uso para aquellas disciplinas que poseen un marco cultural científico y una base epistemológica cierta. Definición breve: Conjunto de ciencias y profesiones orientadas al estudio y arte de la educación. Lo que debería tenerse en cuenta es que las llamadas ciencias de la educación tengan, cada una de ellas, la autonomía epistemológica que las caracterice verdaderamente como ciencias, es decir, que posean un estatuto epistemológico validado y cierto. Al parecer, casi exclusivamente en Europa existen facultades destinadas al cultivo e investigación en el ámbito de las ciencias señaladas.Algunas facultades de educación en Latinoamérica se han autodenominado de Ciencias de la Educación, pero en la práctica se dedican solamente a la formación de profesores y no al cultivo de esas disciplinas, con lo cual no hay una correlación entre lo que hacen y lo que dicen ser, en otras palabras, en ellas hay un predominio o exclusividad de lo técnico (la formación) sobre la ciencia, por lo cual sería más legítimo y verdadero que se llamaran Facultad de Técnicas de la Educación.Se le achaca a la pedagogía el carecer de un estatuto epistemológico propio, que permita resolver los problemas relacionados con la educación y quizás por ello se esté empleando en todo el mundo la designación de las facultades como de Ciencias de la Educación y no de Pedagogía. Por otra parte, el término pedagogía ha quedado en uso solamente en Europa y algunos países de Latinoamérica. Por el contrario, creo que lo que no tienen un estatuto epistemológico propio son las llamadas ciencias de la educación, por los argumentos que doy en el artículo titulado estatuto epistemológico de las ciencias de la educación. Por mi parte, puedo argumentar que la pedagogía sí tiene un estatuto epistemológico validado.Las Ciencias de la Educación hacen un aporte valioso, pero no es posible reducirlas a la pedagogía, ya que posee cada una de ellas un ámbito de trabajo, un estatuto epistemológico y un contenido que le es propio, de ahí que desde un punto de vista lógico no es posible confundir a la pedagogía con estas ciencias. Ya Durkheim advertía en su obra Sociologie et education, que la pedagogía es distinta a las ciencias de la educación.
En la administración de la educación pública se advierte la notoria carencia de doctores en Ciencas de la Educación y de doctores en Filosofía de la educación. Por lo mismo no me extraña la mala calidad de la educación nacional, que ha perdido la brújula pedagógica por carecer justamente de expertos en el Ministerio del ramo, pues se ha dado más importancia a contar con funcionarios políticos en desmedro de los técnicos. Por eso es alentador ver universidade públicas, que como la USACH ha llamado a concurso nacional e internacional para contar con doctores en educación en su planta docente.

ROL SOCIAL DE LA EDUCACION

DR. NELSON CAMPOS VILLALOBOS

Antes de entrar en materia referida a Chile y América Latina, conviene reflexionar un poco sobre cuáles son las funciones sociales de la escuela. Palomares y otros (2003) recientemente establecieron, desde la sociología, cuáles son esas funciones. Como veremos, todas ellas arrastran, de alguna forma, una restricción de la libertad, pero buscan la justicia, la igualdad y la equidad para la sociedad. No hay consenso sobre cuáles deben ser esa funciones, ya que las sociedades difieren profundamente entre sí. Hay diferencias en las expectativas que tienen los diferentes estamentos sociales, así como hay diferencias en las mismas personas sobre lo que esperan de la educación y las funciones que la escuela realiza. También hay una separación ideológica entre los que piensan que la educación es igualadora y los que señalan que, al contrario, es creadora de más desigualdad en la sociedad. Las funciones más evidentes son:

a. Función de guardia y custodia de los más jóvenes. Como señala Palomares y colaboradores, esta función está tan internalizada y es tan verdadera, que un autor español publicó en 1980 un libro titulado Educación y aparcamiento de menores. Lo que ha caracterizado a esta modalidad, es la retención de los estudiantes hasta antes de la vida del trabajo. Por eso tememos que la reforma educacional que extiende a jornada completa la permanencia en las escuelas, resulte ser apenas una forma de aparcamiento, en que los padres dejan a sus hijos al igual que lo hacen con sus automóviles y pueden estar largo tiempo fuera de la casa sin la preocupación de qué están haciendo los menores en casa durante su ausencia. La pregunta natural que surge es ¿Para qué extender la jornada escolar? Si es para entregar más contenidos en más horas de clases, para permitir el desarrollo de habilidades de comportamiento y académicas, para tener más tiempo para entregar más conocimientos, entonces ha resultado un fracaso, si se mide por el nulo efecto que la medida ha tenido si atendemos a las cifras del SIMCE en los últimos años.
La función de custodia se entiende como si la escuela se hubiese transformado en una guardería en la cual los niños son dejados porque los padres –y en especial la madre- no pueden o no quieren cumplir con su obligación primordial en la familia de cuidar a los hijos y estar al lado de ellos. Hay casos de abandono de la custodia en que la madre que trabaja no aporta más dinero al hogar, pues debe gastarlo en una empleada doméstica en quien delega los cuidados físicos y psicológicos que le competen, pero aún así prefiere salir a trabajar porque el estar fuera del hogar satisface otras necesidades, como la de reforzar la autoestima y sentirse más útil de otra manera.

b. Función de cohesión social y de construcción de identidad nacional: Esta función se estableció tempranamente en Chile, pues ya J.M. Carrera, en 1812, se planteaba la necesidad de formar debidamente a la futura burocracia nacional. De esta manera surgió como una necesidad la aplicación del llamado Estado Docente, como institución social que pretendía entregar valores y determinados conocimientos en las escuelas e instituciones del Estado y en las privadas, bajo la tutela y vigilancia suya. Esta función es legítima y necesaria, toda vez que ante la globalización de la información y de los medios de comunicación, mantener la identidad cultural nacional es cada día más difícil de lograr y así lo han mostrado las encuestas que sobre pertenencia e identificación al país se han realizado.
Max Weber señaló con su aguda observación del mundo capitalista, que la historia y la tradición entregan los valores que mueven a la sociedad. Señaló que el Estado es aquella institución que emplea la dominación atribuyéndose, ya sea legítimamente o no, el monopolio de la coerción física. La sociedad civil, entonces, está compuesta por los ciudadanos que aceptan esa dominación e incorporan los valores del Estado. ¿Quién entrega entonces esos valores? Necesariamente es la escuela. De ahí su importante rol para lograr la cohesión ciudadana en torno al Estado.
c. Función de formación para el trabajo y distribución de las posiciones sociales. En todas las sociedades, en todas las economías actuales se advierte una separación entre la escuela y la vida del trabajo, lo que no es conveniente para países que están saliendo del subdesarrollo. Se necesita urgentemente adecuar la escuela para que entregue los valores y conocimientos que requiere la empresa. Aquí se aplica la teoría del capital humano, que consiste en la convicción de que las personas pueden acumular un capital tan importante como el financiero, si acumulan más años de estudios formales y tienen más capacitación laboral. Se considera que los diplomas y los títulos obtenidos en las instituciones acreditadas son la moneda de cambio en el mercado laboral, como señalara Weber (1864-1920). Sin embargo, lo que era válido para los siglos XIX y XX, no lo es tanto para el que estamos iniciando, pues ya encontramos muchas personas que ejercen tareas distintas a las de su titulación originaria, como médicos dirigiendo instituciones educacionales o ingenieros dirigiendo establecimientos de salud, abogados dedicados a la economía o periodistas ocupando la alta burocracia educacional del Estado. Talvez la nueva función de la educación básica y media sea entregar las herramientas básicas para el logro de un pensamiento lógico, informado y con el dominio de habilidades generales y no específicas, que hagan polivalente al graduado a la hora de buscar una posición laboral o proseguir estudios superiores. En Estados Unidos, el grado de Bachellor (dos años de estudios superiores) es el mínimo y lo adecuado para pretender un puesto de trabajo en la burocracia de nivel medio tanto privada como estatal. En los países desarrollados funciona bien la meritocracia, como principal medio de acceder a las posiciones sociales que permiten real movilidad de clases. La idea de extender la educación obligatoria hacia la educación media completa, es parte de la percepción del Estado en las economías poderosas, que la enseñanza debe preparar más para la vida del trabajo que para la educación superior. En nuestro país, en cambio, pareciera que todo el esfuerzo educador se dirige hacia la continuación de estudios en la universidad, si bien aún la mayoría de los jóvenes no tiene los medios ni las habilidades necesarias y deberían estar mejor preparados para los cargos iniciales en la burocracia y en las empresas de servicios y productivas.
d. Función de control social e ideológico de la población: Una verdad que salta a la vista cuando estudiamos la historia educacional del país, es que todos los gobiernos, todas las ideologías políticas se han planteado en su momento mantener el poder mediante la reproducción de sus valores y particular modo de ver el mundo a través de la escuela como entidad de la sociedad percibida como productora del bien para el individuo y la comunidad. La mayor parte de las reformas han tratado de funcionar para ese fin egoísta y no por los intereses verdaderos de la comunidad. Al parecer, quien se hace cargo de la educación puede perpetuarse con ella. Recordemos las experiencias fascistas y dictatoriales que abundaron en el siglo XX y tendremos validada esta argumentación. La transmisión de valores suele transformarse en una forma de coacción, para que los futuros ciudadanos compartan la ideología de quienes están en el poder. La ideología marxista, en su momento explicó que la escuela reproduce la injusticia propia de la sociedad capitalista y que los gobiernos trataban de mantener la desigualdad porque favorecía a sus intereses. Para mayor precisión conceptual, la idea de la función que estudiamos es la que antiguamente se denominaba educación como socialización.
Por mi parte, agregaría otro tipo de funciones de la escuela:
e. Función de desarrollo de habilidades cognitivas y de reflexión: Ya Emile Durkheim (1858-1917) había estudiado el tema y señaló que el objeto de la educación secundaria era el desarrollo de la reflexión. Habiendo pasado muchos años desde el aporte de Durkheim y por el natural desarrollo y aporte de las ciencias sociales, podemos acotar la idea de ese sociólogo indicando que para lograr una actitud reflexiva sobre la sociedad, sobre sus logros y necesidades, previamente hay que trabajar pedagógicamente para que el niño vaya haciendo uso de los recursos psicobiológicos con que lo dotó la naturaleza. Si la educación es desastrosamente mala, afectará el pensamiento del niño, que quedará en etapas más primarias y no llegará a dominar las funciones superiores de la lógica y el razonamiento, lo que ya había descubierto Piaget. Quienes trabajamos en educación superior, encontramos que hay déficit en las capacidades de razonamiento, de pensamiento lógico y en todas las formas de expresión del lenguaje.
Al iniciar este capítulo es conveniente posicionar a la educación chilena en su trayectoria histórica y sus dos vertientes, que aún coexisten. La educación pública tuvo la virtud de crear un sistema coherente, ordenado, sabiamente burocratizado que logró universalizar la enseñanza, con una inversión que siempre fue alta para las disponibilidades del país y democratizó este bien nacional, llevando a la escuela hasta los más apartados lugares de la difícil geografía que nos ha correspondido habitar. Con el paso del tiempo, la educación privada ha pasado a ser el modelo de calidad que se busca, con mayor inversión por alumno, con mejor equipamiento y con una administración de excelencia. Pero ello no siempre fue así y hubo una época en que, como aún ocurre con las universidades estatales, en que la pública fue la mejor opción a la que podía optar una familia y que además era gratuita. Ahora, estamos presente ante un sentimiento generalizado ante la calidad de la enseñanza, que Freud llamó malestar y que es una mezcla de desesperanza, irritación y temor ante un fenómeno que cada día es más desigual, que hace hereditaria la pobreza y ante el cual no parece haber ninguna solución que revierta el proceso, al menos en las próximas décadas. De todas maneras, no se ha creado aún ninguna institución social que pueda reemplazar a la escuela y los futurólogos que creían que la sociedad tendería a la eliminación de la escuela como institución social porque sería reemplazada por la enseñanza a distancia y el uso universal de la Internet, han quedado desacreditados.
¿Qué es lo que diferencia a la educación pública de la privada? Examinemos algunas:
1. La distinta implicancia de la familia en el proceso. Las familias con mayor capital cultural esperan participar en el proceso y aún más, desean ayudar a que el establecimiento que escogieron esté más equipado, con profesores más idóneos y que las condiciones de bienestar sean mejores año a año. Es una especie de egoísmo altruista, interesado solamente en el bien de sus hijos. A diferencia del sistema gratuito, muchas veces los padres en las escuelas privadas tienen más cultura y conocimientos de algunas materias mayores que las que poseen los docentes. En el área pública, gratuita, el compromiso es menor porque se espera que sea el Estado el que se preocupe del bien de los alumnos, y como la gratuidad explícita que las familias que acuden a esas escuelas tienen necesidades insatisfechas, se espera que no se pida ningún aporte a esas familias. También como el nivel cultural es más reducido, no se comprende bien cuando un establecimiento tiene calidad en la enseñanza. Lo que ocurre en el aula pasa a ser un misterio.
2. Los procedimientos administrativos son más eficientes en el área privada justamente porque poseen más recursos y personal directivo y auxiliar más capacitado para las tareas burocráticas de apoyo a la enseñanza. El área pública gasta mucho en administración porque debe soportar una carga de personal muy alta, a veces excesiva para las funciones que se desarrollan de control y dirección del proceso.
3. En el área privada el gasto en mantener el proceso en marcha es visto como una inversión que aumenta el número de clientes interesado en comprar sus servicios. Mejores edificios, gimnasios, laboratorios de idiomas, de computación, de biología, de física se convierten en un medio para generar más dinero, lo cual es legítimo si ese afán se acompaña con el propósito de mejorar la calidad del servicio que se ofrece. Esta idea es una extensión de lo que pasa en el mercado libre, en que la competencia es buena y necesaria. En el área estatal, todo mejoramiento en la escuela pasa por las dificultades que parece presentar el Estado ante el cambio, que es lento y nunca proporciona más de lo estrictamente necesario para un nuevo proyecto. La innovación nunca es rápida. Salvo cuando una autoridad caprichosa y con el poder suficiente tuerce la mano a los planificadores e introduce modificaciones innecesarias e irrelevantes, pero con gran apoyo mediático.
4. La verticalidad del sistema estatal no considera las diferencias de los establecimientos bajo su custodia y no atiende debidamente a la diversidad. La máxima burocratización exige a los directores de escuelas ocupar mucho tiempo en atender a encuestas y contestar la correspondencia oficial que suele ser abrumadora por la variedad en la información que requiere continuamente. El aparato estatal ha creado un monstruo que se alimenta de información y que devora a los directivos y entraba la libertad necesaria para un proceso productivo en las escuelas.
5. Las diferencias en el logro existen, medido éste por los resultados en el test nacional del SIMCE, y éstas se deben más a externalidades que a deficiencias en la calidad de los docentes. Entre esas externalidades están el nivel en la cultura de las familias, sus recursos económicos, el equipamiento institucional, siempre más pobre en el sistema estatal gratuito, las necesidades insatisfechas de los estudiantes más pobres. La demostración de este argumento está en el hecho que en diez años se ha elevado más de tres veces el presupuesto en educación, sin que haya un mejoramiento, ni siquiera mínimo, que mejore la brecha entre los más pobres y los más favorecidos por la fortuna.

Pero examinemos también que es lo que hay en común en ambos tipos de establecimientos:

1. Los profesores han recibido similar formación pues el currículo es prácticamente el mismo y las facultades de educación de las universidades estatales y privadas presentan los mismos problemas, como el carecer de doctores en la planta docente, contar con alumnos poco motivados y carecer de investigación relevante y aplicada al proceso educacional.
2. Los valores que se entregan en las facultades de educación parecieran ser los mismos (salvo que haya una gran diferencia en la calidad de las universidades que imparten carreras de pedagogía) aún en las universidades de tipo confesional, en que se insiste en los de su religión, pero tampoco aquí hay diferencias extremas pues los valores morales son universales.
3. El Colegio de Profesores, la organización gremial, es una para todo el colectivo magisterial, pues aúna a los docentes de educación básica y media, por lo que en el área del desempeño social de la profesión tampoco hay diferencias.
4. Los planes de estudio y los programas que siguen los alumnos son prácticamente los mismos en ambos sistemas; el espacio que tienen los establecimientos privados y públicos es muy reducido como para tener el tiempo necesario en el año escolar para incorporar contenidos propios. Como ya dijimos, la obligación de contar con programas mínimos en la práctica corresponde a programas máximos, que ocupan todo el período escolar en su administración y desarrollo.
5. Si el dato que la inversión del estado en la educación es de 18.000 dólares por alumno, se está cerrando la brecha entre lo que gasta el Estado y lo que gasta el área privada por alumno, pero al mismo tiempo se está demostrando que la tarea del Estado está mal dirigida y hay despilfarro en algún lugar de la cadena burocrática. Si la administración fuese tan eficiente como es en el área privada, seguramente la brecha en calidad se estaría cerrando y no manteniendo en el tiempo como ocurre en la actualidad.

El malestar ante la educación pública no es privativo de Chile. En toda América Latina hay un sentimiento de frustración por el nivel de desarrollo educacional alcanzado en la región. Se diría que ningún país está contento con la cobertura y la calidad de la enseñanza lograda tras largos decenios de fuerte trabajo y con una inversión bastante alta dados los otros problemas sociales que abruman a cada país. Por otra parte, se han puesto demasiado esperanzas en la capacidad que tiene la enseñanza, por sí sola, para resolver los problemas de un continente que presenta una de las más altas desigualdades sociales del mundo. El Secretario General de la Organización de Estados Americanos, César Gaviria (1998: 1) ha señalado:
“Hoy nos enfrentamos al enorme reto que representa el que nuestra educación no haya respondido al desafío generado por los nuevos modelos de desarrollo centrados en la competencia económica internacional y las demandas políticas, económicas, científico tecnológicas, sociales, culturales y éticas que emergen en los noventa. Desafortunadamente, los sistemas educativos no están respondiendo bien a estos desafíos. Muchos analistas hablan de manera creciente de una separación radical entre los sistemas educativos de la región y sus necesidades de desarrollo. Apuntan a la baja calidad de mayor parte de la educación pública, a su declinante rol en la promoción de la movilidad social, a la debilidad de la educación técnico vocacional al nivel de secundaria y de la proliferación de sistemas universitarios sobre expandidos, caracterizados por muchos establecimientos de baja calidad. Es esa falta de respuesta la que ha llevado a que los presidentes y jefes de gobierno hayan decidido darle una tal prelación y prioridad.
De que seamos capaces de transformar nuestros sistemas educativos depende el que podamos formar ciudadanos autónomos, informados, eficientes, responsables y tolerantes que estén en capacidad de asumir una actitud crítica frente a la información, que valoren la práctica democrática, la solución pacífica de los conflictos y la búsqueda de consensos y, por lo tanto, puedan acceder a una calidad de vida que aseguren el desarrollo de las instituciones democráticas y la paz social. Depende, también el que esos ciudadanos adquieran el conocimientos y las habilidades que les permitan adaptar o crear innovaciones tecnológicas que les puedan asegurar un adecuado ingreso al mundo del trabajo, que nos permitan competir internacionalmente y asegurar una mayor igualdad en los ingresos; el que, además, adquieran la habilidad de razonar y la capacidad de aprender por su propia cuenta, es decir, la capacidad de formar personas inteligentes y productivas, en condiciones de analizar y elegir opciones, de argumentar sin usar la fuerza y de comprenderse a si mismo y a los demás. Ciudadanos así formados en vez de actuar con docilidad o conformismo serán capaces de respetar y valorizar la diversidad y evitar los brotes de violencia urbana y rural”
A su vez, un documento de trabajo de la Organización de Estados Americanos sobre el tema de la educación en las Américas (1998) señalaba que entre las tareas que tenía la educación, están: 1. Superar la extrema pobreza2. Eliminar las grandes desigualdades de ingresos3. Evitar la marginación social y la violencia urbana4. Proporcionar integración y estabilidad social5. Proporcionar armonía étnica y social6. Capacitación de la fuerza de trabajo7. Formación de una comunidad de ciudadanos informados y responsables8. Promover la tolerancia política
9. Crear un clima más favorable para las inversiones nacionales e internacionales y para el crecimiento y prosperidad social y cultural.
Según los anteriores conceptos, provenientes de la más alta comunidad de autoridades educacionales del continente, la educación, concebida como un bien social, tiene enormes tareas que cumplir y pareciera, por las esperanzas depositadas en ella, ser un tratamiento extraordinariamente eficiente para los males que afligen a la propia sociedad. En esta creación social, recaen las más grandes responsabilidades que puedan pedirse a una institución creada por el hombre. Cualquier maestro, agobiado de trabajo, con una remuneración similar a la de los obreros podría decirles a los señores ministros que la educación no es una panacea y que para poder lograr lo que se espera de ella, los gobiernos deberían efectuar una inversión muy superior a la que se ha hecho y dirigida a una reingeniería total. Nadie espera, por el contrario, que la defensa del país cumpla una labor tan trascendental como la educación, pero sin embargo, en todo el continente, el gasto militar es igual o superior. No digo que la defensa nacional no sea importante, sino que lo que expreso se refiere a que ambos bienes sociales no producen las mismas esperanzas de mejorar la propia sociedad. La educación es una inversión y la defensa es un gasto.
Con el análisis de la información socioeconómica y educacional disponible, es posible demostrar que el problema principal de la sociedad latinoamericana es la desigualdad que se está convirtiendo en un problema hereditario, pues la pobreza se reproduce en un círculo que es imposible de vencer si la sociedad misma sigue siendo inequitativa. ¿Cómo puede haber equidad mínima en una comunidad en que el primer quintil de la población cuenta con casi el sesenta ciento del ingreso del país, y dónde la pobreza extrema continúa manifestándose en cifras superiores a la de los años ochenta? Si hemos comprobado (Campos, 2003) que solamente una media de 13 años de estudio garantiza acceder al trabajo, ¿por qué no se ha extendido la cobertura educacional obligatoria a la educación media? Si sabemos que la educación es tan importante, ¿por qué en los Ministerios del ramo no se contratan verdaderos expertos en la materia y por qué razón los consejeros de la autoridad son designados solamente con criterio político? Este es solamente un reducido número de las preguntas que no tienen respuesta en nuestra sociedad. La enorme inversión realizada desde hace muchas décadas en el gasto social educacional amerita y más bien exige que se de una cuenta seria del por qué los avances son tan pequeños en calidad y equidad; deberíamos saber en forma transparente en que se gasta el dinero de todos y por qué no está dando frutos pese a que los sucesivos gobiernos, desde 1990, han aumentado el porcentaje del PIB en educación.
Analicemos el concepto de inequidad. Para el gobierno de Chile, en un documento de trabajo (Gobierno de Chile: 1992) era entendida de la siguiente manera, al referirse a ella específicamente:
“La educación debe ser gratuita para todos aquellos que no están en condiciones de pagarla. El gobierno debe distribuir sus recursos y canalizar los medios asignados a la educación preescolar, básica y media, de modo de asegurar una creciente igualdad de oportunidades en el acceso y la permanencia en ellas. Más allá de tal meta, el Gobierno orienta sus esfuerzos de acuerdo a un nuevo gran objetivo educacional: el logro de crecientes niveles de equidad en la distribución del saber que organizan y transmiten los diversos niveles del sistema. De este modo se busca superar las desigualdades sociales y étnicas, y evitar las discriminaciones por sexo en la oferta y calidad de las oportunidades educativas, dando por tanto especial atención a los sectores marginados, urbanos y rurales.”
En un meta-análisis de este lenguaje, entendemos que el Gobierno “distribuye sus recursos”, es decir, se auto-asigna propiedad de la riqueza de toda la nación y por tanto, puede distribuirla según su parecer y determina que su rol como Estado es de tipo subsidiario; por tanto la educación solamente ha de ser gratuita para quienes no puedan pagarla y finalmente, la igualdad se lograría mediante el saber que transmiten los diversos niveles del sistema (educacional). Entonces, deja sin responsabilidades en las grandes metas educativas al resto de la sociedad. Esta posición es concordante con las expresiones provenientes de la OEA y de los ministros de educación del continente. Por otra parte, de esta manera se ha entendido el rol del Estado en educación en todos lo niveles, desde la básica a la terciaria. En el lenguaje de la autoridad, el concepto de equidad es limitado y parece carecer de potencia para efectuar cambios en nuestra sociedad.
Los gobiernos democráticos que nos han dirigido desde 1990, no ha cambiado las reglas del actuar que dejó la dictadura en cuanto a la responsabilidad de las instituciones, donde apreciamos un doble estándar: los organismos creados por particulares en la educación superior pueden perder sus autorizaciones si no mantienen los estándares de calidad exigidos, aún cuando no reciban aportes directos del Estado; en cambio, toda la educación subvencionada, básica y media, que sí recibe un aporte directo, no sufre sanciones si su calidad es baja, sino que al contrario puede acceder a programas remediales como ocurre con el Programa denominado P. 900 que ayuda a las escuelas más deficitarias en rendimiento de sus alumnos. El Estado es generoso con su dinero pero no vigila lo suficiente y controla, en cambio, con rigor al sector privado en la educación superior, que por no producirle gasto alguno estaría libertando recursos que se podrían invertir en los aspectos deficitarios de la educación que el mismo Estado brinda.. Tampoco hay medición de la calidad de la enseñanza universitaria estatal ni sanciones establecidas porque no hay mecanismos para detectar falencias cualitativas.
Se ha demostrado una y mil veces que nuestra sociedad es inequitativa. Ahora podemos señalar que ante esa situación, la sociedad, el Estado y el gobierno deben hacer una nueva lectura del concepto de equidad, que se relaciona directamente con el de justicia social. Este último concepto no aparece en el discurso educacional, aunque sí en el de algunos polítólogos.
Para algunos tratadistas (Borja, R. 1997:370) el concepto de equidad es ambiguo, porque tiene dos acepciones: la política y la jurídica. El concepto jurídico es impreciso, pues no es sinónimo de justicia; en este caso particular, es un correctivo que se hace para que al hacer distinciones por razones no estrictamente jurídicas, por ejemplo éticas o compasivas, en casos particulares no se aplica una pena con la misma severidad que indica el código; es una especie de flexibilidad que no sacrifica la justicia, sino que la perfecciona o corrige, pero no suplanta a la ley. En la acepción política, la equidad se relaciona con la igualdad económica y de oportunidades para todos en el proceso que lleva al desarrollo del país.
Los economistas de filiación liberal, conservadora o neoliberal suelen preferir el crecimiento económico a priorizar objetivos de equidad, puesto que piensan que el crecimiento produce un derrame o goteo que beneficia a los más necesitados de la población. En cambio los economistas provenientes de ideologías socialistas, prefieren la equidad como concepto orientador de su accionar. El posicionismo extremo siempre produce un efecto negativo o perverso en la equidad buscada: un ejemplo fue el socialismo extremo de Salvador Allende en los años setenta que llevó al ahogamiento de la iniciativa privada en el país. El otro extremo lo vimos en la crisis de los años ochenta iniciales, en que el modelo neoliberal de Pinochet produjo una cesantía del 46% de la población activa, la quiebra virtual de los bancos comerciales y el abandono de la educación obligatoria para miles de niños cuyos padres cayeron en la extrema pobreza por las políticas crueles de los economistas del gobierno.
Siguiendo a Borja (1997:561), el concepto de justicia social se refiere a:
“ una multitud de bienes y servicios, tangibles unos, intangibles otros. La remuneración por el trabajo, el acceso a la educación y la cultura, la seguridad social, la distribución de la renta, la participación en el usufructo de los bienes y servicios que se producen con el esfuerzo colectivo, la participación en el desarrollo social, son todos ellos elementos de la justicia social”
Para Borja, en el concepto de justicia social están incluidos los conceptos de equidad y de igualdad. Esta última se entiende como la uniformidad de oportunidades, para que todas las personas tengan un mismo punto de partida o tengan la asistencia compensatoria para que puedan tener esa misma posibilidad que los otros. A esta altura de la exposición podemos preguntarnos que relación hay entre la educación y la justicia social, puesto que generalmente se piensa en forma dual, que la educación está para la enseñanza en todos los niveles del sistema y que la justicia social tiene que ver con el trabajo, la previsión y los ingresos de las personas. Estamos de acuerdo con Connell (1997:18-23) quien expresa que la relación de la educación con la justicia social se debe a lo menos a tres razones:
1. Porque la educación suele ser la principal empresa del Estado, por la inversión realizada y por la cantidad de personas involucradas en ella; es un bien público de primera importancia.
2. Porque si bien actualmente la educación es un bien público muy importante, lo será más en el futuro. Connell, a modo ejemplar, señala que la industria de la informática, asentada en el sistema educativo de los Estados Unidos, constituye un determinante importante en el crecimiento o en la recesión económica. 3. Porque la enseñanza es una empresa moral y no puede serle ajeno nada relacionado con la ética. Para Connell, si se privilegia a un niño sobre otro, está dando al favorecido una educación corrupta, porque le da ventajas sociales o económicas que desfavorecen a otros. Por lo mismo Connell no está de acuerdo con la educación separatista para superdotados, o en elevar las exigencias de ingreso a determinadas escuelas, y aún rechaza las escuelas para los más necesitados. Llama a esas modalidades “afrentas a la igualdad de oportunidades educativas”
Connell nos proporciona un punto de partida para el análisis de la relación entre la justicia social y la educación, tema que para nosotros está ligado en forma indisoluble. Esto porque sostenemos con firmeza que si existe una sociedad inequitativa, poseerá un sistema educacional igualmente poco equitativo, debido a que el microcontinuum social (el individuo, la familia, el barrio, la escuela) reproduce al macrocontinuum (la sociedad toda) con sus mismas características sociales.
En nuestro particular caso en estudio, la educación obligatoria de Chile, con su educación privada elitista, con sus escuelas y liceos públicos mal equipados, con sus maestros mal pagados, reproduce a la sociedad en que la distribución del ingreso es una de las más inequitativas del mundo.
Es grave constatar que la inequidad no solamente se traduce en la existencia de desiguales oportunidades ante la educación o el trabajo, sino que conlleva un diferencial intrínsicamente perverso, pues la educación, si es de mayor calidad, favorece, por ejemplo en el ingreso a las universidades de calidad, como son las estatales chilenas, en desmedro de los jóvenes provenientes de los sectores menos favorecidos económicamente, que obtienen puntajes menores en las pruebas de selección. A su vez, los más ricos pueden obtener créditos bancarios blandos porque son buenos candidatos para la banca comercial: tienen buenos antecedentes comerciales y capacidad demostrada de pago, con lo cual pueden pagar a la universidad en una forma conveniente en plazos e intereses. En el área privada, como las universidades reciben un aporte económico por los postulantes que están entre los 25 mil mejores puntajes en las pruebas de selección nacional, esas instituciones becan o cobran solamente parte de la colegiatura a sus estudiantes que merecen ese aporte, que para colmo de inequidad, no va a la familia interesada, sino que ingresa directamente a los fondos de la institución. En un modelo más equitativo, la familia podría recibir el dinero en un cheque nominativo a nombre de la universidad que escogiera, la cual entraría a competir con mejores servicios y beneficios relativos para captar a esos alumnos. Se produce en el mercado universitario, una competencia por dar posibilidades de crédito como parte del marketing y no vemos que la lucha por obtener buenos candidatos se refleje en una oferta de calidad académica, sino más bien se centra en esos créditos y en las grandes infraestructuras que se pueden crear al tener gran cantidad de estudiantes financiando el crecimiento.
En términos de iguales oportunidades, no existe tal si el niño ha recibido una enseñanza de pobre calidad debido a que es pobre. En el sistema de libre mercado, el que tiene más dinero compra una enseñanza mejor. La equidad, concebida como una igualdad de oportunidades, no existe en nuestro modelo económico neoliberal latinoamericano, contra todos los esfuerzos que se hacen.
La idea tan acariciada por algunos partidos políticos de universidad para todos es una falacia, puesto que no basta abrir más vacantes en las diversas carreras; no basta con becar a los estudiantes pobres por el monto de las colegiaturas. Un alumno, de cualquier nivel, necesita ropa, dinero para libros, para su desplazamiento y para comer y vestirse dignamente. En Chile, un tercio de los estudiantes de las universidades estatales deserta en el primer semestre de clases y me aventuro a estimar que casi todos lo hacen porque no tienen dinero para las exigencias mínimas de la vida universitaria.
Examinemos finalmente la relación entre la justicia social y la educación con la lógica de un argumento impecable: si estamos en presencia de una sociedad injusta y la educación tiene una relación directa con la justicia social, y que potencialmente y bajo ciertas condiciones, puede ser un factor remedial de la inequidad, entonces es una materia que debemos conocer, entender, divulgar y aplicar todos los educadores, como parte del acervo ético y del quehacer de nuestra profesión.
Se ha sugerido que el problema latinoamericano en educación no es solamente un asunto de dinero; estamos de acuerdo, porque para nosotros, lo que realmente falta es:
1. - Conocimiento experto sobre las causales de la inequidad y su tratamiento
2. - Decisión política para establecer y ejecutar políticas remediales
3. - Educar a la población sobre cuáles son sus derechos y obligaciones societarias en una comunidad democrática. 4. - Ubicar a las políticas sociales desde una perspectiva ética, desde un modelo teórico que resista a la crítica y pueda argumentar desde un macrocontinuum que lleve a objetivizar esas políticas en el microcontinuum objetivo y subjetivo. La educación pública fue en su momento en Chile –hasta los años sesenta del siglo XX- un éxito por su calidad, si bien la cobertura no era universal, pero se había avanzado bien y tenía sus logros, como ser un modelo para muchos países de Latinoamérica. Por tanto, es prematuro decir que no sirve y que mejor dejemos en el área privada todo lo que sea enseñanza. Sin embargo, si estudiamos lo que ocurre en los países desarrollados, en ninguno ha ocurrido tal cosa. En esas naciones, el Estado, eficiente y eficaz, es de pequeño tamaño, con una burocracia de excelencia; ha conservado en sus manos y bajo su atenta vigilancia el tema de la calidad, invirtiendo más cuando es necesario y sustentando incluso a las grandes universidades privadas, las que por la implementación necesaria para la enseñanza de pre y post grado y para la investigación que genera bienestar para los pueblos, son incapaces de auto-sustentarse económicamente. En esas universidades, prácticamente todos los académicos tienen el grado de doctor, a diferencia del nuestro, donde estos expertos son minoría.

DETERMINISMO EN LA EDUCACION O LA PROFESIA AUTO CUMPLIDA

DR. NELSON CAMPOS VILLALOBOS

El paradigma en que se mueve la educación nacional indica que la educación mejora si se inyecta más tecnología, más equipamiento, más bibliotecas, mayor capacitación a los maestros, más conexiones a Internet; si disminuye la pobreza, si se establece una reforma. Hay una promesa que debería cumplirse al mejorar las variables señaladas. Y se espera un auto cumplimiento de las promesas. ¿Si esto no es determinismo, qué es?

En filosofía, se asimila la idea del determinismo a la del destino, en la cual todo lo que sucede está de antemano fijado, que hay un encadenamiento entre las causas y los efectos. Desde el punto de vista lógico, determinismo es la doctrina de la certidumbre unívoca de todo acontecimiento, sea físico o social e incluso psicológico. Habría así un mecanicismo causa-efecto en educación y por lo mismo, para el auto cumplimiento de sus promesas hay que realizar determinadas tareas, como establecer un poderoso Ministerio de Educación, fijar un porcentaje del PIB como inversión anual y desarrollar una normativa en todo el sistema en que el Estado actúa como vigilante y regulador para asegurar que las promesas se cumplan. El Estado propone las hipótesis educacionales y ellas descienden desde el olimpo autoritario hasta la sala de clases, donde se espera que se cumplan las esperanzas. Si no se cumplen o se cumplen a medias, entonces no han fallado las ideas de la burocracia educacional, sino que ha fallado la escuela o se busca otra causa que sea efectista e imposible de verificar.

El determinismo en educación supone que existe una fuerza dirigida a producir un efecto, como mejorar la calidad de la enseñanza, o aumentar la cobertura de la enseñanza o mejorar la desigualdad que se da entre las diversas clases sociales. El resultado esperado es fruto de la política educacional imperante, como el haber dado acceso a Internet a la gran mayoría de las escuelas, haber desarrollado un sistema de calificación y premios para los maestros más competentes, que son los que obtienen mejores resultados en el aula; haber enviado a miles de profesores a realizar pasantías en el extranjero etc. Es una especie de optimismo causa-efecto que se expresa en confusas políticas educacionales, algunas muy llamativas e ingenuas, como promover la enseñanza del chino mandarín siguiendo inspiraciones o visiones futuristas.

Examinemos algunos ejemplos del determinismo. Bajo esa línea de pensamiento se interpreta el resultado de las pruebas SIMCE como cuando se indica que el bajo resultado es producto de una falla de la enseñanza que se da en las escuelas del sistema público, cuya causa está en las metodologías aplicadas y en la falta de calidad en la formación de los maestros. No se espera que haya otras causales más directas, no previstas por los expertos del Ministerio de Educación. Al fallar el determinismo causa-efecto, como no hay investigaciones en sentido contrario, se tratará de mejorar la situación con una lectura diferente de los datos, como usar falacias lógicas. Por ejemplo, los datos SIMCE 2003 demostraron que no hubo un aumento significativamente válido en la década; la autoridad entonces señala que en verdad hubo un pequeño aumento, que indica que vamos por el buen camino. Se insiste en continuar igual, esperando que las predicciones se ajusten al determinismo mecánico en los próximos años.

El problema práctico con el determinismo es que resulta imposible probar lógicamente que no existe, por lo que la evaluación debe considerar siempre la existencia de variables extrañas que expliquen los resultados o hipótesis que se han formulado. Se entiende mejor la idea si consideramos que las objeciones que se hacen también son deterministas –estaban presentes- desde antes que se diseñaran las políticas en análisis. En el siglo XIX y XX, se confió en el determinismo porque parecía ser una verdad , como en la física, en que los modelos causales se podían medir, comparar y repetir la experiencias, pero pronto la física cuántica echó por tierra la infalibilidad causa-efecto y dio origen al concepto de la indeterminación. En educación, la complejidad de las variable que interactúan hacen que la posición filosófica y práctica, para buscar explicaciones, sea ahora más bien indeterminista.

En el determinismo que criticamos, las causales y las consecuencias en verdad no actúan en una relación lineal y unívoca, siguiendo las variables que se propusieron al comienzo de las políticas educacionales pre fijadas, formuladas con cierto dejo de irreversibilidad, como sucede con la conocida flecha del tiempo de los físicos teóricos. Sin embargo, la realidad educacional es multicausal y si no se miden los efectos residuales, ¿Cómo tener la certeza de qué originó en realidad las consecuencias? Por ejemplo, pueden afectar aspectos no considerados en las evaluaciones, como el desgano de los profesores ante la autoridad y sus promesas, el aburrimiento de los alumnos; factores emocionales como el stress ante la evaluación y los temores derivados, situaciones políticas internas y externas, etc. Como señala Mario Bunge, (1971) la fiabilidad de la previsión tecnológica no resulta siempre conseguible, porque falta una teoría adecuada en la cual se sustente, o porque aparecen variaciones casuales de factores no controlados.

A diferencia de esta postura, las teorías indeterministas sugieren que como nada está predeterminado, hay que evaluar continuamente las hipótesis y someter a prueba constante todo el andamiaje teórico causa-efecto, midiendo cuidadosamente el efecto de cada variable encontrada, de manera de conocer el o los efectos residuales que expliquen los resultados educacionales medidos. En los tests aplicados, la estandarización debe ser regional e incluso comunal, porque deberíamos, por ejemplo, conocer el vocabulario básico por edades que emplean los niños, de manera de asegurarnos que las palabras empleadas son conocidas por todos los sujetos del universo en estudio. De otra forma, si dejamos de lado los aspectos de lenguaje comprensivo, si desconocemos la hermenéutica que subyace en el pensamiento formal de los niños, ¿Qué estamos midiendo? Desconozco la existencia de un diccionario que reúna las palabras conocidas por los niños chilenos por grado de enseñanza. Podemos ampliar las ideas sobre las dificultades de la predicción en educación refiriéndonos a la forma en que estudian a América Latina los organismos internacionales, que suelen agrupar para sus estudios a los distintos países en subregiones geográficas, reuniendo a países que no tienen mucha relación entre sí, porque hay diferencias climáticas, de mayor o menor riqueza , de distinta génesis histórica y no se dan cuenta que esta misma diversidad los aleja del correcto tratamiento en el análisis cuantitativo y cualitativo educacional. Algo parecido ocurre cuando en Chile tratamos de estudiar las pruebas SIMCE como un todo, olvidando que el país posee tal diversidad que toda semejanza entre las regiones es solamente superficial. ¿Pueden extrañarnos las diferencias encontradas en los resultados de los tests nacionales? Para obviar el problema del determinismo causal interesaría aplicar nuevos conceptos, como la lógica difusa que en lugar de ser dicotómica incorpora criterios múltiples para la toma de decisiones y análisis de casos.

LIBERTAD EN EDUCACION

DR. NELSON CAMPOS VILLALOBOS


El término libertad viene del vocablo latino liber, en el sentido de la facultad de obrar y de no obrar y en el entendido que es la facultad de hacer y decir lo que sea lícito. Como señala Ferrater Mora (1994:2135-2136) este concepto ha sido usado de diversas maneras y en muy diversos contextos, de modo que es un término complejo, por ejemplo, dice Ferrater, se le ha entendido como posibilidad de autodeterminación; como posibilidad de elección; como acto voluntario; como espontaneidad; como margen de indeterminación, como ausencia de interferencia; como liberación frente a algo; como liberación para algo; como realización de una necesidad. Para Santo Tomás, no es posible la libertad sin moral porque la naturaleza humana se inclina naturalmente hacia el bien; muchos son los bienes que se presentan a la voluntad, pero el hombre se mantendrá libre en cuanto a ellos porque tiene una tendencia hacia el bien universal, que sobrepasa a todo lo que es parcial o que es limitado.
Hobbes (1588-1679) publicó en 1648 Leviathan, obra en que encontramos un admirable párrafo relativo al tema que estudiamos: (1548, 1998:106) en que señala: Por libertad se entiende, de acuerdo con el significado propio de la palabra, la ausencia de impedimentos externos, impedimentos que con frecuencia reducen parte del poder que un hombre tiene de hacer lo que quiere; pero no pueden impedirle que use el poder que le resta, de acuerdo con lo que su juicio y razón le dicten.
Desde una hermenéutica libertaria, Hobbes nos dice que aún el hombre más privado de libertad, como un esclavo, aún conservará la libertad de pensar, aún será libre en su interioridad. Después de Hobbes la discusión sobre la libertad, sus bienes y sus males, no encontrará una mejor expresión, sino hasta el advenimiento del siglo XVIII. Efectivamente, el concepto amplio de libertad humana no toma forma en la conciencia de la humanidad sino hasta la Revolución Francesa, pues en esa época aún existía la esclavitud en muchas partes del mundo. En el siglo XIX, cuando la esclavitud tiende a desaparecer del mundo civilizado, las libertades se refieren a variadas otras esferas de la conducta humana, como la religión, la política, el arte y los derechos humanos en general. Para el filósofo español Pelayo García Sierra, Los diversos conceptos mundanos, académicos del término libertad constituyen una constelación muy oscura, una nebulosa. De todas maneras, la idea de libertad es uno de los conceptos más potentes, más discutidos y más controversiales que se pueda encontrar en el amplio vocabulario de la humanidad y por lo mismo no es fácil de exponer y menos de llevar esta discusión al ámbito educacional sin pasar también por el político, el social y el religioso. Desde la epistemología, para muchos filósofos, la libertad puede entenderse como el dilema entre ser libres o no respecto de nuestra propia naturaleza humana o de ser o no libres frente a otros individuos. Para Hobbes (1588-1679), la libertad es la situación en la cual un hombre no es impedido o restringido por otros. Para Kant, es la capacidad de los seres racionales para determinarse a obrar según leyes de otra índole que las naturales, esto es, según leyes que son dadas por su propia razón; liber­tad equivale a autonomía de la voluntad. Kant expresa que La razón teórica no puede demostrar la existencia de la libertad pues solo es capaz de alcanzar el mundo de los fenómenos, mundo en el que todo está sometido a la ley de causalidad, y por lo tanto en el que todo ocurre por necesidad natural. Desde la perspectiva de la razón práctica, y si queremos entender la experiencia moral, cabe la defensa de la existencia de la libertad: si en sus acciones las personas están determinadas por causas naturales, es decir si carecen de libertad, no podemos atribuirles responsabilidad, ni es posible la conducta moral; de este modo, la libertad es la ratio essendi (la condición de la posibilidad) de la moralidad, a la vez que la moralidad es la ratio cognoscendi (lo que nos muestra o da noticia) de la libertad. Un viejo dilema, entre el determinismo versus el libre albedrío, es resuelto impecablemente con la argumentación Kantiana de esa autonomía de la voluntad. Señala Kant que todo obrar por un orden conocido previamente resuelta incompatible con lo que llama la espontánea libertad de la voluntad al encausar nuestra conducta en una dirección determinada. La existencia de la voluntad humana no admite un orden fijo y trascendente de realidades predeterminadas; ella es el verdadero Yo del Ser. En la confrontación sale triunfante el libre albedrío.
Jean Paul Sartre (1905-1980) opinaba que estamos condenados a ser libres, pues no podemos escapar al designio existencial de escoger entre una o más opciones, porque disponemos de un espíritu sometido a la responsabilidad emanada del libre albedrío, o sea, de la capacidad únicamente humana de escoger entre el bien y el mal, entre lo bueno y lo malo, lo imperfecto y lo perfecto y así siempre, en una infelicidad perpetua. Es el costo de la libertad para pensar. La idea subyacente es que solamente hay libertad cuando un hombre no es restringido o impedido de hacer su voluntad por los otros. Hay un deseo de que nos dejen en paz y tranquilidad para planear, expresar y realizar nuestras metas. Las obstrucciones a la libertad pueden venir de las leyes –que generalmente son restrictivas de alguna libertad- o de otras personas. Por su parte, Bunge (2002:261) entiende que la libertad es la de ser lo que uno desee ser, a condición de que ese intento ni implique una carga para la sociedad y no viole los valores básicos de los otros.
Ferrater Mora (1994:2136-2137):, con su reconocida rigurosidad conceptual y pertinencia en el manejo de las palabras, señala que la libertad, en un sentido primario, para los griegos tenía tres acepciones :
1. Libertad natural: sería la posibilidad de sustraerse, al menos parcialmente, a un órden cósmico predeterminado e invariable; es una especie de libertad ante el destino
2. Libertad social o política: equivale al concepto de autonomía o independencia en el actuar, como cuando las naciones escogen su propio destino 3. Libertad personal: es la siendo también autonomía e independencia, se entiende como posibilidad de actuar en forma independiente de las coacciones provenientes de la propia comunidad, creando su propio estado de libertad separado de esa comunidad pero actuando dentro de la ley, en una elección personal.
Como puede verse, en los tres tipos o estados de libertad está el germen de las concepciones religiosas, políticas e individuales que han llegado hasta la modernidad.

También la libertad puede entenderse desde dos vertientes:
1. La libertad interna, que es el libre albedrío, en que nuestra voluntad es soberana y por lo mismo sujeta a la responsabilidad de nuestra elección ante las muchas posibilidades que, en cada caso particular posee el ser humano. Esta libertad no se debe transar porque nadie ni nada pueden torcerla si no queremos hacerlo. Y si nos obligan, entonces ni en ese caso la hemos perdido porque la responsabilidad ya no será nuestra si no de quien tuerce nuestra libertad por la fuerza. 2. La libertad externa, que es la posibilidad de ordenar nuestra vida según lo que determina nuestra voluntad. Ya lo señala Sócrates cuando dice que esa libertad es un bien hermoso y magnífico, lo mismo para el individuo que para el Estado. Esas palabras resuenan bellamente desde hace más de 25 siglos, iluminando a todos los filósofos posteriores, toda vez que el propio Sócrates murió por defender sus principios, entre ellos el de la libertad de pensar.
Desde una primera aproximación epistemológica, el tema de la libertad es tremendamente complejo. Algunos pensadores creen que la ni la pobreza, ni la ignorancia ni la falta de capacidad constituyen per se algún tipo de obstáculo a la libertad (T.W. Moore, 1999:101). Examinaremos esa argumentación que parece interesante. Desde un enfoque práctico, podemos preguntarnos ¿Qué puede restringir nuestra libertad? Y la respuesta es que son muchas las fuentes que impiden el ejercicio de la voluntad soberana, por ejemplo, la escasez de recursos económicos, la falta de habilidades o aptitudes, la presencia de una enfermedad inhabilitante. En cambio la pobreza en sí misma o la ignorancia no restringen la libertad. Examinemos esta aparente paradoja. La libertad, en ese caso particular del estado de pobreza, no es alterada, falta solamente su realización o el uso de ella. En cambio, una dictadura puede limitar seria y efectivamente cualquier espacio de libertad. Entonces, para que exista una restricción es necesario que previamente exista la voluntad y los medios para escoger, lo que no ocurre cuando hay una barrera o fuerza externa, independiente de nuestro albedrío que la impide. Por ejemplo, deseo salir del país, tengo los medios necesarios, pero la policía, por la existencia de una orden judicial me lo impide. La libertad persiste, aún puedo escoger salir en el futuro, pero no puedo hacer uso temporalmente de ella por un asunto de mi propia autonomía personal y si el tribunal diera la orden en contrario, entonces el viaje se realizaría. El tribunal no ha eliminado la libertad, lo que ha impedido es el abandonar el país, lo cual no es lo mismo que decir que nunca podré viajar. Nada ha cambiado respecto al tema libertario. En cambio, si por una orden de un Estado dictatorial no puedo viajar y esa orden es arbitraria, sin una causa racional, independiente de mi actuar y que permanece invariable en el tiempo, ajena de mi voluntad y de los medios de que dispongo, ahora sí hay una externalidad o fuerza que ha eliminado por su voluntad mi libertad de viajar. Es un choque injusto de voluntades. Por su parte Hobbes nos da otro argumento a nuestra idea, cuando en Leviathan señala (1648, 1999: 107): Renunciar a un derecho a cierta cosa es despojarse a sí mismo de la libertad de impedir a otro el beneficio del propio derecho a la cosa en cuestión. En efecto, quien renuncia o abandona su derecho, no da a otro hombre un derecho que el este último no tuviera antes. No hay nada a que un hombre no tenga derecho por naturaleza: solamente se aparta del camino de otro para que éste pueda gozar de su propio derecho original sin obstáculo suyo, y sin impedimento ajeno. Para el post modernismo, la libertad puede ser concebida como un bien político en el que descansan los otros bienes sociales; es anterior a todos los demás bienes, como son la educación, la salud, la previsión social, la religión, toda vez que no afecta la posibilidad de escoger, ¿Cómo expresar entonces los grados de libertad? Para los filósofos de tradición liberal, la libertad se entiende como un acto humano que se debe realizar sin la intervención del Estado y por lo mismo debe reducirse éste a una expresión mínima, pues la sociedad se regularía a través del mercado. (Para una discusión lúcida de este problema, véase el Diccionario de Filosofía Latinoamericana, 2000: 224-226).
Marx tiene una concepción distinta a la mayoría de los filósofos políticos de cualquier época y esta ideología de la libertad tendrá enormes consecuencias para muchos millones de seres humanos que resultaron oprimidos por el peso del Estado en la praxis marxista. Según este teórico, la libertad individual es un mito burgués, es una apariencia puesto que lo que aparece como libre en el ser humano es dependiente de las condiciones materiales de la producción y la consecuencia de la llamada libertad es en realidad la toma de conciencia de las leyes necesarias de la historia y el situarse concientemente en esa dirección. De esta afirmación se desprende que la libertad individual no tiene sentido porque lo que realmente importa es la libertad de toda la especie, de toda la humanidad. ¿Cuándo se logrará, entonces, la plena libertad del género humano? Cuando surja la sociedad comunista, con la consiguiente extinción del Estado y de las clases sociales. Marx hablaba del salto a la libertad cuando se refería al estado hipotético en que se pasaría del socialismo al comunismo pleno. Como puede verse, los valores occidentales de libertad y derechos no tenía sentido en la filosofía marxista, al menos en la parte declarativa o discursiva de los textos.
Una verdad incontrovertible es que la libertad siempre tiene límites. Nadie es libre totalmente. La libertad humana siempre será limitada por la libertad de los demás, porque siempre el hombre estará escogiendo entre una y otra posibilidad y al hacerlo excluye a otras posibilidades. Esa exclusión es el destino de la libertad y nos estaremos siempre limitando a nosotros mismos. Por ejemplo, el amor a los hijos restringe la libertad de los padres de ir donde quieren o hacer lo que quieran en un momento dado. El amor, en toda su grandeza y plenitud nos hace menos libres al depender emocionalmente de otras personas. La libertad se torna, en ese caso, una quimera elusiva, porque nosotros mismos deseamos restringirla. El problema, entonces, surge de cuando los otros quieren, sin nuestro consentimiento, reducir la libertad que deseamos. La vida en sociedad implica necesariamente una reducción voluntaria e involuntaria de toda la libertad que desearíamos no ver afectada. La libertad tiene muchas vertientes, como la personal, la política, la ética y la religiosa. ¿Cómo ser felices si siempre nos estamos limitando a nosotros mismos?
Si la pregunta anterior es pertinente, la respuesta es que siempre estaremos condicionando nuestra libertad y el pronóstico es que a medida que la civilización se haga más reglamentada, cada vez los espacios de libertad serán más restringidos. Veamos un ejemplo: en Chile, el uso de la identificación obligatoria, con un número que se asigna al nacer y que nos acompaña toda nuestra vida, significa que el Estado llega a conocer toda nuestra vida, todo lo que compramos, todo lo que vendemos, donde viajamos y cuanto gastamos, con el interés de que paguemos los impuestos. Hemos cedido nuestra libertad sin darnos cuenta y ahora siempre estaremos esperando que el Estado se entrometa en nuestra vida o pretenda dirigirnos. ¡Si hasta sabe por donde nos desplazamos y a qué hora lo hacemos por las carreteras pagadas¡ Edgar Allan Poe (1809-1849) en The Raven escribió sobre su amor que había muerto: Nameless here forevermore (sin nombre aquí para siempre), pero ahora cualquiera sabe que una persona muerta continúa con su nombre; le llegarán cuentas de teléfono, de luz, de agua por mucho tiempo incluso figurará en la guía de teléfonos por varios meses más y aún años.. No hay libertad ni incluso después de morir.
La libertad va unida a los conceptos de igualdad y de equidad. Para Kant la idea de igualdad está en la base de la libertad de los ciudadanos, que tienen igual derecho a ella y considera que existe una innata igualdad en cada hombre que consiste en su derechos de ser independiente de verse sujeto por otros e nada más de lo que él mismo recíprocamente les sujeta. La libertad puede ser muy amplia, como en las democracias desarrolladas o estar restringida, como en las dictaduras. En Chile, se puede hacer todo aquello que la ley no prohíbe expresamente. Es un concepto legal de libertad, que pone límites a la libertad, pero rebajar la amplitud de ésta requiere que la restricción siga el ordenamiento exigido por la democracia, es decir, necesita el consenso del parlamento. En ese sistema político democrático toda restricción a la libertad es rechazada por los ciudadanos. Lo mismo ocurre en el sistema educacional. Podemos entender que en educación la libertad es importante, pero tratemos de definir qué tipo de libertad es la requerida y encontraremos que es frecuente el mal uso de las correctas acepciones posibles del término. Más bien, hay un abuso del concepto ya sea por ignorancia o por algún interés escondido. El principio del libre albedrío enunciado por Santo Tomás es muy orientador en este sentido. Libertad es simplemente la opción de escoger. Escoger entre ser sabio o ser ignorante; entre ser culto o inculto, entre amar o rechazar el conocimiento; es el poder seleccionar entre una escuela u otra; entre un oficio o una profesión; entre vivir en un determinado lugar geográfico u otro, entre el bien y el mal. Pero en nuestra sociedad resulta evidente que quien tiene realmente libertad es el que cuenta con los recursos económicos para hacerlo. Un niño de la marginalidad económica y social tiene muy pocos grados de libertad; es un prisionero de su realidad, pues no puede escoger. Es un prisionero pues hasta su desplazamiento está limitado a la cuantía de sus recursos, como así mismo hasta la elección de pareja resulta menos libre si se es pobre.
Para algunos pensadores, no es verdad que la educación proporcione más libertad al individuo, sino que más bien ella permite al hombre hacer uso de las libertades en el medio en que se educa, en otras palabras, proporciona una forma aprendida de hacer las cosas que otorga libertad a quien posee determinados conocimientos.
En las diversas civilizaciones, la musulmana es la que tiene una concepción maravillosamente amplia de la libertad. En la ideología político- religiosa del Islam la libertad constituye un artículo de fe, un mandato solemne que viene directamente de Dios. Esta libertad y el derecho a ser libre deviene de cuatro principios fundamentales: Primero, la conciencia del hombre sólo se halla sujeta a Dios, ante quien el hombre es directamente responsable. Segundo, todo ser humano es personalmente responsable de sus actos y obras y sólo él tiene derecho a recoger los frutos de su trabajo. Tercero, Dios ha delegado en el hombre la responsabilidad de decidir por sí mismo y por ello cuenta con libre albedrío. Cuarto, el hombre recibe a través de la educación y de la enseñanza religiosa una guía moral y ética necesaria y suficiente y puede entonces, racionalmente, tomar decisiones responsables y buenas para la comunidad en que vive. En este orden de ideas, el concepto coránico enseña a los creyentes que la libertad es un derecho natural, un don del espíritu, un ordenamiento moral y un deber religioso. Por eso el derecho individual a la libertad es sagrado y la libertad es tan importante como la propia vida. Pero el alcance es que este amplio concepto libertario es esencialmente válido para los musulmanes y no extensible a los que no pertenecen a la religión. Para acceder a la misma libertad el infiel debe aceptar la fe. He citado al Islam porque en él hay una valoración del papel de la educación en la formación ética de la juventud para que a partir de la incorporación de los valores pueda el hombre integrarse válidamente en su comunidad civil y religiosa.
Para la aplicación entre nosotros del concepto de libertad y su extensión filosófica, hay que reconocer que se aplica mejor entre iguales, como lo ha demostrado la historia de la humanidad. La igualdad en los Estados Unidos se ha establecido –no logrado-, desde la mitad del siglo XX, mediante leyes impositivas a favor del respeto a las minorías y severos castigos a los infractores, pero los efectos de la libertad ligados a equidad e igualdad aún no son perfectos para todas las minorías que conforman su población.
El liberalismo, como teoría política y social y más tarde el neoliberalismo con su preocupación por los aspectos económicos, ha centrado la discusión en la importancia de los conceptos de libertad y de igualdad. Pero algunos autores ven con ojos críticos el uso que dan los neoliberales en la práctica, es decir desde los gobiernos, a la igualdad y a la libertad. Velásquez (200:221-223) señala a la letra:
Lo que hasta hoy reporta la experiencia liberal latinoamericana es que esos valores, si bien indudable-mente son de gran importancia para el establecimiento de nuestras propias relaciones sociales, en la realidad no han dejado nunca de servir de fundamento a una racionalidad política que en el fondo lo que permite es sólo la justificación del poder y dominación de las elites en nuestras respectivas sociedades. De ahí que no sea casual que ya desde el siglo pasado el liberalismo en Latinoamérica se haya concebido no como esa edad dorada a la que nos referíamos anteriormente, sino como una época de hierro, como la edad de las oligarquías liberales latinoamericanas. Será la lógica del poder que impusieron e imponen dichas oligarquías lo que las llevará a contradecir en la práctica a la quinta esencia, a la columna vertebral de la doctrina liberal, esto es, al individualismo; pero sobre todo será lo que las llevará a preferir a la fuerza y no a la democracia. Por otro lado, el liberalismo concebido como motor del progreso humano dará pie a la existencia tanto de un radicalismo pragmático como de un romanticismo que verá a través de los intensos como dinámicos procesos de transformación urbana, la principal negación de nuestra identidad. De una identidad que se manifiesta en el tradicionalismo. La fuente del triunfo liberal en Latinoamérica se encuentra, pues, en el triunfo de la ciudad contra el campo. Triunfo que ―paradójicamente― definirá con mucho el carácter antiliberal de nuestras respectivas burguesías. A lo largo del presente siglo la actividad liberal se ha centrado en una lucha intensa consistente ésta tanto en la defensa del Estado de derecho como en la democratización de nuestras sociedades. Los movimientos y acciones encaminados hacia la defensa de las libertades públicas, de resistencia política y de oposición a las violentas dictaduras en Latinoamérica obligan al establecimiento de una valorización critica sobre el importante papel que ha jugado el liberalismo en nuestras respectivas realidades sociales. Como motiva también al establecimiento de toda una refundamentación permanente del propio liberalismo, en particular en estos tiempos en los que al parecer los presupuestos del individualismo que sustenta una economía que todo lo engloba y resuelve a través del mercado, tienden a reducir la democracia liberal a un simple juego de retóricas que para lo que sirven es solamente de nuevo marco de legitimidad de la tecnocracia neoliberal.
Hay dos problemas en cuanto a la libertad. El primero se refiere a las limitaciones a la libertad individual que vienen desde la misma sociedad o de parte de otros individuos o de instituciones. El segundo se refiere a la percepción del sentido de libertad que experimentan las personas en toda cultura o sociedad. No podemos siquiera pensar en una libertad absoluta para nadie. El primer problema es objetivo y el segundo es subjetivo, por lo cual es más fácil ponderar el primero. Veamos un ejemplo: el Estado trata, en forma impositiva de velar por los contenidos mínimos que debe entregar la escuela a los alumnos. Esto se hace para lograr la identificación con la nacionalidad y con los valores llamados nacionales. Esto es justo y necesario. Pero a su vez las escuelas quieren tener algún grado de libertad para enseñar los contenidos que consideran relevantes, por un asunto cultural, religioso o político, para sus sostenedores. Ambas posiciones chocan con la libertad del otro, ambas posiciones quieren su libertad –uno para coartar, el otro para hacer lo deseado- y surgirá tarde o temprano el conflicto de intereses. El grado de cumplimiento de la exigencia es mensurable, no así el sentimiento de malestar de parte de las escuelas o de la comunidad escolar. De todas maneras, cuando el Estado fija los contenidos mínimos está violentando la voluntad y la libertad de quienes nos dedicamos a la enseñanza, pues el problema vuelve a resurgir con fuerza: ¿Quién tiene derecho a fijar los contenidos de la enseñanza? ¿Son los padres de familia en su condición de apoderados; o los maestros, o se requiere el consenso de todos los participantes en el proceso educacional? Quizás no sea de ninguna manera torpe la idea de incluir a los padres en los consejos administrativos de las escuelas y liceos del país. Mejoraría sin duda la democratización de la conducción de los procesos de enseñanza-aprendizaje, como ocurre en otros países, entre ellos Estados Unidos.
Entre nosotros, el 30 por ciento de los estudiantes de primer año de universidad deserta. Esto nos indica que ese porcentaje de jóvenes ha tenido la libertad para acceder a las carreras escogidas libremente, pero al parecer han carecido de las aptitudes necesarias para aprobar las exigencias en un ambiente más severo y exigente que en la educación media en que se formaron sus hábitos y disciplina de estudio. Ellos han usado su libertad pero talvez no debieran haber ingresado a ese nivel de la educación superior. Habría sido mejor para ellos y sus familias que el gasto en dinero, tiempo y dedicación se hubiese empleado en un nivel en que se asegurara un rendimiento adecuado para aprobar, por ejemplo, una carrera técnica. Lo anterior demuestra que no toda libertad en educación es valiosa en sí misma, pues habría libertades que no van acompañadas de un logro ventajoso para el individuo o para la comunidad. Pero si existe la opción para escoger, piensan algunos expertos, ¿Por qué impedirlo? La opción social sería restringir el acceso a la universidad de tal manera que solamente quienes puedan asegurar el éxito académico ingresen a ese nivel. Pero también otros pueden alegar que no solamente las habilidades académicas aseguran un buen rendimiento en la universidad, pues hay muchas veces detrás de todo fracaso otros factores, como emocionales, amorosos, económicos, de inmadurez del joven, de mala orientación vocacional que también influyen y en forma poderosa en el fracaso. Para otros, es necesario que la mayor cantidad posible de jóvenes entre los 18 y los 25 años de edad estén estudiando lo que sea en las universidades, porque de otra manera estarían presionando por lugares de trabajo, aumentando los índices de cesantía y afectando la imagen del logro político y económico de los gobiernos que desean continuar en el poder a través de quienes los apoyan por supuestos logros. Si el análisis es correcto, escondiendo el problema de la cesantía juvenil no es aceptable para el bien común, porque se está aumentando la mas de egresados de carreras de educación superior que no tienen un lugar en la economía del país y más arde o más temprano, presionarán a los gobiernos por el derecho a trabajar. Finalmente, desde un punto de vista de filosofía práctica, cotidiana, la libertad solamente es posible cuando hay alternativas reales que seguir, sin coacción y sin impedimento alguno.

EQUIDAD Y EDUCACION

DR. NELSON CAMPOS VILLALOBOS

Cuando se leen trabajos referidos a equidad, se puede apreciar que los autores suelen emplear conceptos distintos aún cuando emplean las mismas palabras; lo mismo ocurre en la discusión pedagógica por lo que vale la pena clarificar lo que cada experto considera equidad. Muchas veces el debate político en torno a la equidad parece estéril y confuso simplemente porque los interlocutores no se han puesto de acuerdo primero en el sentido de lo que entiende cada uno por ese término. Por ello insistimos en la necesidad de la precisión conceptual y nos alargaremos en la búsqueda del correcto sentido de las palabras.
Desde el punto de vista histórico, la equidad es un concepto ya conocido por los juristas romanos, quienes adaptaron la ley a la regulación de los intereses sociales y que debía defender el sistema jurídico. Posteriormente, la idea de equidad pasa del derecho a la filosofía y de ahí a la política moderna, especialmente en la ideología contractualista de la que Ralws ha pasado a ser un líder reconocido y respetado.
La equidad es un concepto diferente en algunos aspectos y similar en otros al de igualdad, y contiene algunos elementos semánticos parecidos. La equidad busca restablecer la justicia en condiciones de desigualdad y por supuesto de diversidad. Veamos un ejemplo de equidad en relación a la carga tributaria de las personas: Hablamos de equidad cuando el Estado determina cómo se distribuye la obligación tributaria entre los contribuyentes, de acuerdo con el monto de sus ingresos. Aquí la equidad se relaciona con igualdad de deberes ante igualdad de ingresos. Hay equidad horizontal cuando dos personas que han obtenido los mismos ingresos, tributan exactamente la misma cantidad. Hay equidad vertical cuando habiendo diferencia de ingresos, pagan más impuesto quienes ganan más. En este último caso, es equitativo que quien gana más, pague más. Como se ve, hay un elemento fuerte de justicia en el concepto en estudio. La problemática más evidente surge porque no hay forma de conciliar los intereses del Estado con los intereses de los particulares, sobre todo si no existe solidaridad.
Una definición aceptable de equidad es considerarla como una virtud que consiste en no favorecer en el trato a unos perjudicando al resto. Desde un punto de vista axiológico, la equidad es una virtud porque todo el quehacer humano y todos sus logros se dan en unión con otras personas y entonces surge la necesidad de que ese interactuar que beneficia más a algunos y que forma una brecha entre quienes tienen más y los que casi nada tienen, se haga cada vez menor. El único factor que puede reducir más la diferencia, es sin duda alguna la solidaridad, como argumentamos anteriormente.
En la hermenéutica de la equidad, la idea oculta es que no hay una igualdad posible por la evidente diversidad del ser humano, por eso, para que sea justa la distribución de los bienes sociales hay que tomar en cuenta los casos particulares y obrar en función del individuo que tiene más necesidades, de manera tal que se establece una diferencia que es justa. Si hay solidaridad, la distinta distribución de los bienes se ve como una virtud y no como una imposición que perjudica más a algunos.
Para Nilo (1999) La equidad se refiere al uso de recursos públicos para redistribuirlos con el propósito de dar satisfacción a necesidades humanas dispares. Desde un punto de vista económico se la entiende como la obligación del estado de proveer igualdad de oportunidades.
Para UNESCO, en un documento de 2002, equidad implica educar de acuerdo a las diferencias y necesidades individuales, sin que las condiciones económicas, demográficas, geográficas, éticas o de género supongan un impedimento al aprendizaje.
Por mi parte, considero que la equidad se refiere al trato diferenciado que para suprimir la injusticia se aplica a los individuos y tiene por eso una parte de justicia distributiva. Por ejemplo, no es equitativo dar pasaje escolar a los más ricos pues ellos tienen dinero suficiente; lo que es equitativo es darles a todos los más pobres el acceso como estudiantes al pasaje liberado en la locomoción porque ellos no tienen recursos suficientes. También sería equitativo que los jubilados pagasen menos o estuviesen exentos del impuesto territorial debido a que las pensiones son bajas y estas personas gastan una proporción mayor de sus ingresos que los más jóvenes en problemas de salud y la adquisición de medicamentos. En otro ejemplo, no es equitativo subvencionar universalmente los combustibles como la gasolina porque en ese caso los más ricos también obtienen un beneficio que no necesitan pero que los favorece en desmedro de otras ventajas que podrían recibir los pobres con ese dinero. Reconocer las diferencias individuales socioeconómicas desfavorables para corregirlas es un problema de equidad. La igualdad en cambio es un derecho que no admite discusión pues hacerlo sería inmoral. Por ejemplo, la igualdad racial es un derecho de las minorías y cualquiera que sea racista comete una falta grave a la moral social. En cambio, equidad implica dar a todos los miembros de las mayorías y de minorías un trato semejante, de manera de no acentuar las diferencias. Así, todos los niños tienen iguales derechos en la comunidad y ésta les debe un trato igualitario, pero que podría ser diferente si estamos ante minusválidos, que requerirían mayor atención que un niño común en igualdad de condiciones pues no pueden los primeros valerse por sí solos al igual que los segundos. Equidad significa entonces procurar el acceso a la educación a todos por igual, pero cuidando la calidad de ella para que no sea desigual en cantidad, acceso y calidad.
Según Sergio Nilo (1999) la equidad educacional tiene diversas connotaciones según sea la concepción que tenga el Estado del sistema educativo. Este autor señala que para el que llama Estado Docentista la equidad se entiende como una provisión homogénea de educación. Para el Estado Democrático-emergente, sería la provisión educativa sensible a la diversidad y discriminativa a favor de los grupos más vulnerables. En cambio, para el Estado Modernista-Mercadista, ( en el que estamos ahora en Chile) la equidad se entiende como acceso a la oferta escolar y los problemas se resuelven con la focalización del gasto hacia los sectores más pobres.
El problema común de la equidad con la libertad y la igualdad es decidir de dónde provienen las políticas sociales, pues en un Estado democrático los ciudadanos han delegado esa misión en el parlamento y se espera que en el nivel político se lograra el necesario consenso. Esta idea es la que domina en todos los Estados modernos y debemos estar de acuerdo en que con todas sus imperfecciones no hay un sistema político alternativo que sea mejor. Lo que interesa es incorporar en el debate a los representantes de los padres y de los educadores y no es menos importante que se logre previo a la discusión el consenso en el significado de los términos que se emplean. Se necesita democratizar el debate más que tecnificarlo. Como demuestra el profesor Nilo, las definiciones de equidad varían según la modalidad política que tenga el gobierno que esté tratando el asunto. En el área privada hay un par de ejemplos de cómo las empresas pueden ayudar a la equidad. Por ejemplo, algunas cadenas de farmacias ofrecen un descuento a las personas de más de 60 años de edad, compensando de esta forma el mayor gasto que las personas hacen en recuperar la salud. Dejando de lado otros intereses de las cadenas, hay que reconocer que la ayuda que proporcionan es una forma de compensación que podríamos llamar pseudo egoísmo altruista, pues el objetivo oculto es premiar la lealtad de los clientes mayores y obtener a la larga más ganancias. En los cines y otros espectáculos, así como en el área de turismo también encontramos esas formas de egotismo altruista que al final, resultan ser una forma de equidad en el sentido filosófico que le hemos dado en este capítulo. Un buen ejemplo también es la gran contribución que ha hecho desde hace décadas el gremio del trasporte, al llevar gratuitamente a millones de escolares y facilitar mediante el carné escolar que se otorgue pasaje rebajado a los estudiantes. Ese aporte, que es una real ayuda para los padres de menores recursos nunca ha recibido el agradecimiento que se merece, pues el gremio ha dejado de percibir muchos millones de dólares. En educación habría que propiciar la existencia de formas similares de ayuda a la equidad comprometiendo a las empresas que venden productos de los que consumen los escolares. En conclusión, equidad no es lo mismo que igualdad, pese al uso que se da como conceptos equivalentes.

SI NO HAY IGUALDAD Y TAMPOCO HAY EQUIDAD EN LA EDUCACIÓN, ¿QUÉ PROPONEMOS?
En el análisis de los términos, hemos agotado las acepciones en cuanto a justicia, igualdad, equidad y libertad. Ninguno de ellos parece acercarnos a la solución de lo que ocurre en la educación nacional. Quizás equivocamos el enfoque y por eso estamos entrampados en los aspectos semiológicos. Busquemos otro camino en la definición de lo que esperamos de la educación. Si igualar no es posible, si la equidad del Estado no es suficiente y los esfuerzos en invertir en reformas no han permitido avanzar es por que algo está equivocado.
Lo que propongo es que la educación debe homogeneizarse. Veamos por qué. El vocablo homogéneo tiene una etimología compleja. Viene del latín medieval homogeneus, del griego homogenés, de homo= mismo, parecido, igual, común. El significado es compuesto de partes semejantes en su naturaleza. Esa es la idea, hacer que la diversidad se haga semejante en sus partes; que no aumente lo que es diferente. ¿Cómo homogeneizar a la educación en general que se imparte en dos sistemas distintos –el público y el privado? Se podría llegar elevando la calidad de la enseñanza en las escuelas públicas, de manera que gradualmente se acerquen en el dominio de contenidos y de habilidades a lo que se logra en las escuelas pagadas. Buscar la igualdad absoluta es imposible; buscar lo común y lo parecido es posible y sensato si se dispone de suficiente tiempo y suficientes recursos económicos. De acuerdo con las investigaciones internacionales, los gobiernos pueden hacer mucho para, usando a la educación como una poderosa herramienta, aumentar las ventajas de los más desfavorecidos, que son los pobres en cualquier país. Veamos algunas conclusiones del Informe de Naciones Unidas sobre el Estado de la Población Mundial (2002): Diferencias en el acceso a la educación y a los niveles de enseñanza en función de
la riqueza:
En casi todos los países en desarrollo, hay diferencias entre grupos con diferente nivel de riqueza en lo que atañe a la matriculación escolar y el nivel educacional, pero las diferencias varían ampliamente de un país a otro. En casi todos los países, los niños de 6 a 14 años de edad procedentes del quintil de hogares más ricos tienen probabilidades mucho mayores de estar matriculados en la escuela que los niños del 40% de hogares más pobres.
Las diferencias entre ricos y pobres son particularmente grandes (más de 45 puntos porcentuales) en varios países del África Occidental: Benin, Burkina Faso, Malí y el Senegal; y también en Marruecos y el Pakistán. En cambio, en Kenya, Malawi, Kazajstán y Uzbekistán se registran diferencias pequeñas.
Las mediciones del nivel de educación también muestran discrepancias en función de la riqueza que varían de un país a otro. Por ejemplo, en la India la discrepancia (en este caso, en la mediana del número de años de escolarización de jóvenes de 15 a 19 años de edad) entre el quintil más rico y el 40% más pobre es de 10 años, mientras que en Tanzanía es de sólo dos años
En muchos países, la mayoría de los niños procedentes de los hogares más pobres no han recibido ninguna educación. Un estudio reciente de 35 países en el África Occidental y Central y en el Asia Meridional mostró que en 10 países, la mitad o más de los jóvenes de 15 a19 años de edad de hogares pobres nunca completaron el primer grado.
Hace mucho tiempo que se llegó a un acuerdo internacional con respecto a que la educación primaria debía ser universal a principios del siglo XXI. Las discrepancias en la asistencia a la escuela y el nivel educacional en función del nivel de riqueza entrañan que los pobres distan mucho más de alcanzar dicha meta que los demás.
Muchos países alcanzarían la meta si elevaran la matriculación entre los pobres. Por ejemplo, en Colombia, Filipinas y el Perú, más del 70% de del déficit para alcanzar la educación primaria universal corresponde a los niños pobres. Hay sólo unos pocos países en desarrollo donde los ricos no han alcanzado ya la educación primaria universal .
Diferencias en función de la escolaridad de los padres:
Muchos estudios han mostrado que la educación de los progenitores guarda relación con el nivel educacional de sus hijos y que la educación de la madre suele ser más influyente que la del padre. La mayor influencia de una madre educada en las negociaciones en el hogar puede facilitar que obtenga más recursos para sus hijos. Las madres educadas tienen más probabilidades de incorporarse a la fuerza laboral, lo cual posibilita que sufraguen algunos de los costos de la enseñanza, y tal vez esas madres se percaten mejor de las ventajas de la escolarización. Y las madres educadas, que en promedio tienen menor cantidad de hijos, pueden dedicar más atención a cada uno de los niños.
Además de tener menor cantidad de hijos, las madres educadas tienen menos probabilidades de tener alumbramientos inoportunos o no deseados. Esto repercute en la escolarización, debido a que los padres y madres pobres a menudo deben escoger cuál entre sus hijos recibirá educación. Al tener muchos hermanos y hermanas, tal vez se reduzcan las posibilidades de educación de un niño, cuando los costos son un factor aun cuando en África al Sur del Sahara las redes de familias ampliadas reducen ese efecto al distribuir los costos entre sus miembros En unos pocos países, los hijos no deseados tienen un nivel educacional notablemente más bajo que el de los hijos deseados .
El Informe tiene una posición muy crítica respecto a la situación de los países más pobres y ve con alarma que la situación no está mejorando:
Aun cuando en el último decenio aumentó sustancialmente el acceso general a la educación básica en muchos países en desarrollo, los pobres tienen aún menos posibilidades de asistir alguna vez a la escuela, menos probabilidades de estar asistiendo a la escuela y más probabilidades de repetir grados que quienes están en mejor posición económica.
La reflexión que surge ante este sombrío diagnóstico, es que la inequidad no desaparece del sistema nacional solamente confiando en aumentar el nivel de acceso a la educación, concebido como igualdad de oportunidades. Lo que hay que hacer es disminuir la brecha en la calidad de la educación ofrecida a los más desventajados.
La reforma educacional tiende en Chile como en la mayor parte de Latinoamérica, a lograr mayor eficacia, medida esta como la capacidad de la escuela para lograr cumplir con sus metas y objetivos en pos de la calidad. Para esta necesidad se requiere:
1. Profesores bien capacitados en metodologías modernas: la escuela debe ser un centro de investigación permanente de su realidad y debería tener la libertad para escoger contenidos y diseñar el plan de estudios según su experiencia.
2. Investigación en el aula y en las escuelas para determinar cómo y con qué tecnologías incrementar la calidad del aprendizaje escolar
3. Evaluación económica cuidadosa de la inversión social en educación a fin de transparentar las inversiones
4. Participación activa y comprometida de la familia en el proceso educacional de la escuela. La enseñanza de los valores y la pedagogía centrada en los valores es nuestra propuesta.
5. Actualización permanente de los conocimiento y habilidades requeridas por los cambios en la economía , la producción de bienes, la incorporación de valor agregado a esos bienes y el intercambio cultural que se está haciendo con los países desarrollados por la vía de los Tratados de Libre Comercio.
Para terminar este apartado sobre inequidad, resumamos las ideas principales:
1. La escuela emplea una ideología meritocrática, basada en que los bienes sociales, como la educación, debe proporcionar acceso a la educación y asegurar la igualdad de oportunidades, con lo cual, en teoría, disminuye la desigual distribución de los bienes sociales
2. Sin embargo, las posiciones sociales ya está determinadas de antemano, porque la sociedad es desigual y los privilegios existen y se reproducen en los hijos. 3. La inequidad se combate mediante la compensación social basada en la solidaridad, de manera tal que el Estado debe garantizar la calidad de la educación que se recibe en cualquier escuela de Chile.

lunes, 3 de diciembre de 2007

CONCIENCIA Y PEDAGOGIA

Dr. Nelson Campos Villalobos
Del latín conscientia.Es un problema crucial de la filosofía y de la psicología y que tiene una vertiente pedagógica profunda, como veremos en este análisis. El término ha tenido dos acepciones, el primero como conocimiento moral y el segundo como conocimiento de la propia mente o de los fenómenos psíquicos que ocurren en ella. Actualmente, se considera como la capacidad de conocer el mundo externo, al mismo tiempo que se conoce el mundo emocional que constituye nuestra interioridad, nuestra imagen personal, se da cuenta de lo que nos ocurre y de lo que conocemos; nos da el autoconocimiento que llamamos identidad; nos permite vivenciar el pasado como una realidad, sentir el presente y proyectarnos en el futuro, manteniendo siempre nuestra mismidad o autoidentidad. En suma, la conciencia nos permite conocer lo que ocurre en nuestra mente y quienes somos, con lo cual se une el conocimiento del ser y el mudo externo.
En toda la obra de Aristóteles no hay un término que se refiera a conciencia en el sentido que hoy le damos. Lo más cercano es el sustantivo syneidesis, con el significado de darse cuenta y que emplea apenas siete veces en toda su extensa obra. La ausencia del concepto que analizamos en la filosofía del período griego clásico se debe a que el centro de atención del pensamiento fue el objeto de la conciencia y no el proceso o fenómeno. Solamente en el periodo helenístico, cuando la cultura griega se nutre del contacto con el imperio Alejandrino y posteriormente con el romano, se abre espacio en la filosofía para el análisis de los contenidos de la conciencia, cuando se llega al concepto de humanidad y se reflexiona sobre lo que significa el ser humano. Se pasa de esa manera a la idea de que somos una especie que posee un espacio único en el cosmos y que puede reflexionar sobre sí mismo. Posteriormente, en la edad media, Santo Tomás retoma la idea con el concepto de cum-scientia, lo cual quiere decir cum alia scientia, o sea, la aplicación de la ciencia a lo que el hombre sabe o conoce. Ahora, el hombre sabe que sabe y ese proceso es lo que llamamos reflexividad. Por lo demás, con esa toma de conciencia aparece la búsqueda de la verdad, por lo que ella es posterior a la primera, puesto que para encontrar la certeza del saber es preciso lograr el saber y reflexionar sobre él. Surge un proceso de comparación entre lo que se sabe y la realidad, en un proceso epistemológico continuo.Podemos entender al fenómeno de la conciencia como un logro superior de la evolución que se da solamente en la especie homo sapiens, y que constituye parte principal del psiquismo humano, que consiste en reflejar la realidad, el lenguaje y el propio conocimiento. La pedagogía basa su tekné en lograr en el alumno la reflexividad del pensar y lograr finalmente la toma de autoconciencia de su condición de miembro de la humanidad. La imagen que viene a mi mente no es la del maestro ante el alumno mostrándole el conocimiento, sino que es la del alumno ante un espejo que refleja al mundo, al cosmos y que a su vez devuelve el reflejo del joven. Ese espejo es la pedagogía, en el cual se encuentra en forma objetivada el maestro. Al término del proceso de formación se integra la triada buscada: el ser, la conciencia y la realidad.Volviendo al término moderno, la palabra viene del latín conscientia: En su sentido general, una interioridad por la que vivimos en nuestra mente de forma intencional la realidad de lo que nos rodea y de la cual sentimos que formamos parte, que a la vez nos permite darnos cuenta de nuestra existencia y de nuestros actos. Perder la consciencia o estar inconsciente es la privación de esa luz interior. El yo es un objeto construido por los actos conscientes. En la actualidad, hay una línea de trabajo basada en las neurociencias que señala que no existe la distinción mente-cuerpo, porque la consciencia es justamente una función del cerebro que desaparece al estar este órgano en coma o privado de vida. Según ellos, Descartes cometió un error al establecer la dualidad. Existiría un continuum entre la difusa consciencia de los animales y la nuestra, porque es innegable que algunos mamíferos superiores poseen en forma limitada esa función. Kant precisa el concepto cuando afirma que en los actos de la consciencia no se refleja una objetividad autónoma existente, sino que la objetividad como tal es un constitutivo propio de su actividad. En la práctica, la conciencia constituye un saber reflejo, pues hay en ella una reflexión sobre la realidad. Descartes se sorprende a sí mismo en esa reflexión cuando se da cuenta de su existencia porque puede pensar. En cierto modo, conciencia es la capacidad de darse cuenta de la propia existencia, del entorno y de la individualidad. Si bien hay más de dos milenios de investigación filosófica sobre este fenómeno, ha persistido la idea que es una función adjudicada únicamente a nuestra especie. En realidad, en la naturaleza hay un continuo, al menos entre los mamíferos, desde una forma primitiva hasta la máxima conciencia. La investigación neuropsicológica trata de demostrar que la conciencia es una función más del cerebro humano, como puede verse en los recientes trabajos de Francis Crik, pero no hay un análisis filogenético aún que nos explique la evolución de este fenómeno tan particular. El estudio de la conciencia ha pasado desde la metafísica a la biología, la medicina y recientemente a la interciencia que llamamos neurociencia, pero es evidente que aún no se encuentra el correlato neuronal o histológico para localizarla en el tejido cerebral humano, por lo cual si revisamos los conceptos, talvez habría más éxito en la investigación tratando de determinar qué tipo de conciencia poseen los otros mamíferos, en el supuesto que ese fenómeno sea más simple en ellos. Cualquiera que tenga un perro en su casa y lo haya criado de pequeño, sabe que la vida psíquica del animal es compleja y posee muchas de nuestras habilidades cognitivas, como la memoria, la atención y la expresión de lenguaje corporal y reconocimiento de sonidos complejos y su conciencia, en mínima expresión comparada con la de su dueño, sí existe. Coincido con Vigotsky en que la conciencia es el principal fenómeno de estudio para la psicología y más aún, en que es el objeto verdadero de estudio de esa ciencia. El comportamiento humano para poder ser estudiado requiere del meta-análisis de la conciencia puesto que en él hay mucho más que procesos biológicos, como es la subjetividad, los sentimientos, los cuales no son siempre ni aprendidos ni racionales.Como ha ocurrido continuamente en la historia de la ciencia, ésta siempre ha tomado, para tener un modelo explicatorio, a alguno de los paradigmas vigentes, como cuando en el siglo XVIII se hacían analogías entre el cuerpo humano y las máquinas de la época. Ahora se asimila de alguna manera al funcionamiento cerebral –la base del fenómeno de la conciencia- con el de los computadores, incluso empleando la jerga propia de esa disciplina, con términos como como programación; inteligencia artificial; respaldo de información, etc. Todo esto solamente es una aproximación a un fenómeno que es producto de un órgano sumamente complejo, cuyo funcionamiento aún no entendemos pero que algún día lo será. El problema filosófico de la conciencia moral, por ejemplo, está lejos de ser desentrañado, porque es tan complejo como el de la conciencia psicológica. Reducir este fenómeno de enorme complejidad a un fenómeno físico, químico o biológico es un tanto simplista, si bien cada ciencia es capaz de aportar lo suyo al estudio de este fenómeno. La conciencia aún espera su Einstein que nos proporcione una teoría explicatoria.
Por último, talvez no existe una sola conciencia, sino un conjunto de conciencias que trabajan juntas. Por mi parte, puedo distinguir: conciencia del Yo (como individuo, sin connotación psicoanalítica); conciencia moral; darse cuenta de los propios contenidos de conciencia; conciencia del tiempo y del tanscurrir de la vida propia; conciencia de la existencia de los otros; conciencia de mis sentimientos y los de los demás (como en la empatía y simpatía), conciencia del lenguaje y sentido de las palabras; conciencia perceptiva, como en la visión y muchas otros tipos, pues la variedad de las facultades humanas es infinita. Por otra parte, en lo que llamamos enfermedades mentales, se observa que en algunos casos se separan estos tipos de conciencia, como también ocurre en ciertos deficientes mentales, en que sobreviven milagrosamente determinados tipos de ella en desmedro de todas las demás. Por eso propongo hablar de consciencias. La idea no es nueva, puesto que Santo Tomás expone tres tipos de conciencia: una conciencia psicológica, otra que es cognitiva y una tercera que es moral.
La reflexividad del pensamiento es el punto clave para entender el fenómeno que nos ocupa en este apartado, porque en esa línea argumental la autoconciencia es el darse cuenta de que existe esa interioridad que se capta a sí misma. En la praxis vital la reflexión es como un espejo en que se refleja la conciencia, donde se conoce a sí misma y examina sus contenidos a la luz de la realidad. Desde el punto de vista de la pedagogía de los valores, lo que importa es despertar en el niño los sentimientos que asociados a la conciencia le permitan internalizar las conductas buenas, socialmente hablando. El estudiante, a nivel de enseñanza media debe aprender que la conciencia es un conjunto de habilidades desarrolladas en la evolución y que después de cerca de 4 mil millones de años llega a su máxima expresión en el ser humano; de ella nacen, la ciencia y el arte; los derechos humanos consagran la libertad de expresión y de pensamiento, y ambos son nada menos que funciones de ella . Mientras la psicología no tenga una buena teoría sobre el origen de la conciencia y su génesis y desarrollo en la evolución, no podrá ser considerada una ciencia dura.