Dr. Nelson Campos Villalobos
Una de las mejores frases sobre el rol del Estado en la educación, es la que señala: El problema de la educación no tiene solución porque el problema es el gobierno (cualquier gobierno). Esta idea es el punto de partida de la reflexión pedagógica sobre el estado de la educación en muchos países de la región, compuesta totalmente de países en vías de desarrollo. Es interesante pensar en que el discurso unánime, transversal a todos ellos, está en que los políticos coinciden en que la educación de calidad es vital para salir del subdesarrollo y sin embargo no hacen nada cuerdo ni sensato para llevar a la praxis esa idea. Por ejemplo, Chile ha aumentado su flota con aviones de guerra de última generación, los F16, de fabricación norteamericana, para dotar a su minúscula fuerza aérea con las mejores y más caras naves en su tipo, en circunstancia que no existe ninguna amenaza real de parte de sus vecinos, los cuales sí tienen derecho a sentir que tienen un peligro latente, porque ¿para qué se arma su vecino? La reflexión llega a una lamentable conclusión: el país se arma y sus vecinos tendrán también que caer en el juego de la inevitable compra de elementos bélicos para mantener un delicado y peligroso equilibrio militar que no se justifica ni económica ni moralmente. Más interesa tener vecinos contentos y que sean buenos socios comerciales a tener a sus gobiernos desconfiados y poco deseosos de aumentar el intercambio comercial.
Desde el punto de vista de justificar el gasto militar diciendo que se requiere renovar el arsenal defensivo, ello es una falacia. Renovar significa sustituir algo viejo por algo nuevo de la misma clase. Por tanto, con lógica impecable, si no se han tenido naves del tipo F16, entonces no se está renovando nada. Se está comprando algo que no teníamos y por tanto el delicado equilibrio militar se ha roto irremediablemente, aunque los vendedores se cuidaron de no vender las armas de última generación que portan esas aeronaves y por lo mismo carecen del potencial de ataque de los modelos en uso en los países desarrollados que los poseen. Hemos adquirido un material de entrenamiento increíblemente caro y sin utilidad práctica para los fines en que se ha gastado a manos llenas. Haga entender eso a los vecinos.
Podríamos pensar que Chile es un país rico y que como le sobra el dinero tiene derecho a sentirse tentado y con derecho a invertir sus sobrantes en armas de toda clase para jugar al poderío bélico. Pero el pequeño país, de ninguna manera es rico ni ha solucionado los problemas sociales que tiene. La educación es deplorable en calidad, los funcionarios encargados de ella no tienen la calidad técnica que se requiere para lograr cambios en el sentido correcto; se ha acumulado una enorme burocracia incapaz de resolver los más mínimos problemas educacionalesy una enorme cadena de errores. ¿Por qué ha ocurrido esto? ¿Por qué el deterioro continuo de esa educación que fuera un orgullo del país? ¿Qué ocurrió con el experimento social más prolongado y exitoso de nuestra historia que fue la educación obligatoria nacional?
Por lo que sabemos, los gastos en educación o en salud no generan dineros ocultos para el provecho privado de los compradores, pero sí es habitual el uso de coimas en la venta de armamentos, como denuncia la prensa mundial y se ha visto en las investigaciones que se llevan a cabo en nuestros tribunales.
Lo que puede preocupar a todos los ciudadanos es que no tiene ningún sentido práctico el gasto bélico desmesurado, porque ello trae más pobreza, menos calidad de la educación y menos capacidad en salud para atender a la población más desfavorecida. La referencia a más pobreza deviene en el hecho que los países sin tecnología como nosotros debemos adquirir prácticamente todo el armamento en el exterior y todo mayor gasto significa dejar en manos de los países ricos el dinero tan necesario para comprar vacunas e insumos médicos o educacionales. Los gobiernos se excusan en que la Ley del Cobre obliga a entregar a las Fuerzas Armadas el 10% de las utilidades de la venta del cobre, pero es otra falacia lógica, porque las leyes se pueden cambiar cuando son evidentemente injustas. Un bien nacional de mejor sentido social sería destinar el 10% indicado a mejorar la educación.
Me extraña que la izquierda abandonara en tan pocos años su admirable posición de los años 50 y hasta el comienzo de los 90 del siglo pasado, cuando luchaba contra la dictadura y hacía una crítica social profunda, desgarradora. Hasta el presente, no he escuchado ni una sola queja de la izquierda sobre la mala calidad de la salud o de la educación, salvo las escasas voces solitarias de algunos parlamentarios. A su turno, ninguno de los partidos políticos existentes, ya sea de derecha o izquierda, ha expuesto ideas contrarias al gasto en armas. Estamos tan sin reflexion ni responsabilidad como el mundo en los años treinta, cuando Alemania empezó a armarse sin que nadie se quejara, porque justamente los que fueron posteriormente sus enemigos estaban felices de vender lo que los nazis necesitaban para su próxima guerra mundial. Además carecemos de crítica ante los actos de los gobiernos. Habría sido bueno, correcto y justo preguntarle al pueblo mediante un plebiscito si queremos más armas o mejor educación y salud.
Antes que comprar aviones, tanques, helicópteros, misiles y bombas, habría querido un país que contando con excelentes y bien adiestradas fuerzas armadas, lo que nadie puede negar de Chile, hubiese invertido los excedentes del cobre en crear tecnologías propias en lo militar, como construir los barcos y armas en el propio país, mediante contratos con los fabricantes del exterior, para la fabricación local de esos productos, dando trabajo a la población. Tirar el dinero sin nada a cambio es insensato y torpe, dado el valor inmenso de lo que hemos comprado y los propios militares debieron, en un gesto patriótico, haber declinado el gasto por el bien de Chile. Eso hubiera hecho sin duda Bernardo O’Higgins y los demás padres de la patria.
Lo que necesita Chile, y se ha demostrado en cuanta catástrofe natural hemos tenido, es disponer de más helicópteros, más aviones para combatir incendios forestales, más medios para atender a los ciudadanos en caso de temporales y terremotos, tener más elementos de detección temprana de catástrofes, como una buena red de sismógrafos e implementos para la vulcanología; crear fuentes alternativas de energía, etc. Las fuerzas armadas son insuperables e insustituibles para actuar en esas situaciones de tragedias naturales y necesitan medios que el país gustosamente debería entregar. Como puede verse, no pido nada descabellado ni creo que existan argumentos en contra de la idea de emplear mejor el dinero que es de todos.
Si de defensa se trata, hablemos en el frente interno del problema mapuche que está en marcha, de la irritación de las personas por las carencias en salud, la miseria del Transantiago con su ingente derroche de fondos fiscales, la desigualdad económica creciente y la falta de equidad y el crecimiento de la delincuencia . Parece que equivocamos la brújula social y en lugar de ayudar al quintil más pobre lo estamos haciendo con el quintil más rico, que cada día concentra la riqueza de la nación en menos manos. Todos esos problemas generarán algún día más violencia de la que deseamos para nuestro querido país.
Desde el punto de vista de los profesores, debe ser penoso para cada uno de ellos saber que si bien gastamos en aviones carísimos, el gobierno no tiene ninguna intención de pagar a los maestros la deuda histórica pese a que la ley lo obliga. Como le dijera la Madre Teresa al Papa: "Venda, Santo Padre, el Mercedes que usa", quizás fuese igual de potente la idea que vendamos el avión Presidencial y usemos para las autoridades los medios ordinarios, como cualquier dirigente de un país en desarrollo. Lo inquietante es que los funcionarios de alto rango se comportan como si fueses exitosos empresarios gastando su propio dinero. El problema es que los fondos son de todos y el gobierno solamente debería administrar, con responsabilidad y sensatez lo que hemos dejado a su cuidado. ¿Quién es el problema verdadero?
sábado, 15 de agosto de 2009
miércoles, 3 de junio de 2009
EDUCACION E INSENSATEZ
Insensato significa tonto, fatuo, sin sentido, es decir, una tontería. Por lo mismo pensar en que la alta conducción de la educación de Chile pueda ser insensata es una idea inquietante, triste. En realidad la educación no es solamente una entidad concreta, sino también una abstracción que implica la dirección y el manejo de parte de alguien que se espera sea racional. Sin embargo, los últimos cuarenta años de la historia educacional de Chile han demostrado que quienes han dirigido y dirigen las políticas nacionales en la materia, han fracasado y la mala calidad de la educación ha sido fruto de muchas personas que no son ni profesionales ni pensadores destacados ni menos educadores reconocidos. Al contrario, pareciera que quienes han tenido en sus manos la educación han estado poco iluminados, seleccionados políticamente y por lo mismo han sido incapaces de una reflexión seria sobre el tema. Hemos ido de mal en peor pese a las numerosas reformas llevadas a cabo, todas ellas sin evaluación alguna. Por ejemplo, ¿En cuanto ha mejorado la educación nacional gracias a la jornada extendida? Parece que el efecto ha sido todo lo contrario, pues las pruebas internacionales aplicadas en el país señalan una baja sostenida.
Las carencias de la Educación pública en las cuatro décadas últimas son varias:
1.- Carencia de personal de alto nivel técnico. Los doctores en educación no han sido incluidos en la planta; en cambio, se ha repletado el Ministerio de Educación de operadores políticos, verdaderos comisarios al estilo de la vieja Rusia, dedicados a cumplir tareas proselitistas y a entorpecer el accionar de quienes verdaderamente saben de educación. Una pregunta que seguramente no querrán contestar en ese Ministerio es señalar cuántos doctores en educación prestan servicios efectivos u ocupan alguna alta jerarquía. Por lo demás, este año hemos pasado por la verguenza que una Ministra haya sido destituida mediante una acusación constitucional por la extrema negligencia en el cargo. Lo dijo el Senado, no yo.
Se da el caso curiooso que uno de los más aclamados expertos educacionales de los años ochenta y noventa confesó al Diario La Tercera que solamente tiene licencia de enseñanza media y que lo de Abogado PUC y Sociólogo por Oxford era un equívoco del cual son culpables los periodistas que le achacaban esos títulos y no él. Lo que nos da una pista acerca de lo mal que ha sido conducida nuestra pobre educación. Como señala un director de establecimiento de educación media privada, "estamos en esta materia en manos de necios" (necio=el que no sabe).
Para pertenecer a los más altos consejos educacionales que ha creado la burocracia, no se requiere ser ni doctor ni magíster. Ese requisito mínimo de ilustración y conocimientos no tiene significado alguno para quienes deberían pensar que las competencias, en cualquiera materia, no se consiguen sin estudio y dedicación. ¿Dejaría Ud. que un edificio fuese construido por un aficionado a la arquitectura? Por supuesto que no. Pero cuando tratamos de la educación del país, cualquier aficionado puede ocupar altas jerarquías y practicar el intrusismo profesional sin tener que explicar nada al país por sus fracasos y errores. Otro directivo educacional extranjero señalaba en un seminario que en América Latina cualquier igorante puede hablar de educación y encontrará público para sus consejos. Está claro que si las autoridades tuviesen un real respeto por la educación procurarían que ella fuese diseñada y conducida por expertos, evaluada permanentemente e informando a la nación de sus metas, logros y fracasos. Si la educación se mide por el gasto fiscal, es una tremenda inversión que hace nuestro país y los resultados no van de la mano de la calidad.
Por otra parte, la burocracia nombrada a dedo no tiene ninguna responsabilidad ante el país. Cuando hay un fracaso notorio, se les cambia de cargo o se les da una Embajada, como ocurrió cuando la funcionaria a cargo de asignar las becas para la educación superior las entregó a los ciudadanos más ricos, pues invirtió sin darse cuenta de ello la escala de prelación y ninguno de los funcionarios involucrados en ese absurdo se dio cuenta del error. Luego, se raspa en el fondo del barril del partido político para encontrar a quien esté dispuesto a pasar malos ratos en el cargo de autoridad. Como se demuestra, los encargados de la educación suelen ser polivalentes políticamente, sirven para cualquier tarea que se les asigne y sus errores son tapados con una presteza digna de mejor causa.
2.- La educación es considerada como una modesta empresa social: Esa misma burocracia no ha logrado entender –porque es incapaz de reflexión pedagógica- que la educación es la más alta empresa de un país, que es la única intervención social que permite movilidad e inmuniza contra la pobreza y la cesantía. De esta ignorancia se deriva el mal uso de los recursos, como los libros gratuitos que no se entregan a los niños y se guardan en bodegas porque nadie se interesa en cumplir con su deber o en las subvenciones sin respaldo que se investigan en la Contraloría y que espera el país que se denuncien las irregularidades a los tribunales de justicia . Y mientras ello ocurre, los altos empleados siguen con sus emocionantes tareas tales como recibir visitas extranjeras, almorzar largas horas y negarse a contestar a los ciudadanos que requieren cumplir con trámites o simplemente pedir o sugerir algo a la autoridad.
2.- Carencia de políticas educacionales de mediano y largo plazo: Hace falta un Libro Blanco de la Educación que explicite qué es lo que quiere el estado para la educación en todos sus niveles, qué personas queremos formar, qué nivel de calidad esperamos lograr y en cuanto plazo y quienes son los funcionarios responsables de esa tarea . Sin políticas claras y transparentes no mejoraremos la calidad de la educación, pues sin ellas no hay brújula pedagógica alguna.
3.- Incapacidad de los culpables para reconocer las falencias de la educación porque solamente desde ese punto de diálogo mínimo con la verdad se podrá comenzar a reconstruir la desencantada, pobre, triste y aburrida educación nacional. La mala calidad se puede revertir mediante medidas convenientemente aplicadas y siempre que haya una evaluación continua con medidas remediales también oportunas. Prácticamente ningún país desarrollado está totalmente conforme con la educación que reciben sus hijos, pero todos cuentan con Ministerios del ramo muy competentes, confiables, con una burocracia ilustrada reducida en número y sometida a escrutinio también permanente. Lo peor que nos pasa es conformarnos con el hecho que en la Región hay países que están peor que nosotros, como si sirviera de algo esa constatación.
4.- Pareciera que la autoridad educacional concibe que el hombre es un robot, que debe ser educado solamente en base a competencias, sin horizontes filosóficos ni valóricos, sin teorías pedagógicas visibles ni contrastables. La teoría pedagógica centrada en educar en competencias quita lo más humano de la educación, pues la reduce al simple logro técnico y convierte al ser humano en una máquina en que aprende, como en una caja de Skinner, mediante reflejos condicionados. Este neoconductismo que parecen amar nuestros burócratas educacionales, sirve para entrenar, pero no para educar en el sentido humanista y hermoso del término enseñar. El llamado currículo oculto es quizás lo más importante en la educación del ser humano. Como muchas modas pedagógicas, aquella basada en las competencias, posee una heurística poco clara y perversa, pues pretende solamente conseguir elementos prácticos y ni de cerca pretende, por ejemplo, estatuir un conocimiento basado en el pensamiento crítico. Quizás el objetivo último sea tener una masa ciudadana sin capacidad de pensar por sí mismos, sumisos al régimen político que detenta el poder y educados en un pensamiento mágico prelógico.
5.- Incapacidad de una propuesta seria de Ley de Educación: El proyecto en estudio, al ser analizado cuidadosamente, presenta una seria irracionalidad: los postulados que enuncia no tienen asidero en el articulado; si la leen bien se darán cuenta de ello. La nueva ley será una LOCE llevada al extremo, que pretende revivir y entronizar al viejo y caduco Estado Docente. Si el Estado ha demostrado que es un mal administrador, que es incapaz siquiera de llevar ordenadamente, con una contabilidad básica y con con seriedad el tema de las subvenciones escolares, entonces es insensato pretender convertirse en controladores de lo que funciona bien: la educación privada. Las autoridades deberían darse cuenta que lo que hay que mejorar es la calidad de la enseñanza que imparte el propio Estado. Allí es donde hay que controlar, ayudar y sostener; allí es donde hay que obtener una burocracia del más alto nivel, formada por expertos bien pagados y con una carrera seria y respetada por delante. Hay que reclutar a los mejores profesionales jóvenes para esta tarea, jubilar convenientemete a los más antiguos y sacar a los que no tienen calificaciones necesarias. ¿Por qué no llamar a concursos transparentes, apelables y donde solamente la competencia profesional y los valores éticos sean los necesarios para servir al Estado?
El rol gubernamental de agencia de empleo no es presentable; es un mal ejemplo para los jóvenes. Y se quejan porque esos jóvenes no quieren inscribirse en los registros electorales.
6.- La educación nacional, al volver a las andadas del Estado Docente todopoderoso, borra la libertad de enseñanza, destruye la creatividad y la flexibilidad que requiere el proceso educacional en un mundo globalizado; impide llevar adelante proyectos educativos propios e innovadores; crea una mayor burocracia y permite expresamente, por ejemplo, que quienes han sido culpables del desastre pasen a integrar sin más, a las nuevas estructuras burocráticas destinadas a controlar y controlar a la educación privada.
7.- El proyecto de Ley de Educación mantiene como estamentos estancos a los componentes de la educación superior; no hay ninguna comunicación entre los Centros de Formación Técnica, los Institutos Profesionales y las Universidades, condenando a los egresados a mantenerse dentro de su categoría ocupacional, pues el nivel superior no reconoce ni convalida los estudios anteriores. Volvemos a quitarle a la educación la movilidad social que se produce necesariamente cuando una persona puede acceder con facilidad al nivel superior de educación.
8.- Todo gobierno aspira a vencer la inequidad de la población. Es una hermosa bandera de lucha por los votos de los ciudadanos; justifica el hambre de poder. Pero nadie se ha dado cuenta que para los ciudadanos de mayores ingresos hay un premio extraordinario: esos padres pagan hasta más de mil dólares mensuales por la colegiatura en los colegios privados. Gracias a esa circunstancia sus hijos reciben una educación de primera calidad y por lo mismo obtienen altos puntajes en la PSU. Entonces, con esos buenos puntajes ingresan a las mejores universidades del país –las Estatales- donde se les cobra un máximo de cerca de quinientos dólares. O sea, todo el país les regala la mitad del costo de la educación. En cambio, el más pobre seguirá sin poder optar a una educación de calidad y si tiene suerte obtiene la ayuda del Estado mediante una beca. Señores burócratas, señores políticos, equidad significa compensación; no es sinónimo de igualdad. No se necesita una visión de alta política para entender ese concepto tan simple, pero si no lo entendemos, por una precaria moralidad social, entonces jamás solucionaremos este dilema entre justicia y equidad y tendremos más de lo mismo.
9.- La mala calidad de la entidades formadoras de maestros: Hemos llegado a un estado lamentable en cuanto a formación de maestros. Donde debían reclutarse a los más aptos, con verdadera vocación, dotados de preclara inteligencia y entregarles el amor del Estado por la preciosa tarea que realizarán, no hay políticas de formación de maestros por parte del Estado que sean aplicables, medibles y asegurables en el tiempo. Esta es una tarea de Estado, que debería ser vista con la misma seriedad con que los gobiernos toman a la Defensa Nacional que es igual para todos los ciudadanos, sin distinción de género, edad o clase social; observable, comparable y medible y dotada de los presupuestos necesarios para hacerla eficiente y eficaz. Ese modelo exitoso, que hace que las instituciones de la defensa marchen como un reloj bien regulado, es el que debe aplicarse a los jóvenes que deseen dedicarse a la educación y tengan los atributos intelectuales y morales adecuados. Educación gratuita para ellos, debería ser la meta del país, con sueldos adecuados a la función y con atribuciones para el desempeño de la profesión en el mejor de los climas humanos. De otra manera, ¿A qué calidad de enseñanza aspiramos?
10.- No hay un diálogo democrático sobre la educación: No basta con formar comisiones para buscar y lograr el consenso en esta materia. Por ejemplo, la Comisión Presidencial formada para sentar las bases de una nueva legislación luego de la Revolución Pinguina, hizo un informe bastante adecuado y con algunos puntos sobresalientes. Sin embargo, el nuevo proyecto NO tomó en consideración ese esfuerzo y en una conducta antidemocrática presenta un proyecto deficiente, incompleto y contradictorio entre los principios que supuestamente lo guían y el articulado. Es como si el viejo copiar y pegar estuviese funcionando en las alturas burocráticas. Si no lo creeen, tómense el tiempo, queridos lectores, de leer con cuidado ese engendro.
Finalmente, lo que tiene claro cualquier ciudadano medianamente informado, es que lo que anda realmente mal no es la educación privada, sino la educación que entrega el propio Estado. Entonces hagamos que el proyecto de ley en discusión se dirija a lo que se debe hacer: supervisar, apoyar y modernizar a ese tipo de educación y dejemos a la privada en condiciones de libertad necesaria para seguir dando buena educación. Volvamos a tener una educación de la cual sentirnos orgullosos, que sea igualadora, sensata, equitativa, de calidad y gratuita.
Las carencias de la Educación pública en las cuatro décadas últimas son varias:
1.- Carencia de personal de alto nivel técnico. Los doctores en educación no han sido incluidos en la planta; en cambio, se ha repletado el Ministerio de Educación de operadores políticos, verdaderos comisarios al estilo de la vieja Rusia, dedicados a cumplir tareas proselitistas y a entorpecer el accionar de quienes verdaderamente saben de educación. Una pregunta que seguramente no querrán contestar en ese Ministerio es señalar cuántos doctores en educación prestan servicios efectivos u ocupan alguna alta jerarquía. Por lo demás, este año hemos pasado por la verguenza que una Ministra haya sido destituida mediante una acusación constitucional por la extrema negligencia en el cargo. Lo dijo el Senado, no yo.
Se da el caso curiooso que uno de los más aclamados expertos educacionales de los años ochenta y noventa confesó al Diario La Tercera que solamente tiene licencia de enseñanza media y que lo de Abogado PUC y Sociólogo por Oxford era un equívoco del cual son culpables los periodistas que le achacaban esos títulos y no él. Lo que nos da una pista acerca de lo mal que ha sido conducida nuestra pobre educación. Como señala un director de establecimiento de educación media privada, "estamos en esta materia en manos de necios" (necio=el que no sabe).
Para pertenecer a los más altos consejos educacionales que ha creado la burocracia, no se requiere ser ni doctor ni magíster. Ese requisito mínimo de ilustración y conocimientos no tiene significado alguno para quienes deberían pensar que las competencias, en cualquiera materia, no se consiguen sin estudio y dedicación. ¿Dejaría Ud. que un edificio fuese construido por un aficionado a la arquitectura? Por supuesto que no. Pero cuando tratamos de la educación del país, cualquier aficionado puede ocupar altas jerarquías y practicar el intrusismo profesional sin tener que explicar nada al país por sus fracasos y errores. Otro directivo educacional extranjero señalaba en un seminario que en América Latina cualquier igorante puede hablar de educación y encontrará público para sus consejos. Está claro que si las autoridades tuviesen un real respeto por la educación procurarían que ella fuese diseñada y conducida por expertos, evaluada permanentemente e informando a la nación de sus metas, logros y fracasos. Si la educación se mide por el gasto fiscal, es una tremenda inversión que hace nuestro país y los resultados no van de la mano de la calidad.
Por otra parte, la burocracia nombrada a dedo no tiene ninguna responsabilidad ante el país. Cuando hay un fracaso notorio, se les cambia de cargo o se les da una Embajada, como ocurrió cuando la funcionaria a cargo de asignar las becas para la educación superior las entregó a los ciudadanos más ricos, pues invirtió sin darse cuenta de ello la escala de prelación y ninguno de los funcionarios involucrados en ese absurdo se dio cuenta del error. Luego, se raspa en el fondo del barril del partido político para encontrar a quien esté dispuesto a pasar malos ratos en el cargo de autoridad. Como se demuestra, los encargados de la educación suelen ser polivalentes políticamente, sirven para cualquier tarea que se les asigne y sus errores son tapados con una presteza digna de mejor causa.
2.- La educación es considerada como una modesta empresa social: Esa misma burocracia no ha logrado entender –porque es incapaz de reflexión pedagógica- que la educación es la más alta empresa de un país, que es la única intervención social que permite movilidad e inmuniza contra la pobreza y la cesantía. De esta ignorancia se deriva el mal uso de los recursos, como los libros gratuitos que no se entregan a los niños y se guardan en bodegas porque nadie se interesa en cumplir con su deber o en las subvenciones sin respaldo que se investigan en la Contraloría y que espera el país que se denuncien las irregularidades a los tribunales de justicia . Y mientras ello ocurre, los altos empleados siguen con sus emocionantes tareas tales como recibir visitas extranjeras, almorzar largas horas y negarse a contestar a los ciudadanos que requieren cumplir con trámites o simplemente pedir o sugerir algo a la autoridad.
2.- Carencia de políticas educacionales de mediano y largo plazo: Hace falta un Libro Blanco de la Educación que explicite qué es lo que quiere el estado para la educación en todos sus niveles, qué personas queremos formar, qué nivel de calidad esperamos lograr y en cuanto plazo y quienes son los funcionarios responsables de esa tarea . Sin políticas claras y transparentes no mejoraremos la calidad de la educación, pues sin ellas no hay brújula pedagógica alguna.
3.- Incapacidad de los culpables para reconocer las falencias de la educación porque solamente desde ese punto de diálogo mínimo con la verdad se podrá comenzar a reconstruir la desencantada, pobre, triste y aburrida educación nacional. La mala calidad se puede revertir mediante medidas convenientemente aplicadas y siempre que haya una evaluación continua con medidas remediales también oportunas. Prácticamente ningún país desarrollado está totalmente conforme con la educación que reciben sus hijos, pero todos cuentan con Ministerios del ramo muy competentes, confiables, con una burocracia ilustrada reducida en número y sometida a escrutinio también permanente. Lo peor que nos pasa es conformarnos con el hecho que en la Región hay países que están peor que nosotros, como si sirviera de algo esa constatación.
4.- Pareciera que la autoridad educacional concibe que el hombre es un robot, que debe ser educado solamente en base a competencias, sin horizontes filosóficos ni valóricos, sin teorías pedagógicas visibles ni contrastables. La teoría pedagógica centrada en educar en competencias quita lo más humano de la educación, pues la reduce al simple logro técnico y convierte al ser humano en una máquina en que aprende, como en una caja de Skinner, mediante reflejos condicionados. Este neoconductismo que parecen amar nuestros burócratas educacionales, sirve para entrenar, pero no para educar en el sentido humanista y hermoso del término enseñar. El llamado currículo oculto es quizás lo más importante en la educación del ser humano. Como muchas modas pedagógicas, aquella basada en las competencias, posee una heurística poco clara y perversa, pues pretende solamente conseguir elementos prácticos y ni de cerca pretende, por ejemplo, estatuir un conocimiento basado en el pensamiento crítico. Quizás el objetivo último sea tener una masa ciudadana sin capacidad de pensar por sí mismos, sumisos al régimen político que detenta el poder y educados en un pensamiento mágico prelógico.
5.- Incapacidad de una propuesta seria de Ley de Educación: El proyecto en estudio, al ser analizado cuidadosamente, presenta una seria irracionalidad: los postulados que enuncia no tienen asidero en el articulado; si la leen bien se darán cuenta de ello. La nueva ley será una LOCE llevada al extremo, que pretende revivir y entronizar al viejo y caduco Estado Docente. Si el Estado ha demostrado que es un mal administrador, que es incapaz siquiera de llevar ordenadamente, con una contabilidad básica y con con seriedad el tema de las subvenciones escolares, entonces es insensato pretender convertirse en controladores de lo que funciona bien: la educación privada. Las autoridades deberían darse cuenta que lo que hay que mejorar es la calidad de la enseñanza que imparte el propio Estado. Allí es donde hay que controlar, ayudar y sostener; allí es donde hay que obtener una burocracia del más alto nivel, formada por expertos bien pagados y con una carrera seria y respetada por delante. Hay que reclutar a los mejores profesionales jóvenes para esta tarea, jubilar convenientemete a los más antiguos y sacar a los que no tienen calificaciones necesarias. ¿Por qué no llamar a concursos transparentes, apelables y donde solamente la competencia profesional y los valores éticos sean los necesarios para servir al Estado?
El rol gubernamental de agencia de empleo no es presentable; es un mal ejemplo para los jóvenes. Y se quejan porque esos jóvenes no quieren inscribirse en los registros electorales.
6.- La educación nacional, al volver a las andadas del Estado Docente todopoderoso, borra la libertad de enseñanza, destruye la creatividad y la flexibilidad que requiere el proceso educacional en un mundo globalizado; impide llevar adelante proyectos educativos propios e innovadores; crea una mayor burocracia y permite expresamente, por ejemplo, que quienes han sido culpables del desastre pasen a integrar sin más, a las nuevas estructuras burocráticas destinadas a controlar y controlar a la educación privada.
7.- El proyecto de Ley de Educación mantiene como estamentos estancos a los componentes de la educación superior; no hay ninguna comunicación entre los Centros de Formación Técnica, los Institutos Profesionales y las Universidades, condenando a los egresados a mantenerse dentro de su categoría ocupacional, pues el nivel superior no reconoce ni convalida los estudios anteriores. Volvemos a quitarle a la educación la movilidad social que se produce necesariamente cuando una persona puede acceder con facilidad al nivel superior de educación.
8.- Todo gobierno aspira a vencer la inequidad de la población. Es una hermosa bandera de lucha por los votos de los ciudadanos; justifica el hambre de poder. Pero nadie se ha dado cuenta que para los ciudadanos de mayores ingresos hay un premio extraordinario: esos padres pagan hasta más de mil dólares mensuales por la colegiatura en los colegios privados. Gracias a esa circunstancia sus hijos reciben una educación de primera calidad y por lo mismo obtienen altos puntajes en la PSU. Entonces, con esos buenos puntajes ingresan a las mejores universidades del país –las Estatales- donde se les cobra un máximo de cerca de quinientos dólares. O sea, todo el país les regala la mitad del costo de la educación. En cambio, el más pobre seguirá sin poder optar a una educación de calidad y si tiene suerte obtiene la ayuda del Estado mediante una beca. Señores burócratas, señores políticos, equidad significa compensación; no es sinónimo de igualdad. No se necesita una visión de alta política para entender ese concepto tan simple, pero si no lo entendemos, por una precaria moralidad social, entonces jamás solucionaremos este dilema entre justicia y equidad y tendremos más de lo mismo.
9.- La mala calidad de la entidades formadoras de maestros: Hemos llegado a un estado lamentable en cuanto a formación de maestros. Donde debían reclutarse a los más aptos, con verdadera vocación, dotados de preclara inteligencia y entregarles el amor del Estado por la preciosa tarea que realizarán, no hay políticas de formación de maestros por parte del Estado que sean aplicables, medibles y asegurables en el tiempo. Esta es una tarea de Estado, que debería ser vista con la misma seriedad con que los gobiernos toman a la Defensa Nacional que es igual para todos los ciudadanos, sin distinción de género, edad o clase social; observable, comparable y medible y dotada de los presupuestos necesarios para hacerla eficiente y eficaz. Ese modelo exitoso, que hace que las instituciones de la defensa marchen como un reloj bien regulado, es el que debe aplicarse a los jóvenes que deseen dedicarse a la educación y tengan los atributos intelectuales y morales adecuados. Educación gratuita para ellos, debería ser la meta del país, con sueldos adecuados a la función y con atribuciones para el desempeño de la profesión en el mejor de los climas humanos. De otra manera, ¿A qué calidad de enseñanza aspiramos?
10.- No hay un diálogo democrático sobre la educación: No basta con formar comisiones para buscar y lograr el consenso en esta materia. Por ejemplo, la Comisión Presidencial formada para sentar las bases de una nueva legislación luego de la Revolución Pinguina, hizo un informe bastante adecuado y con algunos puntos sobresalientes. Sin embargo, el nuevo proyecto NO tomó en consideración ese esfuerzo y en una conducta antidemocrática presenta un proyecto deficiente, incompleto y contradictorio entre los principios que supuestamente lo guían y el articulado. Es como si el viejo copiar y pegar estuviese funcionando en las alturas burocráticas. Si no lo creeen, tómense el tiempo, queridos lectores, de leer con cuidado ese engendro.
Finalmente, lo que tiene claro cualquier ciudadano medianamente informado, es que lo que anda realmente mal no es la educación privada, sino la educación que entrega el propio Estado. Entonces hagamos que el proyecto de ley en discusión se dirija a lo que se debe hacer: supervisar, apoyar y modernizar a ese tipo de educación y dejemos a la privada en condiciones de libertad necesaria para seguir dando buena educación. Volvamos a tener una educación de la cual sentirnos orgullosos, que sea igualadora, sensata, equitativa, de calidad y gratuita.
EDUCACION DIGNIDAD HUMANA Y POLITICA
Nada es más fácil, en un periodo eleccionario, para los políticos decir que durante su mandato se preocuparán diligentemente de la educación, que la mejorarán y pagarán dignamente a los profesores. Todas esas son y serán mentiras, porque apenas entronizados en sus bien pagados cargos de presidente, senador, diputado o modesto alcalde, se habrán olvidado de sus promesas.
Existe un término apropiado para esta costumbre: falta de voluntad política. Es una carencia moral importante, porque el no hacer nada es una traición a los electores y al futuro de los niños del país. El mundo desarrollado comprendió muy pronto y hace siglos, que la buena educación significa que verdaderamente el niño puede desarrollar sus potencialidades, pues la estimulación intelectual y de la voluntad es lo que los hará libres, los inmunizará contra la cesantía y la pobreza y les proporcionará el ascenso socioeconómico al que tienen derecho. Cuando no se hace así, se burla nada menos que a la Constitución que nos rige, que declara la importancia de la educación para el bien del país.
Algunos políticos hablan constantemente de dignidad humana, de derechos humanos, de la importancia de la educación, pero no es frecuente encontrar a uno solo de ellos que sea consecuente con sus dichos. Mienten porque no tienen idea alguna de lo que están hablando, porque la pobre ideología política que sostienen está diseñada para favorecer a grupos determinados, porque carecen de filosofía del poder, porque el engaño y el aprovecharse de los electores es su triste negocio; porque los maestros han sido dejados solos con la enorme obligación de enseñar a los niños de Chile. El gran negocio en Chile sería poder escoger bien a los que gobiernan
La falta de voluntad política para hacer cambios efectivos en la educación es parte del maltrato de los derechos humanos, que pretenden hacer de la dignidad humana el más alto valor ético en nuestra especie.
Veamos si no es verdad lo que diré a continuación, veamos si hay un solo argumento para decir que nos equivocamos los que estamos indignados con la situación de la educación en Chile. Revisemos algunos argumentos, aplicados a hechos más o menos recientes ocurrido en el país:
Primer argumento: La burocracia estatal en educación está mal elegida, porque no hay ningún concurso, ninguna selección para llegar a ocupar un alto cargo en este sector. Pululan los intrusos profesionales, que sin estar habilitados para el quehacer propio de este ministerio público, suelen exhibir otros títulos no atingentes a un experto en educación. Los verdaderos educadores, aquellos con experticia, están ajenos a los estropicios que a la educación han hecho los intrusos, bien pagados y con licencia para introducir cualquier reforma, cualquier idea insensata sobre lo que se debe hacer. ¿Por qué la educación no funciona y ocupamos uno de los lugares más bajos del mundo en comprensión lectora, en lenguaje y en matemáticas?
Veamos un ejemplo: la actual embajadora en Francia es la misma funcionaria del Ministerio de Educación que hace algunos pocos años atrás, estando a cargo de las becas de la educación superior para los estudiantes más pobres del país, llevada por su desconocimiento de las estadísticas y de los procedimientos del método científico, invirtió la escala, dando las becas a los más ricos y dejando a los pobres fuera del beneficio. El gobierno, en lugar de sancionarla, duplicó los recursos para acoger a los que habían sido dejados de lado y para consolar la ineficiencia y premiar a la insensatez, le dio el nombramiento diplomático, seguramente en premio a la persona menos apropiada. En un gobierno verdaderamente democrático tal cosa no habría sucedido. Los políticos tienen el cuero duro, dicen. Esa funcionaria es la misma que cuando le hice ver esos y otros problemas de la educación nacional, me señaló por escrito que este doctor en filosofía y ciencias de la educación era “un enemigo del Estado, de las políticas del Estado y de mis pares” Ese edocumento, pobremente escrito, sin ninguna argumentación y lleno de odio al que piensa distinto lo tengo enmarcado en mi oficina y lo muestro con orgullo a los visitantes. Es un honor ser denostado por los que no tienen conocimientos ni honra. Por lo menos, nadie me muestra con el dedo en la calle, a ella sí.
El Ministerio de Educación designa a sus asesores y altos directivos atendiendo a los principios políticos del nepotismo y de las cuotas de poder que corresponden a cada partido político que gobierna. Esta situación ha provocado que algunos políticos dignos y respetables (hay varios, no lo dude) han rechazado estas prácticas y han señalado la voluntad de cambiar los procedimientos actuales, de manera que se vaya creando una meritocracia funcionaria que vuelva a traer la sensatez, la dedicación y la ilustración en una de las funciones más hermosas del Estado: la educación.
Segundo argumento: Lamentablemente, en Chile las leyes se negocian de acuerdo a los intereses de quienes gobiernan y de los partidos políticos, no de acuerdo a lo que quiere o necesita el pueblo. Veamos un ejemplo: Los escurridizos legisladores que aprobaron la nueva ley orgánica de educación, no se dieron cuenta que los principios que la justifican, escritos en el proyecto, no concuerdan con el articulado. Es un absurdo lógico, pero se entiende cuando nos damos cuenta que la introducción fue escrita por un grupo de expertos y el articulado por otro grupo, al parecer sin tomar en cuenta el triste hecho de las contradicciones. O sea que no saben comprender lo que leen. Padecen de dislexia política. Pero, la educación tan pobre del país, ¿tiene alguna lógica? Parece que no y seguiremos ahora con un cuerpo legal tan malo como el anterior. Hasta ahora, la mejor ley que tiene el país, irreprochable en su contenido, en su coherencia y sin faltas semánticas, es la que rige los principios de la administración pública. Es que fue copiada textualmente de la correspondiente española.
Tercer argumento: No hay sanción moral ni administrativa para los que cometen faltas en el ejercicio de la función burocrática en educación.
Después de largos meses desde que se descubrieron los llamados elegantemente “errores en la administración” de las asignaciones educacionales para los colegios, aún no hay culpables, ni sanciones ni nada. El tiempo dicen los filósofos para andar por casa, todo lo borra y todo se olvida. Menos el no pagar impuestos.
Veamos una experiencia personal con la burocracia de la educación superior:
Hace más de un año, al solicitar el cambio de un Reglamento Académico, fui absolutamente ignorado por el MINEDUC, de tal manera que se venció el plazo que da a la autoridad la magnífica (no es broma) ley de principios de la administración pública. Para lograr lo solicitado, como frotando una lámpara maravillosa, hay que pedir un certificado a la autoridad correspondiente que diga que se venció el plazo y el ágil burócrata de turno debe informar en el plazo fatal de 24 horas a su superior inmediato, señalando su falta y éste, prontamente, y sin demora alguna debe acceder a lo pedido, ya sea dando por aprobado el asunto o si cabe, extendiendo el Decreto correspondiente. Por supuesto que el funcionario afectado pensó que ni loco que estuviese para auto-acusarse ante el burócrata de alto rango, quien cómodo y bien pagado hacía una penosa digestión de buena comida en su recientemente remodelada oficina privada y no merecía, en virtud del mérito burocrático, ser molestado en tan grata tarea. Así las cosas, pese a mis indignadosoficios, nada contestaron ni él, ni el superior ni la Sra. Ministra del ramo, poco dispuestos todos a cumplir con un deber tan molesto. Ni siquiera se dieron el trabajo de responder por teléfono. Una adorable secretaria me dio excusas inimaginables: “que fulanito está almorzando" (a las cinco de la tarde), "que fulano está ocupado toda la semana con una delegación extranjera de alto rango que viene a aprender cómo hacer buena educación en sus pobres países"; que "los ministros no atienden cosas pequeñas", que "al funcionario tal lo están por echar y está tan molesto que dice que me atienda el nuevo empleado"; que "la jefa con quien quiere hablar está hablando con la Ministra (y escucho que dice: "dile que estoy ocupada") Así pasó el tiempo y estoy esperando que Contraloría de la República haga una investigación administrativa (van solamente siete meses sin que esa entidad responda a mi petición) lo que no me preocupa porque según la magnífica ley de administración también se le pasó el plazo y no tiene nada más que acceder a lo pedido. Todo esto me hace recordar un cuento de Mark Twain sobre la burocracia del siglo XIX en los Estados Unidos.
¿CÓMO PODEMOS TENER EDUCACION DE CALIDAD SI NADIE HACE BIEN SU TRABAJO EN ESTE PAIS? ¿EN QUE ESCRITORIO HAN GUARDADO LA DIGNIDAD HUMANA?
Existe un término apropiado para esta costumbre: falta de voluntad política. Es una carencia moral importante, porque el no hacer nada es una traición a los electores y al futuro de los niños del país. El mundo desarrollado comprendió muy pronto y hace siglos, que la buena educación significa que verdaderamente el niño puede desarrollar sus potencialidades, pues la estimulación intelectual y de la voluntad es lo que los hará libres, los inmunizará contra la cesantía y la pobreza y les proporcionará el ascenso socioeconómico al que tienen derecho. Cuando no se hace así, se burla nada menos que a la Constitución que nos rige, que declara la importancia de la educación para el bien del país.
Algunos políticos hablan constantemente de dignidad humana, de derechos humanos, de la importancia de la educación, pero no es frecuente encontrar a uno solo de ellos que sea consecuente con sus dichos. Mienten porque no tienen idea alguna de lo que están hablando, porque la pobre ideología política que sostienen está diseñada para favorecer a grupos determinados, porque carecen de filosofía del poder, porque el engaño y el aprovecharse de los electores es su triste negocio; porque los maestros han sido dejados solos con la enorme obligación de enseñar a los niños de Chile. El gran negocio en Chile sería poder escoger bien a los que gobiernan
La falta de voluntad política para hacer cambios efectivos en la educación es parte del maltrato de los derechos humanos, que pretenden hacer de la dignidad humana el más alto valor ético en nuestra especie.
Veamos si no es verdad lo que diré a continuación, veamos si hay un solo argumento para decir que nos equivocamos los que estamos indignados con la situación de la educación en Chile. Revisemos algunos argumentos, aplicados a hechos más o menos recientes ocurrido en el país:
Primer argumento: La burocracia estatal en educación está mal elegida, porque no hay ningún concurso, ninguna selección para llegar a ocupar un alto cargo en este sector. Pululan los intrusos profesionales, que sin estar habilitados para el quehacer propio de este ministerio público, suelen exhibir otros títulos no atingentes a un experto en educación. Los verdaderos educadores, aquellos con experticia, están ajenos a los estropicios que a la educación han hecho los intrusos, bien pagados y con licencia para introducir cualquier reforma, cualquier idea insensata sobre lo que se debe hacer. ¿Por qué la educación no funciona y ocupamos uno de los lugares más bajos del mundo en comprensión lectora, en lenguaje y en matemáticas?
Veamos un ejemplo: la actual embajadora en Francia es la misma funcionaria del Ministerio de Educación que hace algunos pocos años atrás, estando a cargo de las becas de la educación superior para los estudiantes más pobres del país, llevada por su desconocimiento de las estadísticas y de los procedimientos del método científico, invirtió la escala, dando las becas a los más ricos y dejando a los pobres fuera del beneficio. El gobierno, en lugar de sancionarla, duplicó los recursos para acoger a los que habían sido dejados de lado y para consolar la ineficiencia y premiar a la insensatez, le dio el nombramiento diplomático, seguramente en premio a la persona menos apropiada. En un gobierno verdaderamente democrático tal cosa no habría sucedido. Los políticos tienen el cuero duro, dicen. Esa funcionaria es la misma que cuando le hice ver esos y otros problemas de la educación nacional, me señaló por escrito que este doctor en filosofía y ciencias de la educación era “un enemigo del Estado, de las políticas del Estado y de mis pares” Ese edocumento, pobremente escrito, sin ninguna argumentación y lleno de odio al que piensa distinto lo tengo enmarcado en mi oficina y lo muestro con orgullo a los visitantes. Es un honor ser denostado por los que no tienen conocimientos ni honra. Por lo menos, nadie me muestra con el dedo en la calle, a ella sí.
El Ministerio de Educación designa a sus asesores y altos directivos atendiendo a los principios políticos del nepotismo y de las cuotas de poder que corresponden a cada partido político que gobierna. Esta situación ha provocado que algunos políticos dignos y respetables (hay varios, no lo dude) han rechazado estas prácticas y han señalado la voluntad de cambiar los procedimientos actuales, de manera que se vaya creando una meritocracia funcionaria que vuelva a traer la sensatez, la dedicación y la ilustración en una de las funciones más hermosas del Estado: la educación.
Segundo argumento: Lamentablemente, en Chile las leyes se negocian de acuerdo a los intereses de quienes gobiernan y de los partidos políticos, no de acuerdo a lo que quiere o necesita el pueblo. Veamos un ejemplo: Los escurridizos legisladores que aprobaron la nueva ley orgánica de educación, no se dieron cuenta que los principios que la justifican, escritos en el proyecto, no concuerdan con el articulado. Es un absurdo lógico, pero se entiende cuando nos damos cuenta que la introducción fue escrita por un grupo de expertos y el articulado por otro grupo, al parecer sin tomar en cuenta el triste hecho de las contradicciones. O sea que no saben comprender lo que leen. Padecen de dislexia política. Pero, la educación tan pobre del país, ¿tiene alguna lógica? Parece que no y seguiremos ahora con un cuerpo legal tan malo como el anterior. Hasta ahora, la mejor ley que tiene el país, irreprochable en su contenido, en su coherencia y sin faltas semánticas, es la que rige los principios de la administración pública. Es que fue copiada textualmente de la correspondiente española.
Tercer argumento: No hay sanción moral ni administrativa para los que cometen faltas en el ejercicio de la función burocrática en educación.
Después de largos meses desde que se descubrieron los llamados elegantemente “errores en la administración” de las asignaciones educacionales para los colegios, aún no hay culpables, ni sanciones ni nada. El tiempo dicen los filósofos para andar por casa, todo lo borra y todo se olvida. Menos el no pagar impuestos.
Veamos una experiencia personal con la burocracia de la educación superior:
Hace más de un año, al solicitar el cambio de un Reglamento Académico, fui absolutamente ignorado por el MINEDUC, de tal manera que se venció el plazo que da a la autoridad la magnífica (no es broma) ley de principios de la administración pública. Para lograr lo solicitado, como frotando una lámpara maravillosa, hay que pedir un certificado a la autoridad correspondiente que diga que se venció el plazo y el ágil burócrata de turno debe informar en el plazo fatal de 24 horas a su superior inmediato, señalando su falta y éste, prontamente, y sin demora alguna debe acceder a lo pedido, ya sea dando por aprobado el asunto o si cabe, extendiendo el Decreto correspondiente. Por supuesto que el funcionario afectado pensó que ni loco que estuviese para auto-acusarse ante el burócrata de alto rango, quien cómodo y bien pagado hacía una penosa digestión de buena comida en su recientemente remodelada oficina privada y no merecía, en virtud del mérito burocrático, ser molestado en tan grata tarea. Así las cosas, pese a mis indignadosoficios, nada contestaron ni él, ni el superior ni la Sra. Ministra del ramo, poco dispuestos todos a cumplir con un deber tan molesto. Ni siquiera se dieron el trabajo de responder por teléfono. Una adorable secretaria me dio excusas inimaginables: “que fulanito está almorzando" (a las cinco de la tarde), "que fulano está ocupado toda la semana con una delegación extranjera de alto rango que viene a aprender cómo hacer buena educación en sus pobres países"; que "los ministros no atienden cosas pequeñas", que "al funcionario tal lo están por echar y está tan molesto que dice que me atienda el nuevo empleado"; que "la jefa con quien quiere hablar está hablando con la Ministra (y escucho que dice: "dile que estoy ocupada") Así pasó el tiempo y estoy esperando que Contraloría de la República haga una investigación administrativa (van solamente siete meses sin que esa entidad responda a mi petición) lo que no me preocupa porque según la magnífica ley de administración también se le pasó el plazo y no tiene nada más que acceder a lo pedido. Todo esto me hace recordar un cuento de Mark Twain sobre la burocracia del siglo XIX en los Estados Unidos.
¿CÓMO PODEMOS TENER EDUCACION DE CALIDAD SI NADIE HACE BIEN SU TRABAJO EN ESTE PAIS? ¿EN QUE ESCRITORIO HAN GUARDADO LA DIGNIDAD HUMANA?
miércoles, 5 de diciembre de 2007
DIGNIDAD DEL SER HUMANO Y EL TRATO A LOS ESTUDIANTES:
DR. NELSON CAMPOS VILLALOBOS
Para la Iglesia católica, el hombre fue creado por Dios como persona, por tanto es un ser individual independiente, que por razón de su naturaleza espiritual está capacitado y tiene mandato de ordenar por sí mismo responsablemente su vida (Hormann, 1985:267)
Para Santo Tomás de Aquino, el hecho que el hombre ha sido creado a imagen y semejanza de Dios, le hace superior al resto de la creación. Ese pensador católico señala también que el hombre posee una voluntad libre que le permite dirigirse a sí mismo hacia su propia perfección. En la Summa Theologiae expresa Santo Tomás "el hombre es imagen de Dios en cuanto es principio de sus obras por estar dotado de libre albedrío y dominio de sus actos". Puede, por tanto, el hombre elegir su destino y esa libertad le permite escoger el bien o el mal.
Todo hombre posee dignidad y no es posible perder esa condición, puesto que es independiente aún de la consciencia: los niños pequeños, los enfermos mentales, los que aún no nacen y también, las personas más ruines poseen igualmente esa dignidad. El respeto a la persona es la consecuencia de esa dignidad.
Kant señaló que la dignidad humana es el valor supremo del hombre y trata de correlacionar conceptualmente este concepto con la autonomía moral, la que se cumple cuando las máximas morales que rigen la conducta de un individuo son generalizables como leyes en tanto compatibles con la libertad de todos. Para ese filósofo, cada ser humano es un fin en sí mismo y ningún individuo puede ser tratado como un medio y esta máxima es la clave para entender la dignidad humana.
Las fuentes de dónde deviene la dignidad del ser humano pueden ser varias:
La idea de ser producto de la creación divina, a imagen y semejanza de Dios;
O por el hecho de poseer cualidades únicas en la naturaleza, como el poder de raciocinio, el lenguaje y la capacidad moral, por lo cual hay un antecedente ontológico y a la vez moral en esta dignidad
O por el simple hecho de haber nacido como humanos, pertenecientes a nuestra especie. Es importante acotar que la dignidad humana no se pierde aunque el individuo cometa actos indignos: aún el más ruin de los seres humanos posee esa dignidad por el sólo hecho de pertenecer a nuestra especie. A veces, ante actos malvados cometidos por algunos individuos cuesta aceptar que deba respetarse su dignidad, pero si actuásemos de otra forma estaríamos justificando la maldad humana. La dignidad humana es anterior a la autonomía moral. A la dignidad humana se asocia: el respeto a la persona, a sus derechos humanos, a su libertad; la tolerancia ante la diversidad humana y el respeto al proyecto existencial que hay en cada individuo.
En la escuela, la formación moral es la base para comprender el concepto de dignidad humana y esta educación os debe basarse en ideas potentes, cuales son el respeto al otro, el reconocimiento de las propias imperfecciones; el rechazo a la burla y a las descalificaciones; la promoción permanente de la tolerancia; la internalización de los derechos humanos; la búsqueda y práctica de la solidaridad; la identificación con los valores de la sociedad; el rechazo a las conductas indeseables, como la delincuencia.
El trato digno a los estudiantes implica:
Principio del respeto a cada uno, considerándolos persona sujeta a dignidad
Principio de benevolencia: significa buscar siempre el bien para cada uno alumno, evitando producir algún daño físico (como en el castigo) o mental, o algún efecto perverso indeseado (evitar el doble efecto es siempre deseable);
Principio de justicia, tratando a todos los alumnos en la misma forma ante las evaluaciones y reglamentos,
Principio de utilidad, procurando tratarlos de manera que se produzca siempre un efecto beneficioso para la mayoría de los estudiantes y ojalá para todos y cada uno de ellos.
Principio de integridad: El docente debe comportarse siempre con la honestidad del auténtico profesional, que emplea la verdad, la equidad, la justicia como sus valores centrales en el trato con el alumno.
Principio de equidad, ayudando a quien por causa ajena a la sí mismo sufre de alguna disminución en sus capacidades cognitivas o emocionales.
Principio de igualdad, dando a todos los estudiantes el mismo trato, independientemente de su género, habilidades cognitivas y sociales
Principio de tolerancia: aceptar plenamente, racionalmente la diversidad humana
La caracterización de ser humano es importante que sea interiorizada por los alumnos y se resumen en los siguientes puntos:
El hombre posee subjetividad y es capaz de formar un mundo interior propio
Posee la capacidad de darse cuenta de su existencia, de su trascurrir en el tiempo, en el espacio y en la sociedad humana,
Descubre que posee una trascendencia que va más allá de su existencia temporal
Cada ser humano tiene y puede desarrollar su propio proyecto de vida
El concepto de hombre es anterior al de nacionalidad, riqueza, religión o participación social. Los romanos tenían un aforismo que aún tiene validez: Homo sum, et nihil humanum alienum a me puto, que podemos traducir literalmente como: Soy hombre, por tanto nada humano me es ajeno.Este es el punto de partida para el análisis de la dignidad. Se dice que éste es el valor primordial a partir del cual se configuran los demás valores relativos al ser humano. Es un valor singular que nos viene dado. Esta dignidad que se hace sujeto de derechos y de respeto, es una característica que deviene del solo hecho de pertenecer a la especie humana. Esta cualidad no es divisible ni es transable. De este concepto se desprende que la vida, desde su inicio, es un bien y un derecho intransable del hombre. También los derechos humanos parten de esta idea fundamental. Es importante considerar que la especie humana es una sola, por lo cual todo alegato sobre razas y supuestas superioridades o inferioridades de un determinado grupo humano, es antiético. El filósofo Kant señaló: "La humanidad misma es una dignidad, porque el hombre no puede ser tratado por ningún hombre (ni por otro, ni siquiera por sí mismo) como un simple instrumento, sino siempre, a la vez, como un fin; y en ello estriba su dignidad".
Para la Iglesia católica, el hombre fue creado por Dios como persona, por tanto es un ser individual independiente, que por razón de su naturaleza espiritual está capacitado y tiene mandato de ordenar por sí mismo responsablemente su vida (Hormann, 1985:267)
Para Santo Tomás de Aquino, el hecho que el hombre ha sido creado a imagen y semejanza de Dios, le hace superior al resto de la creación. Ese pensador católico señala también que el hombre posee una voluntad libre que le permite dirigirse a sí mismo hacia su propia perfección. En la Summa Theologiae expresa Santo Tomás "el hombre es imagen de Dios en cuanto es principio de sus obras por estar dotado de libre albedrío y dominio de sus actos". Puede, por tanto, el hombre elegir su destino y esa libertad le permite escoger el bien o el mal.
Todo hombre posee dignidad y no es posible perder esa condición, puesto que es independiente aún de la consciencia: los niños pequeños, los enfermos mentales, los que aún no nacen y también, las personas más ruines poseen igualmente esa dignidad. El respeto a la persona es la consecuencia de esa dignidad.
Kant señaló que la dignidad humana es el valor supremo del hombre y trata de correlacionar conceptualmente este concepto con la autonomía moral, la que se cumple cuando las máximas morales que rigen la conducta de un individuo son generalizables como leyes en tanto compatibles con la libertad de todos. Para ese filósofo, cada ser humano es un fin en sí mismo y ningún individuo puede ser tratado como un medio y esta máxima es la clave para entender la dignidad humana.
Las fuentes de dónde deviene la dignidad del ser humano pueden ser varias:
La idea de ser producto de la creación divina, a imagen y semejanza de Dios;
O por el hecho de poseer cualidades únicas en la naturaleza, como el poder de raciocinio, el lenguaje y la capacidad moral, por lo cual hay un antecedente ontológico y a la vez moral en esta dignidad
O por el simple hecho de haber nacido como humanos, pertenecientes a nuestra especie. Es importante acotar que la dignidad humana no se pierde aunque el individuo cometa actos indignos: aún el más ruin de los seres humanos posee esa dignidad por el sólo hecho de pertenecer a nuestra especie. A veces, ante actos malvados cometidos por algunos individuos cuesta aceptar que deba respetarse su dignidad, pero si actuásemos de otra forma estaríamos justificando la maldad humana. La dignidad humana es anterior a la autonomía moral. A la dignidad humana se asocia: el respeto a la persona, a sus derechos humanos, a su libertad; la tolerancia ante la diversidad humana y el respeto al proyecto existencial que hay en cada individuo.
En la escuela, la formación moral es la base para comprender el concepto de dignidad humana y esta educación os debe basarse en ideas potentes, cuales son el respeto al otro, el reconocimiento de las propias imperfecciones; el rechazo a la burla y a las descalificaciones; la promoción permanente de la tolerancia; la internalización de los derechos humanos; la búsqueda y práctica de la solidaridad; la identificación con los valores de la sociedad; el rechazo a las conductas indeseables, como la delincuencia.
El trato digno a los estudiantes implica:
Principio del respeto a cada uno, considerándolos persona sujeta a dignidad
Principio de benevolencia: significa buscar siempre el bien para cada uno alumno, evitando producir algún daño físico (como en el castigo) o mental, o algún efecto perverso indeseado (evitar el doble efecto es siempre deseable);
Principio de justicia, tratando a todos los alumnos en la misma forma ante las evaluaciones y reglamentos,
Principio de utilidad, procurando tratarlos de manera que se produzca siempre un efecto beneficioso para la mayoría de los estudiantes y ojalá para todos y cada uno de ellos.
Principio de integridad: El docente debe comportarse siempre con la honestidad del auténtico profesional, que emplea la verdad, la equidad, la justicia como sus valores centrales en el trato con el alumno.
Principio de equidad, ayudando a quien por causa ajena a la sí mismo sufre de alguna disminución en sus capacidades cognitivas o emocionales.
Principio de igualdad, dando a todos los estudiantes el mismo trato, independientemente de su género, habilidades cognitivas y sociales
Principio de tolerancia: aceptar plenamente, racionalmente la diversidad humana
La caracterización de ser humano es importante que sea interiorizada por los alumnos y se resumen en los siguientes puntos:
El hombre posee subjetividad y es capaz de formar un mundo interior propio
Posee la capacidad de darse cuenta de su existencia, de su trascurrir en el tiempo, en el espacio y en la sociedad humana,
Descubre que posee una trascendencia que va más allá de su existencia temporal
Cada ser humano tiene y puede desarrollar su propio proyecto de vida
Ahora bien, hay un tema pendiente, el cual es el referido a la dignidad del docente, cualquiera sea el nivel en que se desempeña. Esta deuda ética que tiene la sociedad con el maestro, deberá resolverse pronto, por el bien de las futuras generaciones. Ese tema lo abordaré en otro artículo.
EL CONCEPTO DE ESCUELA
DR. NELSON CAMPOS VILLALOBOS
Desde la pedagogía, la escuela es la institución de tipo formal, público o privado, donde se imparte cualquier género de educación. Una de sus importantes funciones que le ha delegado la sociedad es validar el conocimiento de los individuos que se forman, de manera de garantizar que contribuirán al bien común mediante sus destrezas, habilidades y conocimientos adquiridos. Hasta el presente, no ha existido una mejor alternativa a la escuela para la entrega de conocimientos y aún, con el enorme desarrollo de la red Internet y de los medios y metodología de la educación a distancia, no creo que desaparezca esta institución, debido a que la gran red no enseña valores ni habilidades motoras ni favorece la interacción con los demás. El principal teórico y casi el único que insistió en desescolarizar la enseñanza fue el ruso Iván Illich (1926-2002). Este filósofo señalaba que la cultura solamente permitía la creación de una sociedad consumidora, para evitarlo, la cultura se debía fundamentar en la transmisión directa y verbal y no por los libros o por la experiencia del saber.
La escuela tiene por objeto dar a conocer al joven la esencia, el interior de las cosas, y la relación que tienen entre sí, con el hombre y con el alumno, a fin de mostrarle el principio vivificador de todas las cosas y su relación con Dios. El fin de la enseñanza está en referir a Dios la unidad y las diversas condiciones de todas las cosas, para que el hombre pueda obrar en la vida según las leyes de Dios. El camino para llegar a esto, es la enseñanza o la instrucción.
La escuela, la enseñanza, presenta al alumno una especie de similitud entre el mundo exterior y él mismo, aparecido en este mundo, y sin embargo le muestra el mundo como cosa que le es perfectamente, opuesta, extraña y en completo contraste con él. Más adelante, la escuela lo hará distinguir las relaciones individuales de las cosas entre ellas, y le demostrará la comunidad intelectual de las mismas. El alumno será llevado, por el conocimiento de las cosas, a comprender su valor intelectual. De esta suerte, llega el niño a penetrar el interior de las cosas por medio de su aspecto exterior, acto que corresponde con el de su salida de la casa paterna para ingresar en la escuela. No damos a esta enseñanza el dictado de escuela por la sola razón de que disponga al niño a apropiarse una cantidad mayor o menor de cosas exteriormente variadas, sino porque esta enseñanza es el soplo intelectual que anima todas las cosas a los ojos del hombre.
Que todos aquellos a quienes incumben la conducta, la dirección y el establecimiento de las escuelas, reflexionen bien sobre esta verdad, y hagan prácticamente de la misma todo el caso que merece. La escuela debe tener una noción real de sí propia, un exacto conocimiento del mundo exterior y del niño; debe poseer el conocimiento del ser de uno y otro, a fin de operar la unión entre ambos; debe poder ofrecerse como árbitro entre ambos, dar a cada uno de ellos el lenguaje, el modo de expresión y la inteligencia recíproca. La acción de la escuela es capital, y su resultado, mayor. He ahí porqué quien profesa este arte superior, es apellidado maestro, y como enseña al joven la manera de hallar la unidad que reina en todas las cosas, se le apellida maestro de escuela.
La división entre escuelas privadas y escuelas del Estado o públicas, está afirmando la separación de las clases sociales. Es casi seguro que las familias pertenecientes al quintil más favorecido económicamente enviarán a sus hijos a las escuelas pagadas; en cambio es muy difícil encontrar a un niño de los estratos más desfavorecidos asistiendo a una escuela privada. Quienes promueven la integración social obligando a las escuelas pagadas a recibir un porcentaje de niños de los quintiles más bajos económicos no están considerando las reales diferencias, de manera tal que solamente harán muy penosa la permanencia de esos niños en un ambiente hostil y que no comprende la existencia de pobres. Es un hecho bien establecido que la clase política no envía a sus hijos a escuelas públicas. Por otra parte, cuando no hay correspondencia entre las prácticas culturales de la familia y las de la escuela, se puede asegurar que existirá un fracaso escolar o al menos un rendimiento escolar bajo.
El Diccionario de la Rae es más que esclarecedor sobre este término:
Del lat. Schola.
1. f. Establecimiento público donde se da a los niños la instrucción primaria. 2. f. Establecimiento público donde se da cualquier género de instrucción. 3. f. Enseñanza que se da o que se adquiere. 4. f. Conjunto de profesores y alumnos de una misma enseñanza. 5. f. Método, estilo o gusto peculiar de cada maestro para enseñar. 6. f. Doctrina, principios y sistema de un autor. 7. f. Conjunto de discípulos, seguidores o imitadores de una persona o de su doctrina, arte, etc. 8. f. Conjunto de caracteres comunes que en literatura y en arte distinguen de las demás las obras de una época, región, etc. Escuela clásica, romántica Escuela holandesa, veneciana 9. f. Cosa que en algún modo alecciona o da ejemplo y experiencia. La escuela de la desgracia La escuela del mundo 10. f. pl. Sitio donde estaban los estudios generales.
1. f. Establecimiento público donde se da a los niños la instrucción primaria. 2. f. Establecimiento público donde se da cualquier género de instrucción. 3. f. Enseñanza que se da o que se adquiere. 4. f. Conjunto de profesores y alumnos de una misma enseñanza. 5. f. Método, estilo o gusto peculiar de cada maestro para enseñar. 6. f. Doctrina, principios y sistema de un autor. 7. f. Conjunto de discípulos, seguidores o imitadores de una persona o de su doctrina, arte, etc. 8. f. Conjunto de caracteres comunes que en literatura y en arte distinguen de las demás las obras de una época, región, etc. Escuela clásica, romántica Escuela holandesa, veneciana 9. f. Cosa que en algún modo alecciona o da ejemplo y experiencia. La escuela de la desgracia La escuela del mundo 10. f. pl. Sitio donde estaban los estudios generales.
También se habla de escuela para referirse a unidades universitarias especializadas en una carrera; así existen Escuelas de Derecho, de Medicina, Odontología, Optometría, etc.
El Dr. Carlos Rainusso precisa sobre la etimología del término escuela:
Si nos remontamos al origen etimológico, su significado proviene de la voz griega scole, pasando por el vocablo latino schola, antecedente inmediato del español, del que tomó los significados del lugar donde se realiza la enseñanza, el aprendizaje, y a su vez, la doctrina que se enseña y se aprende.
Desde la pedagogía, la escuela es la institución de tipo formal, público o privado, donde se imparte cualquier género de educación. Una de sus importantes funciones que le ha delegado la sociedad es validar el conocimiento de los individuos que se forman, de manera de garantizar que contribuirán al bien común mediante sus destrezas, habilidades y conocimientos adquiridos. Hasta el presente, no ha existido una mejor alternativa a la escuela para la entrega de conocimientos y aún, con el enorme desarrollo de la red Internet y de los medios y metodología de la educación a distancia, no creo que desaparezca esta institución, debido a que la gran red no enseña valores ni habilidades motoras ni favorece la interacción con los demás. El principal teórico y casi el único que insistió en desescolarizar la enseñanza fue el ruso Iván Illich (1926-2002). Este filósofo señalaba que la cultura solamente permitía la creación de una sociedad consumidora, para evitarlo, la cultura se debía fundamentar en la transmisión directa y verbal y no por los libros o por la experiencia del saber.
Veamos el concepto que tenía Froebel del término:
La escuela tiene por objeto dar a conocer al joven la esencia, el interior de las cosas, y la relación que tienen entre sí, con el hombre y con el alumno, a fin de mostrarle el principio vivificador de todas las cosas y su relación con Dios. El fin de la enseñanza está en referir a Dios la unidad y las diversas condiciones de todas las cosas, para que el hombre pueda obrar en la vida según las leyes de Dios. El camino para llegar a esto, es la enseñanza o la instrucción.
La escuela, la enseñanza, presenta al alumno una especie de similitud entre el mundo exterior y él mismo, aparecido en este mundo, y sin embargo le muestra el mundo como cosa que le es perfectamente, opuesta, extraña y en completo contraste con él. Más adelante, la escuela lo hará distinguir las relaciones individuales de las cosas entre ellas, y le demostrará la comunidad intelectual de las mismas. El alumno será llevado, por el conocimiento de las cosas, a comprender su valor intelectual. De esta suerte, llega el niño a penetrar el interior de las cosas por medio de su aspecto exterior, acto que corresponde con el de su salida de la casa paterna para ingresar en la escuela. No damos a esta enseñanza el dictado de escuela por la sola razón de que disponga al niño a apropiarse una cantidad mayor o menor de cosas exteriormente variadas, sino porque esta enseñanza es el soplo intelectual que anima todas las cosas a los ojos del hombre.
Que todos aquellos a quienes incumben la conducta, la dirección y el establecimiento de las escuelas, reflexionen bien sobre esta verdad, y hagan prácticamente de la misma todo el caso que merece. La escuela debe tener una noción real de sí propia, un exacto conocimiento del mundo exterior y del niño; debe poseer el conocimiento del ser de uno y otro, a fin de operar la unión entre ambos; debe poder ofrecerse como árbitro entre ambos, dar a cada uno de ellos el lenguaje, el modo de expresión y la inteligencia recíproca. La acción de la escuela es capital, y su resultado, mayor. He ahí porqué quien profesa este arte superior, es apellidado maestro, y como enseña al joven la manera de hallar la unidad que reina en todas las cosas, se le apellida maestro de escuela.
La división entre escuelas privadas y escuelas del Estado o públicas, está afirmando la separación de las clases sociales. Es casi seguro que las familias pertenecientes al quintil más favorecido económicamente enviarán a sus hijos a las escuelas pagadas; en cambio es muy difícil encontrar a un niño de los estratos más desfavorecidos asistiendo a una escuela privada. Quienes promueven la integración social obligando a las escuelas pagadas a recibir un porcentaje de niños de los quintiles más bajos económicos no están considerando las reales diferencias, de manera tal que solamente harán muy penosa la permanencia de esos niños en un ambiente hostil y que no comprende la existencia de pobres. Es un hecho bien establecido que la clase política no envía a sus hijos a escuelas públicas. Por otra parte, cuando no hay correspondencia entre las prácticas culturales de la familia y las de la escuela, se puede asegurar que existirá un fracaso escolar o al menos un rendimiento escolar bajo.
Para mí, es aplicable la Teoría de la Justicia de Rawls en la educación: la escuela debe ser de la misma calidad para todos los ciudadanos, de tal manera que si no es así, el Estado debe compensar a los menos favorecidos, si no son culpables de esa condición. Es decir, el niño que es inocente y está indefenso porque no puede acceder a una educación de calidad, merece una compensación, ya sea esta alimentación, recursos para la escuela que lo atiende, becas, etc. De otra manera, ¿de qué sociedad justa estamos hablando?
martes, 4 de diciembre de 2007
EL MODELO DE APRENDIZAJE BASADO EN COMPETENCIAS EN LA FORMACION DE PEDAGOGOS
Dr. Nelson Campos Villalobos
Las universidades, como espacio destinado al pensamiento y a la investigación, tienden a seguir modelos aprendidos en cuanto al quehacer docente. El académico aprende de otros académicos y a veces mantiene durante toda su vida laboral el mismo estilo de enseñanza.
Pero, los tiempos han cambiado, y las exigencias sociales y las presiones de los estudiantes, hacen que la labor de los académicos esté girando en 180 grados. Antes, la formación inicial en las carreras estaba dada por un centrarse en la enseñanza. El profesor, al igual que en la edad media, basaba su labor en mantenerse al día en su especialidad y en trasmitirla directamente al estudiante mediante un estilo magistral, en que la exposición en la clase y la lectura obligatoria constituía la manera en que el alumno aprendía. El académico escoge las lecturas y agobia al estudiante en carreras hacia la biblioteca o a la central de apuntes, entidad existente en muchas instituciones, en donde, en violenta trangresión a la ética mínima, se fotocopian los textos. La participación del estudiante es mínima, pues así no encauza sus conocimientos, porque no sabe qué estudiar si no lo indica expresamente el maestro. No hay crítica alguna en esa metodología. En la lejana edad media, al menos había un encendido debate de ideas entre los alumnos y el maestro, a quien ellos pagaban y se sentían por lo mismo con el derecho a exigir sus conocimientos en forma clara y en permanente discusión. El modelo actual, anticuado a estas alturas, se gestó y desarrolló entre los siglos XVI al XX, sin mayores innovaciones. Es evidente que siempre han existido maestros que se han revelado contra el sistema, buscando didácticas más participativas. Pero sería necesario que todo el cuerpo de académicos esté involucrado en el nuevo modelo para poder llegar a hacer cambios.
Basta un ejemplo para darse cuenta de esta realidad. El académico universitario actual, en Chile, que labora en varias instituciones, pagado por horas, no tiene tiempo para enseñar en forma distinta y creativa. No le importa el estudiante, que pasa a ser solamente un medio para que el maestro subsista económicamente. Kant, que fue profesor universitario toda su vida –y un excelente académico como señalaron en su momento sus alumnos- se extrañaría si conociera el sistema universitario chileno, especialmente en cuanto a metodologías didácticas. Acuérdese el lector que Kant escribió un pequeño tratado de pedagogía que puede aún leerse con provecho.
También me llama la atención que en casi ninguna facultad de educación exista una unidad de Alta Pedagogía que sirva de referente, de modelo y de enseñanza para los académicos que no son docentes de profesión. Si los que forman a los alumnos de pedagogía fuesen tan buenos en su quehacer, sin duda que estarían formando escuela dentro de la universidad. Si no es así, es porque los demás no ven en ellos ese referente profesional.
EL CAMBIO EN LA DOCENCIA UNIVERSITARIA
Un vuelco se produce cuando se descubre una nueva mirada al rol del docente universitario, imaginándolo ya no centrado en el enseñar, sino en el aprendizaje del alumno. Lo que se quiere promover ahora no es la distancia de conocimientos entre el que enseña y el que aprende, en un accionar alejado de la vida real y de la práctica laboral. Literalmente, el académico tradicional se enclaustró en el proceso, alejándose de lo práctico y ahondando mucho, quizás demasiado, en la teoría, en lo libresco acrítico. Para mí, es absurdo pretender entregar a los futuros maestros un mar de conocimientos de apenas un centímetro de espesor. Creo que lo importante es centrarse en aquellos saberes que justifican lo que debe saber un maestro en la sala de clases. Veamos cómo conciliar esos saberes con la enseñanza de la pedagogía.
Una forma de atender a la nueva formación de maestros, es empleando el modelo educativo llamado ABC, es decir, el Aprendizaje Basado en Competencias. Pero atención: este es un simple modelo de enseñanza y como tal tiene serias deficiencias, puesto que lo que realmente es valioso en el proceso de enseñanza-aprendizaje es el currículo oculto, lo que no se ve pero que acompaña al proceso de adquirir conocimientos. Son los valores, la autodisciplina, el pensamiento crítico, la lógica de lo cotidiano lo que permite lograr competencias.
Las universidades, como espacio destinado al pensamiento y a la investigación, tienden a seguir modelos aprendidos en cuanto al quehacer docente. El académico aprende de otros académicos y a veces mantiene durante toda su vida laboral el mismo estilo de enseñanza.
Pero, los tiempos han cambiado, y las exigencias sociales y las presiones de los estudiantes, hacen que la labor de los académicos esté girando en 180 grados. Antes, la formación inicial en las carreras estaba dada por un centrarse en la enseñanza. El profesor, al igual que en la edad media, basaba su labor en mantenerse al día en su especialidad y en trasmitirla directamente al estudiante mediante un estilo magistral, en que la exposición en la clase y la lectura obligatoria constituía la manera en que el alumno aprendía. El académico escoge las lecturas y agobia al estudiante en carreras hacia la biblioteca o a la central de apuntes, entidad existente en muchas instituciones, en donde, en violenta trangresión a la ética mínima, se fotocopian los textos. La participación del estudiante es mínima, pues así no encauza sus conocimientos, porque no sabe qué estudiar si no lo indica expresamente el maestro. No hay crítica alguna en esa metodología. En la lejana edad media, al menos había un encendido debate de ideas entre los alumnos y el maestro, a quien ellos pagaban y se sentían por lo mismo con el derecho a exigir sus conocimientos en forma clara y en permanente discusión. El modelo actual, anticuado a estas alturas, se gestó y desarrolló entre los siglos XVI al XX, sin mayores innovaciones. Es evidente que siempre han existido maestros que se han revelado contra el sistema, buscando didácticas más participativas. Pero sería necesario que todo el cuerpo de académicos esté involucrado en el nuevo modelo para poder llegar a hacer cambios.
Basta un ejemplo para darse cuenta de esta realidad. El académico universitario actual, en Chile, que labora en varias instituciones, pagado por horas, no tiene tiempo para enseñar en forma distinta y creativa. No le importa el estudiante, que pasa a ser solamente un medio para que el maestro subsista económicamente. Kant, que fue profesor universitario toda su vida –y un excelente académico como señalaron en su momento sus alumnos- se extrañaría si conociera el sistema universitario chileno, especialmente en cuanto a metodologías didácticas. Acuérdese el lector que Kant escribió un pequeño tratado de pedagogía que puede aún leerse con provecho.
También me llama la atención que en casi ninguna facultad de educación exista una unidad de Alta Pedagogía que sirva de referente, de modelo y de enseñanza para los académicos que no son docentes de profesión. Si los que forman a los alumnos de pedagogía fuesen tan buenos en su quehacer, sin duda que estarían formando escuela dentro de la universidad. Si no es así, es porque los demás no ven en ellos ese referente profesional.
EL CAMBIO EN LA DOCENCIA UNIVERSITARIA
Un vuelco se produce cuando se descubre una nueva mirada al rol del docente universitario, imaginándolo ya no centrado en el enseñar, sino en el aprendizaje del alumno. Lo que se quiere promover ahora no es la distancia de conocimientos entre el que enseña y el que aprende, en un accionar alejado de la vida real y de la práctica laboral. Literalmente, el académico tradicional se enclaustró en el proceso, alejándose de lo práctico y ahondando mucho, quizás demasiado, en la teoría, en lo libresco acrítico. Para mí, es absurdo pretender entregar a los futuros maestros un mar de conocimientos de apenas un centímetro de espesor. Creo que lo importante es centrarse en aquellos saberes que justifican lo que debe saber un maestro en la sala de clases. Veamos cómo conciliar esos saberes con la enseñanza de la pedagogía.
Una forma de atender a la nueva formación de maestros, es empleando el modelo educativo llamado ABC, es decir, el Aprendizaje Basado en Competencias. Pero atención: este es un simple modelo de enseñanza y como tal tiene serias deficiencias, puesto que lo que realmente es valioso en el proceso de enseñanza-aprendizaje es el currículo oculto, lo que no se ve pero que acompaña al proceso de adquirir conocimientos. Son los valores, la autodisciplina, el pensamiento crítico, la lógica de lo cotidiano lo que permite lograr competencias.
El concepto de competencia, sin un referente valórico, reduce a lo técnico las habilidades del ser humano y como ellas son prácticamente infinitas, pretender diagnosticar y apartar las que se se requieren es un proceso tan complejo que puede llevar a efectos perversos inesperados. El ser humano no puede ser tratado como un robot ni el aula universitaria es una caja de Skinner para hacer experimentos con los futuros pedagogos.
Pero no quiero desanimar al lector que se interesa en el tema de las competencias en el aprender. En otro momento trataré las debilidades del modelo. Por ahora me limitaré a explicarlo con mucha sencillez.
Como existe amplia información en la red sobre este tema, quisiera ahora hacer solamente un breve recuento de sus principios, esperando despertar el apetito por saber más sobre este tema.
PRINCIPIOS BASICOS DEL ABC
1.- Se basa en un perfil del egresado; se investiga en el medio laboral cuál es el verdadero quehacer del profesional, se determinan los saberes teóricos y prácticos que van con ese perfil. El estudiante puede conocer desde el comienzo de la carrera qué se espera de él para cuando reciba su título; conoce el por qué existen determinadas asignaturas en el currículo y sabe cuáles son las habilidades que serán evaluadas y las destrezas pedagógicas que deberá tener a la época de su egreso.
2.- Por su parte, los académicos, unidos por su interés en el nuevo proceso, aunan sus esfuerzos para que el modelo funcione; seleccionan las competencias para adecuar los contenidos al logro de ellas; buscan la participación del estudiante, le informan sobre esas competencias y el estudiante siempre sabrá que se evaluará y qué se espera de sus aprendizajes. Como un capitán de barco, el directivo del proceso, ya sea el Decano o el Jefe del Departamento de Educación, sabe siempre en qué rumbo y hacia donde se dirige la formación de sus estudiantes.
3.- La nueva visión es holística: interesa la globalidad, interesa lo que hará y será el profesor de aula al término de su formación. El perfil profesional es el que guía todo el proceso de formación, incluyendo la alta tecnología didáctica que debe emplear cada uno de los académicos formadores.
4.- Si el perfil profesional orienta al proceso formativo, las competencias son las que guían a todo ese proceso. Es decir, todo parte y todo termina en las competencias, en una alimentación constante de la evaluación del logro formativo.
Las competencias son, en resumen, las tareas o procederes de tipo laboral que desempeña realmente el egresado; el perfil del egresado es, entonces, lo que hace, el cómo lo hace y por qué lo hace.
5.- Las competencias se originan y se fundamentan en el hacer, en el ejercicio cotidiano de la profesión de maestro. Esta visión es ecológica, porque el maestro se forma en un medio, vive y labora en él y sus formadores son parte importante de ese mismo medio.
6.- Si se conoce perfectamente cuáles son las competencias profesionales, se puede diseñar la duración de los aprendizajes, la forma y periodicidad de las evaluaciones y la medición práctica de los saberes. Por lo mismo, la Escuela de Prácticas debe ser una realidad y estar cerca del lugar donde se forman los maestros, para que los estudiantes que aplican los saberes, sepan siempre como funcionan en el medio efectivo sus modelos, que son los profesores en ejercicio.
Como existe amplia información en la red sobre este tema, quisiera ahora hacer solamente un breve recuento de sus principios, esperando despertar el apetito por saber más sobre este tema.
PRINCIPIOS BASICOS DEL ABC
1.- Se basa en un perfil del egresado; se investiga en el medio laboral cuál es el verdadero quehacer del profesional, se determinan los saberes teóricos y prácticos que van con ese perfil. El estudiante puede conocer desde el comienzo de la carrera qué se espera de él para cuando reciba su título; conoce el por qué existen determinadas asignaturas en el currículo y sabe cuáles son las habilidades que serán evaluadas y las destrezas pedagógicas que deberá tener a la época de su egreso.
2.- Por su parte, los académicos, unidos por su interés en el nuevo proceso, aunan sus esfuerzos para que el modelo funcione; seleccionan las competencias para adecuar los contenidos al logro de ellas; buscan la participación del estudiante, le informan sobre esas competencias y el estudiante siempre sabrá que se evaluará y qué se espera de sus aprendizajes. Como un capitán de barco, el directivo del proceso, ya sea el Decano o el Jefe del Departamento de Educación, sabe siempre en qué rumbo y hacia donde se dirige la formación de sus estudiantes.
3.- La nueva visión es holística: interesa la globalidad, interesa lo que hará y será el profesor de aula al término de su formación. El perfil profesional es el que guía todo el proceso de formación, incluyendo la alta tecnología didáctica que debe emplear cada uno de los académicos formadores.
4.- Si el perfil profesional orienta al proceso formativo, las competencias son las que guían a todo ese proceso. Es decir, todo parte y todo termina en las competencias, en una alimentación constante de la evaluación del logro formativo.
Las competencias son, en resumen, las tareas o procederes de tipo laboral que desempeña realmente el egresado; el perfil del egresado es, entonces, lo que hace, el cómo lo hace y por qué lo hace.
5.- Las competencias se originan y se fundamentan en el hacer, en el ejercicio cotidiano de la profesión de maestro. Esta visión es ecológica, porque el maestro se forma en un medio, vive y labora en él y sus formadores son parte importante de ese mismo medio.
6.- Si se conoce perfectamente cuáles son las competencias profesionales, se puede diseñar la duración de los aprendizajes, la forma y periodicidad de las evaluaciones y la medición práctica de los saberes. Por lo mismo, la Escuela de Prácticas debe ser una realidad y estar cerca del lugar donde se forman los maestros, para que los estudiantes que aplican los saberes, sepan siempre como funcionan en el medio efectivo sus modelos, que son los profesores en ejercicio.
INEQUIDAD: PROPUESTAS PARA EDUCACION
DR. NELSON CAMPOS VILLALOBOS
Tengo una gran, una enorme pregunta que hacer: ¿Cómo es posible en Chile invertir tanto dinero en educación para obtener tan malos resultados?
Un padre en una reunión de apoderados.
Para hacer propuestas y llevarlas a cabo, es preciso siempre un diagnóstico de la realidad, centrado en la transparencia de la información. En la terminología de Kant, a posteriori hemos buscado los datos, muchos de ellos emanados de la autoridad educacional, los que a veces suelen estar maquillados y en ese caso hay que recurrir a la hermenéutica para encontrar la verdad. Para mayor información puede el lector ver los dos tomos de mi Historia de la Enseñanza Obligatoria en Chile 1810-1999 (2000) y el primer tomo de Historia del Pensamiento pedagógico en Chile. Una visión crítica (2002).
Un gran pensador contemporáneo español, Fernado Savater (1999:176) señala que La justicia es a la vez explicación de lo que hay y propuesta de lo que debería haber. Por eso, nada mejor que esa idea para iniciar este capítulo. Ya hemos revisado lo que hay en la educación nacional, veamos que podríamos hacer con ella para lograr más libertad, justicia, equidad e igualdad en nuestra sociedad.
Antes, es preciso hacer un alcance epistemológico. En este capítulo hablaremos de calidad y el término lo usaremos más de veinte veces en unas pocas páginas, por lo que vale la pena detenernos un poco en el análisis de esta palabra. Calidad en su acepción de excelencia, superioridad, grado de excelencia, viene del latín qualitatem, acusativo de qualitas (radical qualitat), calidad, cualidad. En referencia a la educación, la calidad puede derivarse de un mejor nivel o grado de excelencia en dos vertientes: lo cualitativo y lo cuantitativo. Por eso, hay que precisar cuál es la vertiente en análisis para saber de qué estamos realmente hablando.
1. Calidad (cualitativa): se expresa en las habilidades denominadas universales que los alumnos deben adquirir en función del tiempo y el nivel de escolaridad en que se encuentran. Ese nivel lo llamaremos de logro y se compone de habilidades lingüísticas, motoras, lógicas, matemáticas y de comprensión del mundo y el universo. Esta calidad se mide por el dominio de contenidos, evaluados con pruebas debidamente estandarizadas. 2. Calidad (cuantitativa): se refiere a componentes ecológicos del medio escolar, como equipamiento pedagógico, idoneidad y experiencia de los docentes y directivos, acceso a la escuela por diversos medios de transporte, alimentación complementaria, relación con el medio local, pertinencia del establecimiento en cuanto a estructura y arquitectura, calefacción, ventilación, etc. Esta calidad no es difícil de medir con escalas adecuadas, de la misma manera que se mide, por ejemplo, la calidad de un establecimiento hotelero o de un hospital.
3. Ambos tipos de calidad educacional se miden para poder reducir la desigualdad que se encuentre, de manera de homogeneizar dónde haga falta, no para cerrar la brecha porque esa tarea es imposible en el corto plazo, pero si sabemos en donde invertir, en qué invertir y para qué hacerlo, estaremos avanzando en el sentido correcto y justo.
Desde un punto de vista de investigación educacional es preocupante que se pretenda medir a todo el sistema educacional chileno, público y privado, en todo el extenso territorio, con diversidad étnica, geográfica, de clima, de más o menos dificultad de acceso, con mayor o menor acceso a bienes culturales, de mayor o menor pobreza, con lenguaje étnico como segunda lengua, con diversidad de cultura, etc. con la misma prueba. No me extraña que los resultados, consistentemente, sean menores en la población menos favorecida. Es que hasta el vocabulario empleado por lo niños es diferente y sus habilidades para entender determinados conceptos no son las mismas. Habría que hacer una depuración conceptual-cultural en las pruebas del SIMCE para que las groseras medidas actuales nos digan realmente dónde poner el esfuerzo remedial para superar las diferencias. De otra manera, los puntajes brutos no nos dicen nada más que hay una variación entre los grupos testados porque son diferentes.
Examinemos , en esta argumentación, la problemática que debemos reconocer antes de iniciar cualquier propuesta de mejoramiento de la calidad de la enseñanza.
1.- PRIMERO, RECONOCER QUE LA SOCIEDAD CHILENA NO ESTA ORDENADA, QUE NO ES JUSTA
Tengo una gran, una enorme pregunta que hacer: ¿Cómo es posible en Chile invertir tanto dinero en educación para obtener tan malos resultados?
Un padre en una reunión de apoderados.
Para hacer propuestas y llevarlas a cabo, es preciso siempre un diagnóstico de la realidad, centrado en la transparencia de la información. En la terminología de Kant, a posteriori hemos buscado los datos, muchos de ellos emanados de la autoridad educacional, los que a veces suelen estar maquillados y en ese caso hay que recurrir a la hermenéutica para encontrar la verdad. Para mayor información puede el lector ver los dos tomos de mi Historia de la Enseñanza Obligatoria en Chile 1810-1999 (2000) y el primer tomo de Historia del Pensamiento pedagógico en Chile. Una visión crítica (2002).
Un gran pensador contemporáneo español, Fernado Savater (1999:176) señala que La justicia es a la vez explicación de lo que hay y propuesta de lo que debería haber. Por eso, nada mejor que esa idea para iniciar este capítulo. Ya hemos revisado lo que hay en la educación nacional, veamos que podríamos hacer con ella para lograr más libertad, justicia, equidad e igualdad en nuestra sociedad.
Antes, es preciso hacer un alcance epistemológico. En este capítulo hablaremos de calidad y el término lo usaremos más de veinte veces en unas pocas páginas, por lo que vale la pena detenernos un poco en el análisis de esta palabra. Calidad en su acepción de excelencia, superioridad, grado de excelencia, viene del latín qualitatem, acusativo de qualitas (radical qualitat), calidad, cualidad. En referencia a la educación, la calidad puede derivarse de un mejor nivel o grado de excelencia en dos vertientes: lo cualitativo y lo cuantitativo. Por eso, hay que precisar cuál es la vertiente en análisis para saber de qué estamos realmente hablando.
1. Calidad (cualitativa): se expresa en las habilidades denominadas universales que los alumnos deben adquirir en función del tiempo y el nivel de escolaridad en que se encuentran. Ese nivel lo llamaremos de logro y se compone de habilidades lingüísticas, motoras, lógicas, matemáticas y de comprensión del mundo y el universo. Esta calidad se mide por el dominio de contenidos, evaluados con pruebas debidamente estandarizadas. 2. Calidad (cuantitativa): se refiere a componentes ecológicos del medio escolar, como equipamiento pedagógico, idoneidad y experiencia de los docentes y directivos, acceso a la escuela por diversos medios de transporte, alimentación complementaria, relación con el medio local, pertinencia del establecimiento en cuanto a estructura y arquitectura, calefacción, ventilación, etc. Esta calidad no es difícil de medir con escalas adecuadas, de la misma manera que se mide, por ejemplo, la calidad de un establecimiento hotelero o de un hospital.
3. Ambos tipos de calidad educacional se miden para poder reducir la desigualdad que se encuentre, de manera de homogeneizar dónde haga falta, no para cerrar la brecha porque esa tarea es imposible en el corto plazo, pero si sabemos en donde invertir, en qué invertir y para qué hacerlo, estaremos avanzando en el sentido correcto y justo.
Desde un punto de vista de investigación educacional es preocupante que se pretenda medir a todo el sistema educacional chileno, público y privado, en todo el extenso territorio, con diversidad étnica, geográfica, de clima, de más o menos dificultad de acceso, con mayor o menor acceso a bienes culturales, de mayor o menor pobreza, con lenguaje étnico como segunda lengua, con diversidad de cultura, etc. con la misma prueba. No me extraña que los resultados, consistentemente, sean menores en la población menos favorecida. Es que hasta el vocabulario empleado por lo niños es diferente y sus habilidades para entender determinados conceptos no son las mismas. Habría que hacer una depuración conceptual-cultural en las pruebas del SIMCE para que las groseras medidas actuales nos digan realmente dónde poner el esfuerzo remedial para superar las diferencias. De otra manera, los puntajes brutos no nos dicen nada más que hay una variación entre los grupos testados porque son diferentes.
Examinemos , en esta argumentación, la problemática que debemos reconocer antes de iniciar cualquier propuesta de mejoramiento de la calidad de la enseñanza.
1.- PRIMERO, RECONOCER QUE LA SOCIEDAD CHILENA NO ESTA ORDENADA, QUE NO ES JUSTA
Para enmendar una situación, hay que empezar por reconocer las propias faltas, negligencias y olvidos.Por esto, en el análisis desde la teoría de la justicia, podemos señalar que en este momento, por no estar la sociedad chilena ordenada, no puede ser justa. Se requiere que el Estado asuma a la educación como una empresa moral, que sirve al desarrollo como ninguna otra obra nacional lo puede hacer. Si deseamos ordenar a la sociedad, debemos partir por el gran consenso nacional de cómo abordar la educación, qué esperamos de ella y proceder en consecuencia.
Para ese consenso, los educadores deben partir desde la posición original teórica, con pureza de propósitos, para introducir en los niños desde su más tierna edad, los grandes principios morales societarios, que por ser justos y buenos pueden y deben aceptarse. Este reconocimiento puede servir como un inicio, como un punto de partida para la sociedad justa que algún día tendremos. La pedagogía de la justicia, como la entendemos aquí, puede basarse en nuestra proposición, explicitada en un libro publicado por este autor en 2006 (Filosofía de la Educación: la búsqueda de justicia en una sociedad injusta). La propuesta pasa por la búsqueda de consenso nacional y llega hasta la redistribución justa del ingreso, que actualmente produce una fuerte inequidad y por tanto, desigualdad social.
La participación ciudadana requiere del aporte de los jóvenes, que debe hacer valer su derecho a voto, pues ¿De qué otra manera puede presionar por sus derechos? Los políticos como grupo y como clase social auto-conformada, están envejeciendo y se requerirá su renovación en el mediano plazo. Una tarea de ellos es interesar en la cosa pública a la juventud, mediante su ejemplo, su honestidad y demostrando su apego a la solidaridad, la igualdad, la equidad y la justicia, virtudes que no han sabido integrar a su imagen de servidores públicos. El cambio de imagen debe incluir la transparencia de los ingresos de los políticos, pues ese dinero nos pertenece a todos y es justo saber en qué y cómo se gasta el dinero del pueblo en el aparato público. Lo mismo debe ocurrir con los dineros reservados que maneja la alta burocracia de la nación. La autoridad educacional debiera justificar con logros toda la enorme inversión que para Chile ha significado el gasto en los últimos diez o doce años. Descuidar este aspecto es cometer un acto hostil.
En una perspectiva ética, se comete un acto hostil cuando no se atiende a los aspectos éticos que hay detrás de un problema social. No significa que quien comete ese acto no esté de acuerdo con el código moral subyacente. Este acto es una agresión a la comunidad toda y sus efectos serán siempre perversos, entendiendo con este término a las consecuencias no deseadas ni previstas de una acción. Las consecuencias perversas pueden ser: el desánimo ante un accionar que no produce resultados; una irritación hacia las autoridades educacionales y políticas; alejamiento de los jóvenes de una actividad pedagógica que no tiene el apoyo ni el respeto de la sociedad por su carencia de logros.
2.- RECONOCER LA INEFICACIA DE LAS POLITICAS EDUCACIONALES IMPLEMENTADAS DESDE LOS AÑOS 90 Y PLANTEAR UNA REINGENIERÍA TOTAL DE LA ENSEÑANZA NACIONAL
En 2004, el Ministerio de Educación debió reconocer que la prueba SINCE ha mostrado un magro mejoramiento y que la brecha entre la educación pagada y la subvencionada se mantiene prácticamente sin cambios en la última década. Si se me permite una comparación, cuando un equipo de fútbol tiene sistemáticamente un pobre rendimiento, los hinchas claman por el cambio del entrenador. En educación no ocurre eso. Ni siquiera hay renuncias voluntarias ante la vergüenza del fracaso, como si la enorme inversión realizada en 10 años de educación gratuita no le importara a nadie y pareciera que los culpables carecen del sentido del honor, un valor que doscientos años de burocracia no ha bastado para internalizarlo en el alma de muchos de los funcionarios públicos.
Una grave equivocación está en que se ha confundido la igualdad inicial de oportunidades con la igualdad al término del proceso. Toda medición que pretenda hacer el Estado de la calidad educacional debe tomar en consideración que existiendo dos sistemas educacionales –uno el privado, caro, exigente y con muchos recursos, frente a otro pobre- no pueden esperar lograr ningún tipo de igualdad en cuanto a calidad. Al contrario, como precisamos al inicio del capítulo, no sabremos exactamente qué estamos midiendo ni podemos comparar en sus logros a dos niños provenientes de uno y otro sistema. Cualquier comparación en estas condiciones tiene connotaciones equívocas, porque no se puede medir lo que es desigual. También, si el medir no sirve para poner remedio inmediato a la inequidad ¿Para qué medir entonces? Solamente si la sociedad asegura un mismo punto de partida para cada ciudadano y esa igualdad se refiere a la calidad de la educación que recibirá, iniciaremos con buenos auspicios el camino en pos de la justicia social.
La prueba internacional denominada PISA, que mide la competencia lectora y en matemáticas y ciencias en estudiantes de 15 años elaborado por la UNESCO y la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE), muestra que de un total de 43 países Chile ocupa el lugar 36. ¿Puede haber una mayor demostración de fracaso educacional? Como datos técnicos, participaron 4.884 estudiantes chilenos, matriculados en establecimientos de todo el territorio, desde séptimo año de escolaridad. Los resultados muestran que el 19.9% de los estudiantes están en el nivel más bajo en habilidades lectoras; 28.3% están en el nivel básico y apenas el 0.5% de los jóvenes se ubicó en el nivel más alto.
A la luz del mal resultado de la educación se suele culpar a los padres por desatender el proceso; a los maestros por no tener la preparación necesaria; a los sostenedores por no invertir más en sus colegios. Pero nadie señala a las autoridades que desde el Ministerio de Educación han realizado mal su tarea de elaborar políticas realmente eficientes. El gasto por persona alcanzada por la educación pública es para el Estado Chileno uno de los más altos de la región: US$ 18.000 (dieciocho mil dólares) anuales, contra 3000 dólares en Perú. No hay duda que hay una mala administración de esa enorme cantidad de dinero gastado. Se debe proponer que para tener un mejoramiento hay que refundar el propio Ministerio de Educación, dejándolo en manos de funcionarios de carrera y que los expertos contratados tengan al menos el grado de doctor y una gran experiencia nacional e internacional. Los educadores aficionados, designados políticamente, que no tienen siquiera titulación en la enseñanza deben dejar el trabajo técnico en manos de los que saben ¿O acaso no hay excelentes académicos y educadores en el país? Los diseñadores de políticas educacionales han fracasado de manera lamentable por las consecuencias, pues han terminado despilfarrado el dinero de los más pobres y han contribuido a promovera una desigualdad social espantosa. ¿Son dignos de respeto esos burócratas, dormirán tranquilos sabiendo que han dañado las esperanzas de millares de niños y jóvenes que merecieron tener una educación de calidad? Pero, no olvidemos a los otros culpables, los parlamentarios que no leen los proyectos de ley, que votan solamente obedeciendo las órdenes partidarias, que a veces olvidan que son servidores del pueblo y no sus tiranos; los Ministros de Educación que no entienden del tema y que creen poder hacer una buena labor, cuando no hacen más que descansar en sus asesores, los autodenominados expertos en educación. Me disculpará el lector, pero la lectura de la información disponible sobre el problema nacional no puede dejar de indignar a un ciudadano que tiene a la educación como su profesión y su mayor preocupación. Sobre la indignación en educación, Paulo Freire (1998:332) comentó que la injusticia que existía en su país, con 36 millones de niños que la autoridad denominaba carentes y por los cuales no hacía nada por remediar su pobreza, le hacía ser un pedagogo indignado, absolutamente indignado y que lo que él había defendido siempre era una pedagogía de la indignación.
Una investigación (NEFF, 2000) señala a la letra, en sus conclusiones, un párrafo que resume admirablemente nuestro sentir sobre la conducción de justicia social y en especial de la educación en Chile:
Este trabajo ha sugerido que la educación chilena en su conjunto ha experimentado una profunda transformación regresiva. Esta se manifiesta claramente en los indicadores económicos. Por ejemplo, el gasto público en educación representaba en 1970 el 5.1 por ciento del Producto Nacional Bruto. En 1975 había caído al 4.1 y en 1990 al 2.7 por ciento. En 1996, pese a que se había recuperado a un 3.1 por ciento, esta recuperación significaba una caída relativa de casi 40 por ciento en relación con 1970. Si se toma el gasto público en educación como porcentaje del gasto de gobierno, las cifras son igualmente dramáticas. Entre 1970 y 1975 la proporción del gasto del gobierno destinado a la educación había caído desde un 22 a un 12 por ciento; una baja de 45 por ciento. En 1996 esta cifra era aún 32.8 por ciento más baja que la de 1970 (9). A estas observaciones hay que agregar el hecho de que hasta los años 70, la mayor parte del gasto público en educación era para financiar los establecimientos fiscales, una situación que cambió drásticamente entre los años 80 y 90. Como quiera que se le mire, en el período estudiado, la educación dejó de ser un área de alta prioridad relativa en las políticas públicas. Nef no solamente deja al descubierto una regresión en las políticas económicas educacionales, sino que su hermenéutica orienta hacia la errónea conducción superior del país en estas materias, toda vez que un problema económico presenta componentes que son a la vez políticos y técnicos y los culpables obligadamente serán los diseñadores de políticas públicas, cuyo resultado afecta a la justicia social, a la equidad y a la igualdad de los niños y jóvenes de Chile.
Para ese consenso, los educadores deben partir desde la posición original teórica, con pureza de propósitos, para introducir en los niños desde su más tierna edad, los grandes principios morales societarios, que por ser justos y buenos pueden y deben aceptarse. Este reconocimiento puede servir como un inicio, como un punto de partida para la sociedad justa que algún día tendremos. La pedagogía de la justicia, como la entendemos aquí, puede basarse en nuestra proposición, explicitada en un libro publicado por este autor en 2006 (Filosofía de la Educación: la búsqueda de justicia en una sociedad injusta). La propuesta pasa por la búsqueda de consenso nacional y llega hasta la redistribución justa del ingreso, que actualmente produce una fuerte inequidad y por tanto, desigualdad social.
La participación ciudadana requiere del aporte de los jóvenes, que debe hacer valer su derecho a voto, pues ¿De qué otra manera puede presionar por sus derechos? Los políticos como grupo y como clase social auto-conformada, están envejeciendo y se requerirá su renovación en el mediano plazo. Una tarea de ellos es interesar en la cosa pública a la juventud, mediante su ejemplo, su honestidad y demostrando su apego a la solidaridad, la igualdad, la equidad y la justicia, virtudes que no han sabido integrar a su imagen de servidores públicos. El cambio de imagen debe incluir la transparencia de los ingresos de los políticos, pues ese dinero nos pertenece a todos y es justo saber en qué y cómo se gasta el dinero del pueblo en el aparato público. Lo mismo debe ocurrir con los dineros reservados que maneja la alta burocracia de la nación. La autoridad educacional debiera justificar con logros toda la enorme inversión que para Chile ha significado el gasto en los últimos diez o doce años. Descuidar este aspecto es cometer un acto hostil.
En una perspectiva ética, se comete un acto hostil cuando no se atiende a los aspectos éticos que hay detrás de un problema social. No significa que quien comete ese acto no esté de acuerdo con el código moral subyacente. Este acto es una agresión a la comunidad toda y sus efectos serán siempre perversos, entendiendo con este término a las consecuencias no deseadas ni previstas de una acción. Las consecuencias perversas pueden ser: el desánimo ante un accionar que no produce resultados; una irritación hacia las autoridades educacionales y políticas; alejamiento de los jóvenes de una actividad pedagógica que no tiene el apoyo ni el respeto de la sociedad por su carencia de logros.
2.- RECONOCER LA INEFICACIA DE LAS POLITICAS EDUCACIONALES IMPLEMENTADAS DESDE LOS AÑOS 90 Y PLANTEAR UNA REINGENIERÍA TOTAL DE LA ENSEÑANZA NACIONAL
En 2004, el Ministerio de Educación debió reconocer que la prueba SINCE ha mostrado un magro mejoramiento y que la brecha entre la educación pagada y la subvencionada se mantiene prácticamente sin cambios en la última década. Si se me permite una comparación, cuando un equipo de fútbol tiene sistemáticamente un pobre rendimiento, los hinchas claman por el cambio del entrenador. En educación no ocurre eso. Ni siquiera hay renuncias voluntarias ante la vergüenza del fracaso, como si la enorme inversión realizada en 10 años de educación gratuita no le importara a nadie y pareciera que los culpables carecen del sentido del honor, un valor que doscientos años de burocracia no ha bastado para internalizarlo en el alma de muchos de los funcionarios públicos.
Una grave equivocación está en que se ha confundido la igualdad inicial de oportunidades con la igualdad al término del proceso. Toda medición que pretenda hacer el Estado de la calidad educacional debe tomar en consideración que existiendo dos sistemas educacionales –uno el privado, caro, exigente y con muchos recursos, frente a otro pobre- no pueden esperar lograr ningún tipo de igualdad en cuanto a calidad. Al contrario, como precisamos al inicio del capítulo, no sabremos exactamente qué estamos midiendo ni podemos comparar en sus logros a dos niños provenientes de uno y otro sistema. Cualquier comparación en estas condiciones tiene connotaciones equívocas, porque no se puede medir lo que es desigual. También, si el medir no sirve para poner remedio inmediato a la inequidad ¿Para qué medir entonces? Solamente si la sociedad asegura un mismo punto de partida para cada ciudadano y esa igualdad se refiere a la calidad de la educación que recibirá, iniciaremos con buenos auspicios el camino en pos de la justicia social.
La prueba internacional denominada PISA, que mide la competencia lectora y en matemáticas y ciencias en estudiantes de 15 años elaborado por la UNESCO y la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE), muestra que de un total de 43 países Chile ocupa el lugar 36. ¿Puede haber una mayor demostración de fracaso educacional? Como datos técnicos, participaron 4.884 estudiantes chilenos, matriculados en establecimientos de todo el territorio, desde séptimo año de escolaridad. Los resultados muestran que el 19.9% de los estudiantes están en el nivel más bajo en habilidades lectoras; 28.3% están en el nivel básico y apenas el 0.5% de los jóvenes se ubicó en el nivel más alto.
A la luz del mal resultado de la educación se suele culpar a los padres por desatender el proceso; a los maestros por no tener la preparación necesaria; a los sostenedores por no invertir más en sus colegios. Pero nadie señala a las autoridades que desde el Ministerio de Educación han realizado mal su tarea de elaborar políticas realmente eficientes. El gasto por persona alcanzada por la educación pública es para el Estado Chileno uno de los más altos de la región: US$ 18.000 (dieciocho mil dólares) anuales, contra 3000 dólares en Perú. No hay duda que hay una mala administración de esa enorme cantidad de dinero gastado. Se debe proponer que para tener un mejoramiento hay que refundar el propio Ministerio de Educación, dejándolo en manos de funcionarios de carrera y que los expertos contratados tengan al menos el grado de doctor y una gran experiencia nacional e internacional. Los educadores aficionados, designados políticamente, que no tienen siquiera titulación en la enseñanza deben dejar el trabajo técnico en manos de los que saben ¿O acaso no hay excelentes académicos y educadores en el país? Los diseñadores de políticas educacionales han fracasado de manera lamentable por las consecuencias, pues han terminado despilfarrado el dinero de los más pobres y han contribuido a promovera una desigualdad social espantosa. ¿Son dignos de respeto esos burócratas, dormirán tranquilos sabiendo que han dañado las esperanzas de millares de niños y jóvenes que merecieron tener una educación de calidad? Pero, no olvidemos a los otros culpables, los parlamentarios que no leen los proyectos de ley, que votan solamente obedeciendo las órdenes partidarias, que a veces olvidan que son servidores del pueblo y no sus tiranos; los Ministros de Educación que no entienden del tema y que creen poder hacer una buena labor, cuando no hacen más que descansar en sus asesores, los autodenominados expertos en educación. Me disculpará el lector, pero la lectura de la información disponible sobre el problema nacional no puede dejar de indignar a un ciudadano que tiene a la educación como su profesión y su mayor preocupación. Sobre la indignación en educación, Paulo Freire (1998:332) comentó que la injusticia que existía en su país, con 36 millones de niños que la autoridad denominaba carentes y por los cuales no hacía nada por remediar su pobreza, le hacía ser un pedagogo indignado, absolutamente indignado y que lo que él había defendido siempre era una pedagogía de la indignación.
Una investigación (NEFF, 2000) señala a la letra, en sus conclusiones, un párrafo que resume admirablemente nuestro sentir sobre la conducción de justicia social y en especial de la educación en Chile:
Este trabajo ha sugerido que la educación chilena en su conjunto ha experimentado una profunda transformación regresiva. Esta se manifiesta claramente en los indicadores económicos. Por ejemplo, el gasto público en educación representaba en 1970 el 5.1 por ciento del Producto Nacional Bruto. En 1975 había caído al 4.1 y en 1990 al 2.7 por ciento. En 1996, pese a que se había recuperado a un 3.1 por ciento, esta recuperación significaba una caída relativa de casi 40 por ciento en relación con 1970. Si se toma el gasto público en educación como porcentaje del gasto de gobierno, las cifras son igualmente dramáticas. Entre 1970 y 1975 la proporción del gasto del gobierno destinado a la educación había caído desde un 22 a un 12 por ciento; una baja de 45 por ciento. En 1996 esta cifra era aún 32.8 por ciento más baja que la de 1970 (9). A estas observaciones hay que agregar el hecho de que hasta los años 70, la mayor parte del gasto público en educación era para financiar los establecimientos fiscales, una situación que cambió drásticamente entre los años 80 y 90. Como quiera que se le mire, en el período estudiado, la educación dejó de ser un área de alta prioridad relativa en las políticas públicas. Nef no solamente deja al descubierto una regresión en las políticas económicas educacionales, sino que su hermenéutica orienta hacia la errónea conducción superior del país en estas materias, toda vez que un problema económico presenta componentes que son a la vez políticos y técnicos y los culpables obligadamente serán los diseñadores de políticas públicas, cuyo resultado afecta a la justicia social, a la equidad y a la igualdad de los niños y jóvenes de Chile.
3. ATENDER AL NUEVO PARADIGMA EDUCACIONAL QUE ESTA SURGIENDO
Junto con reconocer que existe una inequidad de base, debemos considerar que siendo la educación la principal empresa que ha tenido Chile, la educación obligatoria se torna insuficiente para cumplir los contenidos paradigmáticos en que ha cifrado sus esperanzas la comunidad nacional; que existe una inequidad y una desigualdad en la población que la educación acentúa cuando atiende en forma diferencial a las clases económicas. En lugar de ser un medio para mejorar la desigualdad de la población, la educación esquizoide, dividida en dos –una para pobres y otra para ricos- está sirviendo para perpetuar la pobreza y mantenerla en el tiempo, no pudiendo esperarse que se revierta la situación sin atender a las causales de la inequidad. Lo que se requiere es mejorar la calidad de la educación y permitir el acceso de los egresados de la educación media que no poseen recursos a los estudios superiores.
El nuevo paradigma (ver Campos, 2000) señala:
La actual educación básica y la media debe atenderse como la principal empresa social que ha acometido el país porque:
1. No inmuniza contra el desempleo
2. No inmuniza contra la pobreza,
3. No promueve la movilidad social de los graduados
4. Para lograr alguna inmunidad se requiere al menos un año más de estudios técnicos o universitarios
5. La educación es una empresa moral y como tal debe enfrentarse, pues lo que falta es reciprocidad y solidaridad en las nuevas generaciones.
6. Hay que democratizar la educación, permitiendo el diálogo con los educadores, la familia y el Estado, para lograr consensos y éstos internalizarlos.
7. Hay que homogeneizar la educación para acercar la brecha entre pobres y ricos, elevando la calidad
8. La calidad de la enseñanza a elevar es tanto cualitativa como cuantitativa, ambas explicadas más arriba.
Al explicitar los ocho puntos anteriores, debemos decir con el aval de numerosas investigaciones, en algunas de las cuales ha participado el autor de este libro, que:
Se ha demostrado que únicamente la educación media, con al menos 11 años de escolaridad, es capaz de producir alguna inmunidad reducida, con 6-7 líneas sobre el umbral de la pobreza, para quienes reúnen ese capital humano; la inequidad en el sistema se traduce simplemente en que los más ricos acceden a educación de mayor calidad. El quintil más rico tiene en promedio más de 12 años de estudios formales; el quintil más pobre de la población no ha logrado terminar la educación obligatoria de 8 años. La clave movilidad social pasó de la educación básica obligatoria, a partir de los años 40 del siglo pasado, a la educación media y ahora, al inicio del siglo XXI se ha trasladado a la educación superior, con lo cual los más pobres continuarán en esa condición y la traspasarán a sus hijos.
Un trabajo publicado por Dante Contreras y Víctor Macías (2002), que me interesa citar a la letra, contiene una validación argumental de nuestras ideas; nos muestra con mucha claridad la importancia de la educación post-media para aumentar la capacidad de generar mejores ingresos:
Junto con reconocer que existe una inequidad de base, debemos considerar que siendo la educación la principal empresa que ha tenido Chile, la educación obligatoria se torna insuficiente para cumplir los contenidos paradigmáticos en que ha cifrado sus esperanzas la comunidad nacional; que existe una inequidad y una desigualdad en la población que la educación acentúa cuando atiende en forma diferencial a las clases económicas. En lugar de ser un medio para mejorar la desigualdad de la población, la educación esquizoide, dividida en dos –una para pobres y otra para ricos- está sirviendo para perpetuar la pobreza y mantenerla en el tiempo, no pudiendo esperarse que se revierta la situación sin atender a las causales de la inequidad. Lo que se requiere es mejorar la calidad de la educación y permitir el acceso de los egresados de la educación media que no poseen recursos a los estudios superiores.
El nuevo paradigma (ver Campos, 2000) señala:
La actual educación básica y la media debe atenderse como la principal empresa social que ha acometido el país porque:
1. No inmuniza contra el desempleo
2. No inmuniza contra la pobreza,
3. No promueve la movilidad social de los graduados
4. Para lograr alguna inmunidad se requiere al menos un año más de estudios técnicos o universitarios
5. La educación es una empresa moral y como tal debe enfrentarse, pues lo que falta es reciprocidad y solidaridad en las nuevas generaciones.
6. Hay que democratizar la educación, permitiendo el diálogo con los educadores, la familia y el Estado, para lograr consensos y éstos internalizarlos.
7. Hay que homogeneizar la educación para acercar la brecha entre pobres y ricos, elevando la calidad
8. La calidad de la enseñanza a elevar es tanto cualitativa como cuantitativa, ambas explicadas más arriba.
Al explicitar los ocho puntos anteriores, debemos decir con el aval de numerosas investigaciones, en algunas de las cuales ha participado el autor de este libro, que:
Se ha demostrado que únicamente la educación media, con al menos 11 años de escolaridad, es capaz de producir alguna inmunidad reducida, con 6-7 líneas sobre el umbral de la pobreza, para quienes reúnen ese capital humano; la inequidad en el sistema se traduce simplemente en que los más ricos acceden a educación de mayor calidad. El quintil más rico tiene en promedio más de 12 años de estudios formales; el quintil más pobre de la población no ha logrado terminar la educación obligatoria de 8 años. La clave movilidad social pasó de la educación básica obligatoria, a partir de los años 40 del siglo pasado, a la educación media y ahora, al inicio del siglo XXI se ha trasladado a la educación superior, con lo cual los más pobres continuarán en esa condición y la traspasarán a sus hijos.
Un trabajo publicado por Dante Contreras y Víctor Macías (2002), que me interesa citar a la letra, contiene una validación argumental de nuestras ideas; nos muestra con mucha claridad la importancia de la educación post-media para aumentar la capacidad de generar mejores ingresos:
Durante la década pasada una serie de investigaciones realizadas en Chile muestran la importancia de la educación en explicar el ingreso de los individuos y la desigualdad en su distribución (Contreras et al., 1999; Bravo y Marinovic, 1997; Contreras, 1996, 1999; Robbins, 1994). En los últimos decenios se ha observado un aumento de los retornos para aquellos individuos que poseen estudios postsecundarios, alcanzándose retornos de 22% para este nivel de educación, mientras que para niveles menores de escolaridad estos retornos son bastante inferiores: 14% para enseñanza media y alrededor de 5% para educación básica1 (Contreras et al., 1999).
Debemos debe considerar en el consenso nacional, desde la posición teórica de Rawls, que la educación es un bien moral; que se debe reducir la heterogeneidad de la calidad de la educación al igual que disminuir la brecha entre pobres y ricos, mejorando la distribución del ingreso. El país ha tomado la senda correcta en su desarrollo económico y falta solamente ajustar la velocidad y magnitud de los cambios mediante el mayor aporte económico al componente principal del desarrollo nacional: la educación obligatoria, la cual debe extenderse hasta la educación media completa, pero sabemos que no basta la simple cobertura, sino que el acento está en la calidad. En los años noventa, nos encontrábamos ya en Chile ante el comienzo de un cambio paradigmático educacional y tanto los educadores como los políticos debemos tomar en cuenta este fenómeno, a fin de permitir el consenso y evitar la divergencia que llevará, de otra forma, a la confrontación en este tema. El clima nacional, respecto a la educación en general, es similar a la efervescencia social que se produjo en los años veinte y sesenta de este siglo y que contribuyó, en septiembre de 1973, a producir los trágicos sucesos que hemos comentado en su momento en otros libros.
4. ENTENDER QUE NO HAY EQUIDAD SI NO HAY COMPENSACION
Hemos insistido bastante en que existe una situación de desigualdad en el país y que los afectados –los jóvenes- son inocentes y víctima de ella. Si queremos ser justos, una medida compensatoria se hace necesaria desde el punto de vista solidario. No es caridad la que se necesita, como cuando algunas entidades privadas otorgan becas parciales a sus alumnos más necesitados. Se requiere una medida de fondo y no parches, pues para quien necesita estudiar y no tiene dinero su familia, un magro aporte no es solución, pues produce más endeudamiento. Veamos un punto de partida ante este problema. Si el gobierno cree realmente en que la educación de calidad hace salir a los pobres de su condición, entonces tiene el imperativo moral de ser el aval de los préstamos bancarios que reciban los menos favorecidos. Para ello hay que ser realistas y justos en el sentido de si se está prestando dinero, el favorecido debe estudiar realmente y mostrar algún tipo de rendimiento aunque sea el mínimo para aprobar las diversas asignaturas del plan de estudio. No es conveniente entregar el dinero con el aval estatal si el joven no cumple su parte. Si no lo hace, se perderá menos dinero pues esa persona no podrá seguir estudiando ni en esa ni en ninguna otra entidad estatal. La idea es que sin una explicación entendible, ningún beneficiado de la solidaridad podría dejar de cumplir con sus obligaciones. Es la aplicación de la teoría de la responsabilidad, en que el joven no solamente es responsable de sus actos, sino que tiene un compromiso de responsabilidad con las generaciones futuras.
¿Qué gana el país con ayudar a los jóvenes a estudiar? Varias son las ventajas y si tomamos con realismo la situación, veremos que vale la pena contar con el aporte del Estado como aval. Ni siquiera le pedimos dinero, pues este viene de los bancos o fuentes privadas, para quien es un negocio prestar. El Estado solamente pone el dinero cuando alguien no puede pagar, pero como veremos, hay formas de hacer exigible el reembolso del aporte estatal. En un sistema como el propuesto, debe haber absoluta claridad en los términos y si alguien desea no acceder, por las cláusulas del contrato social que se haría, es su problema y no el de la sociedad.
La propuesta parte de un hecho básico: No se entrega dinero a una institución educacional en particular. El joven, con la seguridad del préstamo en sus manos, acude a las instituciones y éstas entrarían en competencia, pudiendo ofrecer un plus que favorece al estudiante. Por ejemplo, alguien puede decir: acepto tu cheque y a cambio te daré almuerzo gratuito en los días laborales en el casino de la universidad. Otro puede proponer rebajas en aranceles, de manera que quede un remanente al alumno para otros gastos mensuales que necesite. El alumno finalmente decide dónde el Banco pagará por sus estudios.
El Estado puede asegurarse la devolución de los dineros de quienes no terminan de pagar sus deudas educacionales de muy diversas maneras. En Estados Unidos, aquel que termina sus estudios y no devuelve el préstamo puede ser reclutado obligatoriamente por el Ejército como profesional, con menos paga que en el área privada y enviado donde se le precise. Tampoco el deudor puede ocupar cargos públicos o ingresar a una repartición del Estado. O puede ser destinado a cumplir determinados servicios comunitarios. Recuérdese que el Estado fue el aval y por tanto pagó por el deudor y tiene pleno derecho a cobrar, de alguna manera, la deuda. Esto es justo, equitativo y solidario, pues sino se cobra la deuda, afectará a otros jóvenes. La justicia tiene siempre dos vertientes, lo que es justo para la sociedad debe ser justo para el individuo. También hay que considera que el trato equitativo significa además justicia. Por lo mismo hay que tratar a todos por igual y quien no paga sus deudas no es solidario y tendrá que pagarla, no importando el plazo, pero debe hacerlo. Si los más pobres no son culpables de su condición (no son moralmente culpables de ella) merecen y es justo, equitativo y éticamente aceptable, que en compensación de su condición, reciban una educación de tanta calidad como la que reciben los más ricos. De otra manera no hay igualdad de oportunidades, no hay igualdad de partida, sino que hay y habrá una enorme brecha social, hereditaria y que ocasionará, en un efecto perverso, más gasto en salud y en seguridad social para el país, además que resta consumidores al sistema económico en que estamos inmersos, conocimiento este último que bastaría para hacer a los más ricos un poco más solidarios en compartir su riqueza, que de alguna manera, deben a su educación de calidad, generalmente obtenida en las universidades estatales a un costo menor de lo que les costó la educación media en los exclusivos colegios privados.
Hemos insistido bastante en que existe una situación de desigualdad en el país y que los afectados –los jóvenes- son inocentes y víctima de ella. Si queremos ser justos, una medida compensatoria se hace necesaria desde el punto de vista solidario. No es caridad la que se necesita, como cuando algunas entidades privadas otorgan becas parciales a sus alumnos más necesitados. Se requiere una medida de fondo y no parches, pues para quien necesita estudiar y no tiene dinero su familia, un magro aporte no es solución, pues produce más endeudamiento. Veamos un punto de partida ante este problema. Si el gobierno cree realmente en que la educación de calidad hace salir a los pobres de su condición, entonces tiene el imperativo moral de ser el aval de los préstamos bancarios que reciban los menos favorecidos. Para ello hay que ser realistas y justos en el sentido de si se está prestando dinero, el favorecido debe estudiar realmente y mostrar algún tipo de rendimiento aunque sea el mínimo para aprobar las diversas asignaturas del plan de estudio. No es conveniente entregar el dinero con el aval estatal si el joven no cumple su parte. Si no lo hace, se perderá menos dinero pues esa persona no podrá seguir estudiando ni en esa ni en ninguna otra entidad estatal. La idea es que sin una explicación entendible, ningún beneficiado de la solidaridad podría dejar de cumplir con sus obligaciones. Es la aplicación de la teoría de la responsabilidad, en que el joven no solamente es responsable de sus actos, sino que tiene un compromiso de responsabilidad con las generaciones futuras.
¿Qué gana el país con ayudar a los jóvenes a estudiar? Varias son las ventajas y si tomamos con realismo la situación, veremos que vale la pena contar con el aporte del Estado como aval. Ni siquiera le pedimos dinero, pues este viene de los bancos o fuentes privadas, para quien es un negocio prestar. El Estado solamente pone el dinero cuando alguien no puede pagar, pero como veremos, hay formas de hacer exigible el reembolso del aporte estatal. En un sistema como el propuesto, debe haber absoluta claridad en los términos y si alguien desea no acceder, por las cláusulas del contrato social que se haría, es su problema y no el de la sociedad.
La propuesta parte de un hecho básico: No se entrega dinero a una institución educacional en particular. El joven, con la seguridad del préstamo en sus manos, acude a las instituciones y éstas entrarían en competencia, pudiendo ofrecer un plus que favorece al estudiante. Por ejemplo, alguien puede decir: acepto tu cheque y a cambio te daré almuerzo gratuito en los días laborales en el casino de la universidad. Otro puede proponer rebajas en aranceles, de manera que quede un remanente al alumno para otros gastos mensuales que necesite. El alumno finalmente decide dónde el Banco pagará por sus estudios.
El Estado puede asegurarse la devolución de los dineros de quienes no terminan de pagar sus deudas educacionales de muy diversas maneras. En Estados Unidos, aquel que termina sus estudios y no devuelve el préstamo puede ser reclutado obligatoriamente por el Ejército como profesional, con menos paga que en el área privada y enviado donde se le precise. Tampoco el deudor puede ocupar cargos públicos o ingresar a una repartición del Estado. O puede ser destinado a cumplir determinados servicios comunitarios. Recuérdese que el Estado fue el aval y por tanto pagó por el deudor y tiene pleno derecho a cobrar, de alguna manera, la deuda. Esto es justo, equitativo y solidario, pues sino se cobra la deuda, afectará a otros jóvenes. La justicia tiene siempre dos vertientes, lo que es justo para la sociedad debe ser justo para el individuo. También hay que considera que el trato equitativo significa además justicia. Por lo mismo hay que tratar a todos por igual y quien no paga sus deudas no es solidario y tendrá que pagarla, no importando el plazo, pero debe hacerlo. Si los más pobres no son culpables de su condición (no son moralmente culpables de ella) merecen y es justo, equitativo y éticamente aceptable, que en compensación de su condición, reciban una educación de tanta calidad como la que reciben los más ricos. De otra manera no hay igualdad de oportunidades, no hay igualdad de partida, sino que hay y habrá una enorme brecha social, hereditaria y que ocasionará, en un efecto perverso, más gasto en salud y en seguridad social para el país, además que resta consumidores al sistema económico en que estamos inmersos, conocimiento este último que bastaría para hacer a los más ricos un poco más solidarios en compartir su riqueza, que de alguna manera, deben a su educación de calidad, generalmente obtenida en las universidades estatales a un costo menor de lo que les costó la educación media en los exclusivos colegios privados.
5.- HOMOGENEIZAR LA CALIDAD DE LA EDUCACIÓN SE PUEDE LOGRAR
Ocho son las condiciones a las que debe atender la educación para superar sus miserias actuales:
Competencia dentro de los colegios, de manera de hacer que los estudiantes asuman que su deber, su obligación es atender debidamente a las materias y experiencias que se dan en la escuela, porque ese esfuerzo es para ellos, que podrán capitalizar sus conocimientos para una mejor vida en el futuro. Se debe estimular la participación de los estudiantes en el aula y premiar la excelencia de los mejores alumnos, de manera que el cumplimiento de las obligaciones sea un valor y no un motivo de escarnio como ahora, en que los estudiantes más esforzados, con mejores calificaciones son motivo de burla y no de admiración. Desde el punto de vista de la moral social, el estudio es el trabajo que realiza el alumno y debe hacerlo bien, de otra manera también será un mal trabajador, sin autodisciplina, sin iniciativa; sin valores y sin instrumentos cognitivos adecuados.
La competencia interna en la escuela puede proyectarse hacia la competenciaentre establecimientos de la misma comuna y de ahí a la competitividad intercomunal. La idea es promover a la educación como uno de los bienes sociales más importantes del país.
Investigación y experimentación educacional, promoviendo el conocimiento y aplicación de nueva tecnología educacional, nuevos métodos y teorías en el aula y en la administración de la escuela se logra una comunidad escolar motivada que analiza una realidad que pueden reconocer y contrastar con sus experiencias diarias en el aula. La investigación cualitativa y cuantitativa debe ser parte de la vida de la escuela y no una actividad alejada, que se realiza en las universidades. Por lo demás, esa investigación debe ser operacional, para mejorar la vida diaria en la escuela. En el país se requiere hacer más investigación y entonces hay que promoverla como una actividad no solamente académica, sino como una actividad necesaria en la vida cotidiana de las escuelas. Para ello hay que preparar a los profesores y directivos; llamar a concurso nacional para investigar determinados aspectos de la vida escolar; promover la puesta en marcha y evaluación de nuevas técnicas y formas didácticas. Justamente, al hablar de evaluación hay que reconocer que muchas de las acciones que se llevan a cabo en la educación nacional quedan sin evaluación. Por ejemplo, no sabemos nada del impacto que puede haber causado el aporte –si es que lo tiene- de las becas Milenio; o si la prolongación de la jornada escolar ha traído algún beneficio en las calificaciones promedio de los estudiantes; o que resultado han tenido las becas para hijos de ejecutados políticos. Tampoco sabemos el beneficio posible de las aulas escolares adquiridas en España a comienzos de los años 90. En cualquier actividad del área privada, el cómo se han gastado recursos y qué beneficios ha traído es una acción esperada y obligada. En cambio, la inversión de bienes públicos no ha merecido la misma atención. Necesitamos saber si la inversión social en la educación pública está bien direccionada y bien administrada; hay que averiguar si hay gastos innecesarios, por ejemplo, investigar si la masa administrativa es adecuada, competente y eficaz. Me temo que el gasto en administrar la educación sea igual o superior al gasto verdaderamente empleado en el proceso educativo completo. Por ejemplo, si fuese el responsable del sistema total, quisiera saber si el volumen del gasto efectuado en mantener funcionando el Ministerio de Educación se justifica realmente o bien puede ser reducido sin alterar la calidad de la enseñanza. Quedan muchas áreas misteriosas en la educación nacional. Otro ejemplo: ¿Cómo se diseñan las políticas educacionales? ¿Es al capricho de los funcionarios o existe un plan maestro desconocido para el resto de los ciudadanos? ¿Hay una hermenéutica tan oculta que los expertos no llegamos a captarla en su esencia? Esto último deviene del simple hecho de leer la prensa diaria. A una autoridad se le ocurre que hay que mejorar la calidad de la enseñanza del inglés y se arma todo un aparato para iniciar actividades en ese sentido. O a la misma autoridad se le ocurre que es una gran idea enseñar el chino y a los pocos días hay un plan con cinco escuelas ofreciendo echar a andar un programa piloto. Sin embargo, antes de acceder a estos caprichos mediáticos habría que evaluar si en realidad lo que necesita el país es una investigación profunda de por qué el idioma patrio es tan mal aprendido por los estudiantes y buscar la manera de remediar. Esto porque si los estudiantes no saben redactar, no conocen las reglas de ortografía y si su vocabulario es limitado, se le está también restando potencia a su capital humano para hacerse de un trabajo remunerado e inmunizarse contra la cesantía.
Lo que llamo caprichos mediáticos es la búsqueda de publicidad a costa de crear pequeños problemas que no son tales, porque detrás no hay ninguna investigación seria y al parecer lo que se busca es simplemente tener suficiente espacio en la televisión y en la prensa.
Propiciar el establecer estrategias didácticas centradas en la exposición y en la indagación personal del mundo, para lograr aprendizajes que faciliten el uso adecuado de la lógica, que desarrollen el pensamiento crítico y el uso apropiado del idioma, tanto escrito como hablado, porque si pensamos mal, aprendemos mal y hablamos peor. Recordemos que las áreas más deficitarias de nuestra educación está en el uso del idioma y en el uso de las matemáticas, por eso no basta quedarnos en el diagnóstico del problema, sino que hay que investigar en sus causas directas y causas profundas. ¿Es consecuencia de la mala formación recibida por los maestros? ¿Son deficientes las didácticas empleadas? ¿Los contenidos de los programas están bien secuenciados? ¿Son pertinentes los planes de estudio? Las horas de clases asignadas a castellano, matemáticas, historia, ¿Son suficientes en cada grado escolar? ¿Están bien diseñados los textos escolares en uso en las escuelas? ¿Hay suficiente autonomía en las escuelas para adecuar sus programas de estudio y contenidos a la realidad local?
Participación activa de la familia en las decisiones de la administración escolar: Hay que democratizar la educación, pues ésta es responsabilidad de todos y la participación debe estar en el ámbito de los actores, así, no se puede esperar que los padres intervengan en la inversión o gastos de la escuela, pero pueden ser informados para que apoyen determinadas iniciativas, pues todo lo que se haga por mejorar a la escuela, su infraestructura y equipamiento, irá en beneficio de los estudiantes. Los estudiantes pueden consensuar las normas y medidas disciplinarias de la escuela para hacerlas suyas. Por ejemplo, se puede lograr tener un código de honor en lugar de un reglamento de disciplina. La idea que impulsa la participación de la familia es: ¿Quién mejor que los padres puede decidir si la educación que reciben los hijos es buena o mala?
Incentivos para docentes: El área privada ha demostrado fehacientemente que los incentivos son necesarios para lograr una conducta positiva y competitiva. El mejor incentivo en nuestra sociedad consumista es el dinero. La escuela debe estar sujeta a una escala justa de remuneraciones que considere los logros tales como el estudio, la eficiencia en la excelencia docente en la clase y la eficacia del maestro para establecer y lograr metas. Hay que recordar que las mejores escuelas lo son por la calidad y experiencia de sus profesores y las habilidades de los administradores. Un buen maestro necesita libertad para escoger los contenidos, las metodologías y las didácticas necesarias; necesita poder distribuir el tiempo que dedica a las materias y al grado de dificultad que tienen para sus estudiantes; debe decidir si opta por la homogeneización de la profundidad de los contenidos y si ésta se realiza pensando en los alumnos más brillantes o en los más lentos. ¿Cómo ser profesional si hay limitaciones a la autonomía? En realidad estamos ante una verticalidad del mando educacional que es impropio de una democracia. En una democracia en la enseñanza el profesor cuenta, y mucho.
Confiar más en la calificación e idoneidad de los docentes que en la Internet: La red no enseña valores y no entrega habilidades motoras; no reemplaza al maestro, pero puede ser una ayuda interesante si existe una moralidad en el empleo de la información que se utiliza y si los docentes están preparados para enseñar a los estudiantes a seleccionar información con espíritu crítico.
Insistir en los valores: La educación es un bien social y como tal, está en la obligación de ser una empresa moral en que toda la comunidad llamada escuela, que reproduce a la sociedad en que vive, debe reproducir lo mejor en cuanto a valores, tales como los que hemos discutido en este libro: la justicia, la igualdad, la equidad y la libertad. Una comunidad que se aleja de los valores o los desprecia, no tiene norte, ha perdido la brújula y su castigo será el aumento en la delincuencia, las drogas y la irresponsabilidad vital, lo que no puede permitirse ningún grupo humano. La autodisciplina, el trabajo escolar exigente, el acceso amplio a la educación, la buena preparación de los profesores es lo que caracteriza a la educación en los países en desarrollo. La libertad personal es buena siempre que vaya de la mano con la responsabilidad y esa es una condición moral que debe enseñarse, porque como dice Rawls, la solidaridad, la bondad no están en la naturaleza humana: hay que desarrollarlas con el ejemplo y la enseñanza. Si meditamos en que llegamos al inicio del siglo XX con la guerra de la coalición contra Irak, donde los atacantes son los países más cultos del mundo, los más civilizados, encontraremos que Hobbes y Rawls tienen la razón, lamentablemente. Para poder confiar en la humanidad del hombre, en su capacidad para el bien, hay que desarrollar una pedagogía centrada en los valores, esa es la tarea del siglo XXI.
Buscar la homogeneidad en la calidad y no la igualdad absoluta: Como argumentamos anteriormente, algo está equivocado cuando hablamos de equidad y de igualdad en educación. No es posible lograr ambas porque las diferencias entre el quintil más pobre y el quintil más rico son enormes y no hay una política compensatoria de la inequidad en Chile. Más vale centrarse en obtener lo posible, que es homogeneizar la educación de manera que el dominio de contenidos y el logro de habilidades de los estudiantes del sector público se hagan parecidos o iguales a los de la escuelas pagadas y las mediciones se hagan en el producto terminal, que es el egresado de la educación media, sin perjuicio, por supuesto, de las medidas que se hagan durante el proceso. No es lo mismo medir el efecto acumulado que hacerlo en parcialidades. Se supone que a medida que madura y se desarrolla el niño va acumulando su capital educacional que se traduce justamente en mejor dominio del lenguaje para expresarse, mejores habilidades para cuantificar el mundo y el logro de internalizar un sistema de valores compatible con la sociedad en que se encuentra.
Ocho son las condiciones a las que debe atender la educación para superar sus miserias actuales:
Competencia dentro de los colegios, de manera de hacer que los estudiantes asuman que su deber, su obligación es atender debidamente a las materias y experiencias que se dan en la escuela, porque ese esfuerzo es para ellos, que podrán capitalizar sus conocimientos para una mejor vida en el futuro. Se debe estimular la participación de los estudiantes en el aula y premiar la excelencia de los mejores alumnos, de manera que el cumplimiento de las obligaciones sea un valor y no un motivo de escarnio como ahora, en que los estudiantes más esforzados, con mejores calificaciones son motivo de burla y no de admiración. Desde el punto de vista de la moral social, el estudio es el trabajo que realiza el alumno y debe hacerlo bien, de otra manera también será un mal trabajador, sin autodisciplina, sin iniciativa; sin valores y sin instrumentos cognitivos adecuados.
La competencia interna en la escuela puede proyectarse hacia la competenciaentre establecimientos de la misma comuna y de ahí a la competitividad intercomunal. La idea es promover a la educación como uno de los bienes sociales más importantes del país.
Investigación y experimentación educacional, promoviendo el conocimiento y aplicación de nueva tecnología educacional, nuevos métodos y teorías en el aula y en la administración de la escuela se logra una comunidad escolar motivada que analiza una realidad que pueden reconocer y contrastar con sus experiencias diarias en el aula. La investigación cualitativa y cuantitativa debe ser parte de la vida de la escuela y no una actividad alejada, que se realiza en las universidades. Por lo demás, esa investigación debe ser operacional, para mejorar la vida diaria en la escuela. En el país se requiere hacer más investigación y entonces hay que promoverla como una actividad no solamente académica, sino como una actividad necesaria en la vida cotidiana de las escuelas. Para ello hay que preparar a los profesores y directivos; llamar a concurso nacional para investigar determinados aspectos de la vida escolar; promover la puesta en marcha y evaluación de nuevas técnicas y formas didácticas. Justamente, al hablar de evaluación hay que reconocer que muchas de las acciones que se llevan a cabo en la educación nacional quedan sin evaluación. Por ejemplo, no sabemos nada del impacto que puede haber causado el aporte –si es que lo tiene- de las becas Milenio; o si la prolongación de la jornada escolar ha traído algún beneficio en las calificaciones promedio de los estudiantes; o que resultado han tenido las becas para hijos de ejecutados políticos. Tampoco sabemos el beneficio posible de las aulas escolares adquiridas en España a comienzos de los años 90. En cualquier actividad del área privada, el cómo se han gastado recursos y qué beneficios ha traído es una acción esperada y obligada. En cambio, la inversión de bienes públicos no ha merecido la misma atención. Necesitamos saber si la inversión social en la educación pública está bien direccionada y bien administrada; hay que averiguar si hay gastos innecesarios, por ejemplo, investigar si la masa administrativa es adecuada, competente y eficaz. Me temo que el gasto en administrar la educación sea igual o superior al gasto verdaderamente empleado en el proceso educativo completo. Por ejemplo, si fuese el responsable del sistema total, quisiera saber si el volumen del gasto efectuado en mantener funcionando el Ministerio de Educación se justifica realmente o bien puede ser reducido sin alterar la calidad de la enseñanza. Quedan muchas áreas misteriosas en la educación nacional. Otro ejemplo: ¿Cómo se diseñan las políticas educacionales? ¿Es al capricho de los funcionarios o existe un plan maestro desconocido para el resto de los ciudadanos? ¿Hay una hermenéutica tan oculta que los expertos no llegamos a captarla en su esencia? Esto último deviene del simple hecho de leer la prensa diaria. A una autoridad se le ocurre que hay que mejorar la calidad de la enseñanza del inglés y se arma todo un aparato para iniciar actividades en ese sentido. O a la misma autoridad se le ocurre que es una gran idea enseñar el chino y a los pocos días hay un plan con cinco escuelas ofreciendo echar a andar un programa piloto. Sin embargo, antes de acceder a estos caprichos mediáticos habría que evaluar si en realidad lo que necesita el país es una investigación profunda de por qué el idioma patrio es tan mal aprendido por los estudiantes y buscar la manera de remediar. Esto porque si los estudiantes no saben redactar, no conocen las reglas de ortografía y si su vocabulario es limitado, se le está también restando potencia a su capital humano para hacerse de un trabajo remunerado e inmunizarse contra la cesantía.
Lo que llamo caprichos mediáticos es la búsqueda de publicidad a costa de crear pequeños problemas que no son tales, porque detrás no hay ninguna investigación seria y al parecer lo que se busca es simplemente tener suficiente espacio en la televisión y en la prensa.
Propiciar el establecer estrategias didácticas centradas en la exposición y en la indagación personal del mundo, para lograr aprendizajes que faciliten el uso adecuado de la lógica, que desarrollen el pensamiento crítico y el uso apropiado del idioma, tanto escrito como hablado, porque si pensamos mal, aprendemos mal y hablamos peor. Recordemos que las áreas más deficitarias de nuestra educación está en el uso del idioma y en el uso de las matemáticas, por eso no basta quedarnos en el diagnóstico del problema, sino que hay que investigar en sus causas directas y causas profundas. ¿Es consecuencia de la mala formación recibida por los maestros? ¿Son deficientes las didácticas empleadas? ¿Los contenidos de los programas están bien secuenciados? ¿Son pertinentes los planes de estudio? Las horas de clases asignadas a castellano, matemáticas, historia, ¿Son suficientes en cada grado escolar? ¿Están bien diseñados los textos escolares en uso en las escuelas? ¿Hay suficiente autonomía en las escuelas para adecuar sus programas de estudio y contenidos a la realidad local?
Participación activa de la familia en las decisiones de la administración escolar: Hay que democratizar la educación, pues ésta es responsabilidad de todos y la participación debe estar en el ámbito de los actores, así, no se puede esperar que los padres intervengan en la inversión o gastos de la escuela, pero pueden ser informados para que apoyen determinadas iniciativas, pues todo lo que se haga por mejorar a la escuela, su infraestructura y equipamiento, irá en beneficio de los estudiantes. Los estudiantes pueden consensuar las normas y medidas disciplinarias de la escuela para hacerlas suyas. Por ejemplo, se puede lograr tener un código de honor en lugar de un reglamento de disciplina. La idea que impulsa la participación de la familia es: ¿Quién mejor que los padres puede decidir si la educación que reciben los hijos es buena o mala?
Incentivos para docentes: El área privada ha demostrado fehacientemente que los incentivos son necesarios para lograr una conducta positiva y competitiva. El mejor incentivo en nuestra sociedad consumista es el dinero. La escuela debe estar sujeta a una escala justa de remuneraciones que considere los logros tales como el estudio, la eficiencia en la excelencia docente en la clase y la eficacia del maestro para establecer y lograr metas. Hay que recordar que las mejores escuelas lo son por la calidad y experiencia de sus profesores y las habilidades de los administradores. Un buen maestro necesita libertad para escoger los contenidos, las metodologías y las didácticas necesarias; necesita poder distribuir el tiempo que dedica a las materias y al grado de dificultad que tienen para sus estudiantes; debe decidir si opta por la homogeneización de la profundidad de los contenidos y si ésta se realiza pensando en los alumnos más brillantes o en los más lentos. ¿Cómo ser profesional si hay limitaciones a la autonomía? En realidad estamos ante una verticalidad del mando educacional que es impropio de una democracia. En una democracia en la enseñanza el profesor cuenta, y mucho.
Confiar más en la calificación e idoneidad de los docentes que en la Internet: La red no enseña valores y no entrega habilidades motoras; no reemplaza al maestro, pero puede ser una ayuda interesante si existe una moralidad en el empleo de la información que se utiliza y si los docentes están preparados para enseñar a los estudiantes a seleccionar información con espíritu crítico.
Insistir en los valores: La educación es un bien social y como tal, está en la obligación de ser una empresa moral en que toda la comunidad llamada escuela, que reproduce a la sociedad en que vive, debe reproducir lo mejor en cuanto a valores, tales como los que hemos discutido en este libro: la justicia, la igualdad, la equidad y la libertad. Una comunidad que se aleja de los valores o los desprecia, no tiene norte, ha perdido la brújula y su castigo será el aumento en la delincuencia, las drogas y la irresponsabilidad vital, lo que no puede permitirse ningún grupo humano. La autodisciplina, el trabajo escolar exigente, el acceso amplio a la educación, la buena preparación de los profesores es lo que caracteriza a la educación en los países en desarrollo. La libertad personal es buena siempre que vaya de la mano con la responsabilidad y esa es una condición moral que debe enseñarse, porque como dice Rawls, la solidaridad, la bondad no están en la naturaleza humana: hay que desarrollarlas con el ejemplo y la enseñanza. Si meditamos en que llegamos al inicio del siglo XX con la guerra de la coalición contra Irak, donde los atacantes son los países más cultos del mundo, los más civilizados, encontraremos que Hobbes y Rawls tienen la razón, lamentablemente. Para poder confiar en la humanidad del hombre, en su capacidad para el bien, hay que desarrollar una pedagogía centrada en los valores, esa es la tarea del siglo XXI.
Buscar la homogeneidad en la calidad y no la igualdad absoluta: Como argumentamos anteriormente, algo está equivocado cuando hablamos de equidad y de igualdad en educación. No es posible lograr ambas porque las diferencias entre el quintil más pobre y el quintil más rico son enormes y no hay una política compensatoria de la inequidad en Chile. Más vale centrarse en obtener lo posible, que es homogeneizar la educación de manera que el dominio de contenidos y el logro de habilidades de los estudiantes del sector público se hagan parecidos o iguales a los de la escuelas pagadas y las mediciones se hagan en el producto terminal, que es el egresado de la educación media, sin perjuicio, por supuesto, de las medidas que se hagan durante el proceso. No es lo mismo medir el efecto acumulado que hacerlo en parcialidades. Se supone que a medida que madura y se desarrolla el niño va acumulando su capital educacional que se traduce justamente en mejor dominio del lenguaje para expresarse, mejores habilidades para cuantificar el mundo y el logro de internalizar un sistema de valores compatible con la sociedad en que se encuentra.
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