Insensato significa tonto, fatuo, sin sentido, es decir, una tontería. Por lo mismo pensar en que la alta conducción de la educación de Chile pueda ser insensata es una idea inquietante, triste. En realidad la educación no es solamente una entidad concreta, sino también una abstracción que implica la dirección y el manejo de parte de alguien que se espera sea racional. Sin embargo, los últimos cuarenta años de la historia educacional de Chile han demostrado que quienes han dirigido y dirigen las políticas nacionales en la materia, han fracasado y la mala calidad de la educación ha sido fruto de muchas personas que no son ni profesionales ni pensadores destacados ni menos educadores reconocidos. Al contrario, pareciera que quienes han tenido en sus manos la educación han estado poco iluminados, seleccionados políticamente y por lo mismo han sido incapaces de una reflexión seria sobre el tema. Hemos ido de mal en peor pese a las numerosas reformas llevadas a cabo, todas ellas sin evaluación alguna. Por ejemplo, ¿En cuanto ha mejorado la educación nacional gracias a la jornada extendida? Parece que el efecto ha sido todo lo contrario, pues las pruebas internacionales aplicadas en el país señalan una baja sostenida.
Las carencias de la Educación pública en las cuatro décadas últimas son varias:
1.- Carencia de personal de alto nivel técnico. Los doctores en educación no han sido incluidos en la planta; en cambio, se ha repletado el Ministerio de Educación de operadores políticos, verdaderos comisarios al estilo de la vieja Rusia, dedicados a cumplir tareas proselitistas y a entorpecer el accionar de quienes verdaderamente saben de educación. Una pregunta que seguramente no querrán contestar en ese Ministerio es señalar cuántos doctores en educación prestan servicios efectivos u ocupan alguna alta jerarquía. Por lo demás, este año hemos pasado por la verguenza que una Ministra haya sido destituida mediante una acusación constitucional por la extrema negligencia en el cargo. Lo dijo el Senado, no yo.
Se da el caso curiooso que uno de los más aclamados expertos educacionales de los años ochenta y noventa confesó al Diario La Tercera que solamente tiene licencia de enseñanza media y que lo de Abogado PUC y Sociólogo por Oxford era un equívoco del cual son culpables los periodistas que le achacaban esos títulos y no él. Lo que nos da una pista acerca de lo mal que ha sido conducida nuestra pobre educación. Como señala un director de establecimiento de educación media privada, "estamos en esta materia en manos de necios" (necio=el que no sabe).
Para pertenecer a los más altos consejos educacionales que ha creado la burocracia, no se requiere ser ni doctor ni magíster. Ese requisito mínimo de ilustración y conocimientos no tiene significado alguno para quienes deberían pensar que las competencias, en cualquiera materia, no se consiguen sin estudio y dedicación. ¿Dejaría Ud. que un edificio fuese construido por un aficionado a la arquitectura? Por supuesto que no. Pero cuando tratamos de la educación del país, cualquier aficionado puede ocupar altas jerarquías y practicar el intrusismo profesional sin tener que explicar nada al país por sus fracasos y errores. Otro directivo educacional extranjero señalaba en un seminario que en América Latina cualquier igorante puede hablar de educación y encontrará público para sus consejos. Está claro que si las autoridades tuviesen un real respeto por la educación procurarían que ella fuese diseñada y conducida por expertos, evaluada permanentemente e informando a la nación de sus metas, logros y fracasos. Si la educación se mide por el gasto fiscal, es una tremenda inversión que hace nuestro país y los resultados no van de la mano de la calidad.
Por otra parte, la burocracia nombrada a dedo no tiene ninguna responsabilidad ante el país. Cuando hay un fracaso notorio, se les cambia de cargo o se les da una Embajada, como ocurrió cuando la funcionaria a cargo de asignar las becas para la educación superior las entregó a los ciudadanos más ricos, pues invirtió sin darse cuenta de ello la escala de prelación y ninguno de los funcionarios involucrados en ese absurdo se dio cuenta del error. Luego, se raspa en el fondo del barril del partido político para encontrar a quien esté dispuesto a pasar malos ratos en el cargo de autoridad. Como se demuestra, los encargados de la educación suelen ser polivalentes políticamente, sirven para cualquier tarea que se les asigne y sus errores son tapados con una presteza digna de mejor causa.
2.- La educación es considerada como una modesta empresa social: Esa misma burocracia no ha logrado entender –porque es incapaz de reflexión pedagógica- que la educación es la más alta empresa de un país, que es la única intervención social que permite movilidad e inmuniza contra la pobreza y la cesantía. De esta ignorancia se deriva el mal uso de los recursos, como los libros gratuitos que no se entregan a los niños y se guardan en bodegas porque nadie se interesa en cumplir con su deber o en las subvenciones sin respaldo que se investigan en la Contraloría y que espera el país que se denuncien las irregularidades a los tribunales de justicia . Y mientras ello ocurre, los altos empleados siguen con sus emocionantes tareas tales como recibir visitas extranjeras, almorzar largas horas y negarse a contestar a los ciudadanos que requieren cumplir con trámites o simplemente pedir o sugerir algo a la autoridad.
2.- Carencia de políticas educacionales de mediano y largo plazo: Hace falta un Libro Blanco de la Educación que explicite qué es lo que quiere el estado para la educación en todos sus niveles, qué personas queremos formar, qué nivel de calidad esperamos lograr y en cuanto plazo y quienes son los funcionarios responsables de esa tarea . Sin políticas claras y transparentes no mejoraremos la calidad de la educación, pues sin ellas no hay brújula pedagógica alguna.
3.- Incapacidad de los culpables para reconocer las falencias de la educación porque solamente desde ese punto de diálogo mínimo con la verdad se podrá comenzar a reconstruir la desencantada, pobre, triste y aburrida educación nacional. La mala calidad se puede revertir mediante medidas convenientemente aplicadas y siempre que haya una evaluación continua con medidas remediales también oportunas. Prácticamente ningún país desarrollado está totalmente conforme con la educación que reciben sus hijos, pero todos cuentan con Ministerios del ramo muy competentes, confiables, con una burocracia ilustrada reducida en número y sometida a escrutinio también permanente. Lo peor que nos pasa es conformarnos con el hecho que en la Región hay países que están peor que nosotros, como si sirviera de algo esa constatación.
4.- Pareciera que la autoridad educacional concibe que el hombre es un robot, que debe ser educado solamente en base a competencias, sin horizontes filosóficos ni valóricos, sin teorías pedagógicas visibles ni contrastables. La teoría pedagógica centrada en educar en competencias quita lo más humano de la educación, pues la reduce al simple logro técnico y convierte al ser humano en una máquina en que aprende, como en una caja de Skinner, mediante reflejos condicionados. Este neoconductismo que parecen amar nuestros burócratas educacionales, sirve para entrenar, pero no para educar en el sentido humanista y hermoso del término enseñar. El llamado currículo oculto es quizás lo más importante en la educación del ser humano. Como muchas modas pedagógicas, aquella basada en las competencias, posee una heurística poco clara y perversa, pues pretende solamente conseguir elementos prácticos y ni de cerca pretende, por ejemplo, estatuir un conocimiento basado en el pensamiento crítico. Quizás el objetivo último sea tener una masa ciudadana sin capacidad de pensar por sí mismos, sumisos al régimen político que detenta el poder y educados en un pensamiento mágico prelógico.
5.- Incapacidad de una propuesta seria de Ley de Educación: El proyecto en estudio, al ser analizado cuidadosamente, presenta una seria irracionalidad: los postulados que enuncia no tienen asidero en el articulado; si la leen bien se darán cuenta de ello. La nueva ley será una LOCE llevada al extremo, que pretende revivir y entronizar al viejo y caduco Estado Docente. Si el Estado ha demostrado que es un mal administrador, que es incapaz siquiera de llevar ordenadamente, con una contabilidad básica y con con seriedad el tema de las subvenciones escolares, entonces es insensato pretender convertirse en controladores de lo que funciona bien: la educación privada. Las autoridades deberían darse cuenta que lo que hay que mejorar es la calidad de la enseñanza que imparte el propio Estado. Allí es donde hay que controlar, ayudar y sostener; allí es donde hay que obtener una burocracia del más alto nivel, formada por expertos bien pagados y con una carrera seria y respetada por delante. Hay que reclutar a los mejores profesionales jóvenes para esta tarea, jubilar convenientemete a los más antiguos y sacar a los que no tienen calificaciones necesarias. ¿Por qué no llamar a concursos transparentes, apelables y donde solamente la competencia profesional y los valores éticos sean los necesarios para servir al Estado?
El rol gubernamental de agencia de empleo no es presentable; es un mal ejemplo para los jóvenes. Y se quejan porque esos jóvenes no quieren inscribirse en los registros electorales.
6.- La educación nacional, al volver a las andadas del Estado Docente todopoderoso, borra la libertad de enseñanza, destruye la creatividad y la flexibilidad que requiere el proceso educacional en un mundo globalizado; impide llevar adelante proyectos educativos propios e innovadores; crea una mayor burocracia y permite expresamente, por ejemplo, que quienes han sido culpables del desastre pasen a integrar sin más, a las nuevas estructuras burocráticas destinadas a controlar y controlar a la educación privada.
7.- El proyecto de Ley de Educación mantiene como estamentos estancos a los componentes de la educación superior; no hay ninguna comunicación entre los Centros de Formación Técnica, los Institutos Profesionales y las Universidades, condenando a los egresados a mantenerse dentro de su categoría ocupacional, pues el nivel superior no reconoce ni convalida los estudios anteriores. Volvemos a quitarle a la educación la movilidad social que se produce necesariamente cuando una persona puede acceder con facilidad al nivel superior de educación.
8.- Todo gobierno aspira a vencer la inequidad de la población. Es una hermosa bandera de lucha por los votos de los ciudadanos; justifica el hambre de poder. Pero nadie se ha dado cuenta que para los ciudadanos de mayores ingresos hay un premio extraordinario: esos padres pagan hasta más de mil dólares mensuales por la colegiatura en los colegios privados. Gracias a esa circunstancia sus hijos reciben una educación de primera calidad y por lo mismo obtienen altos puntajes en la PSU. Entonces, con esos buenos puntajes ingresan a las mejores universidades del país –las Estatales- donde se les cobra un máximo de cerca de quinientos dólares. O sea, todo el país les regala la mitad del costo de la educación. En cambio, el más pobre seguirá sin poder optar a una educación de calidad y si tiene suerte obtiene la ayuda del Estado mediante una beca. Señores burócratas, señores políticos, equidad significa compensación; no es sinónimo de igualdad. No se necesita una visión de alta política para entender ese concepto tan simple, pero si no lo entendemos, por una precaria moralidad social, entonces jamás solucionaremos este dilema entre justicia y equidad y tendremos más de lo mismo.
9.- La mala calidad de la entidades formadoras de maestros: Hemos llegado a un estado lamentable en cuanto a formación de maestros. Donde debían reclutarse a los más aptos, con verdadera vocación, dotados de preclara inteligencia y entregarles el amor del Estado por la preciosa tarea que realizarán, no hay políticas de formación de maestros por parte del Estado que sean aplicables, medibles y asegurables en el tiempo. Esta es una tarea de Estado, que debería ser vista con la misma seriedad con que los gobiernos toman a la Defensa Nacional que es igual para todos los ciudadanos, sin distinción de género, edad o clase social; observable, comparable y medible y dotada de los presupuestos necesarios para hacerla eficiente y eficaz. Ese modelo exitoso, que hace que las instituciones de la defensa marchen como un reloj bien regulado, es el que debe aplicarse a los jóvenes que deseen dedicarse a la educación y tengan los atributos intelectuales y morales adecuados. Educación gratuita para ellos, debería ser la meta del país, con sueldos adecuados a la función y con atribuciones para el desempeño de la profesión en el mejor de los climas humanos. De otra manera, ¿A qué calidad de enseñanza aspiramos?
10.- No hay un diálogo democrático sobre la educación: No basta con formar comisiones para buscar y lograr el consenso en esta materia. Por ejemplo, la Comisión Presidencial formada para sentar las bases de una nueva legislación luego de la Revolución Pinguina, hizo un informe bastante adecuado y con algunos puntos sobresalientes. Sin embargo, el nuevo proyecto NO tomó en consideración ese esfuerzo y en una conducta antidemocrática presenta un proyecto deficiente, incompleto y contradictorio entre los principios que supuestamente lo guían y el articulado. Es como si el viejo copiar y pegar estuviese funcionando en las alturas burocráticas. Si no lo creeen, tómense el tiempo, queridos lectores, de leer con cuidado ese engendro.
Finalmente, lo que tiene claro cualquier ciudadano medianamente informado, es que lo que anda realmente mal no es la educación privada, sino la educación que entrega el propio Estado. Entonces hagamos que el proyecto de ley en discusión se dirija a lo que se debe hacer: supervisar, apoyar y modernizar a ese tipo de educación y dejemos a la privada en condiciones de libertad necesaria para seguir dando buena educación. Volvamos a tener una educación de la cual sentirnos orgullosos, que sea igualadora, sensata, equitativa, de calidad y gratuita.
miércoles, 3 de junio de 2009
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2 comentarios:
Excelente...!!!
Excelente...!!!
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