Insensato significa tonto, fatuo, sin sentido, es decir, una tontería. Por lo mismo pensar en que la alta conducción de la educación de Chile pueda ser insensata es una idea inquietante, triste. En realidad la educación no es solamente una entidad concreta, sino también una abstracción que implica la dirección y el manejo de parte de alguien que se espera sea racional. Sin embargo, los últimos cuarenta años de la historia educacional de Chile han demostrado que quienes han dirigido y dirigen las políticas nacionales en la materia, han fracasado y la mala calidad de la educación ha sido fruto de muchas personas que no son ni profesionales ni pensadores destacados ni menos educadores reconocidos. Al contrario, pareciera que quienes han tenido en sus manos la educación han estado poco iluminados, seleccionados políticamente y por lo mismo han sido incapaces de una reflexión seria sobre el tema. Hemos ido de mal en peor pese a las numerosas reformas llevadas a cabo, todas ellas sin evaluación alguna. Por ejemplo, ¿En cuanto ha mejorado la educación nacional gracias a la jornada extendida? Parece que el efecto ha sido todo lo contrario, pues las pruebas internacionales aplicadas en el país señalan una baja sostenida.
Las carencias de la Educación pública en las cuatro décadas últimas son varias:
1.- Carencia de personal de alto nivel técnico. Los doctores en educación no han sido incluidos en la planta; en cambio, se ha repletado el Ministerio de Educación de operadores políticos, verdaderos comisarios al estilo de la vieja Rusia, dedicados a cumplir tareas proselitistas y a entorpecer el accionar de quienes verdaderamente saben de educación. Una pregunta que seguramente no querrán contestar en ese Ministerio es señalar cuántos doctores en educación prestan servicios efectivos u ocupan alguna alta jerarquía. Por lo demás, este año hemos pasado por la verguenza que una Ministra haya sido destituida mediante una acusación constitucional por la extrema negligencia en el cargo. Lo dijo el Senado, no yo.
Se da el caso curiooso que uno de los más aclamados expertos educacionales de los años ochenta y noventa confesó al Diario La Tercera que solamente tiene licencia de enseñanza media y que lo de Abogado PUC y Sociólogo por Oxford era un equívoco del cual son culpables los periodistas que le achacaban esos títulos y no él. Lo que nos da una pista acerca de lo mal que ha sido conducida nuestra pobre educación. Como señala un director de establecimiento de educación media privada, "estamos en esta materia en manos de necios" (necio=el que no sabe).
Para pertenecer a los más altos consejos educacionales que ha creado la burocracia, no se requiere ser ni doctor ni magíster. Ese requisito mínimo de ilustración y conocimientos no tiene significado alguno para quienes deberían pensar que las competencias, en cualquiera materia, no se consiguen sin estudio y dedicación. ¿Dejaría Ud. que un edificio fuese construido por un aficionado a la arquitectura? Por supuesto que no. Pero cuando tratamos de la educación del país, cualquier aficionado puede ocupar altas jerarquías y practicar el intrusismo profesional sin tener que explicar nada al país por sus fracasos y errores. Otro directivo educacional extranjero señalaba en un seminario que en América Latina cualquier igorante puede hablar de educación y encontrará público para sus consejos. Está claro que si las autoridades tuviesen un real respeto por la educación procurarían que ella fuese diseñada y conducida por expertos, evaluada permanentemente e informando a la nación de sus metas, logros y fracasos. Si la educación se mide por el gasto fiscal, es una tremenda inversión que hace nuestro país y los resultados no van de la mano de la calidad.
Por otra parte, la burocracia nombrada a dedo no tiene ninguna responsabilidad ante el país. Cuando hay un fracaso notorio, se les cambia de cargo o se les da una Embajada, como ocurrió cuando la funcionaria a cargo de asignar las becas para la educación superior las entregó a los ciudadanos más ricos, pues invirtió sin darse cuenta de ello la escala de prelación y ninguno de los funcionarios involucrados en ese absurdo se dio cuenta del error. Luego, se raspa en el fondo del barril del partido político para encontrar a quien esté dispuesto a pasar malos ratos en el cargo de autoridad. Como se demuestra, los encargados de la educación suelen ser polivalentes políticamente, sirven para cualquier tarea que se les asigne y sus errores son tapados con una presteza digna de mejor causa.
2.- La educación es considerada como una modesta empresa social: Esa misma burocracia no ha logrado entender –porque es incapaz de reflexión pedagógica- que la educación es la más alta empresa de un país, que es la única intervención social que permite movilidad e inmuniza contra la pobreza y la cesantía. De esta ignorancia se deriva el mal uso de los recursos, como los libros gratuitos que no se entregan a los niños y se guardan en bodegas porque nadie se interesa en cumplir con su deber o en las subvenciones sin respaldo que se investigan en la Contraloría y que espera el país que se denuncien las irregularidades a los tribunales de justicia . Y mientras ello ocurre, los altos empleados siguen con sus emocionantes tareas tales como recibir visitas extranjeras, almorzar largas horas y negarse a contestar a los ciudadanos que requieren cumplir con trámites o simplemente pedir o sugerir algo a la autoridad.
2.- Carencia de políticas educacionales de mediano y largo plazo: Hace falta un Libro Blanco de la Educación que explicite qué es lo que quiere el estado para la educación en todos sus niveles, qué personas queremos formar, qué nivel de calidad esperamos lograr y en cuanto plazo y quienes son los funcionarios responsables de esa tarea . Sin políticas claras y transparentes no mejoraremos la calidad de la educación, pues sin ellas no hay brújula pedagógica alguna.
3.- Incapacidad de los culpables para reconocer las falencias de la educación porque solamente desde ese punto de diálogo mínimo con la verdad se podrá comenzar a reconstruir la desencantada, pobre, triste y aburrida educación nacional. La mala calidad se puede revertir mediante medidas convenientemente aplicadas y siempre que haya una evaluación continua con medidas remediales también oportunas. Prácticamente ningún país desarrollado está totalmente conforme con la educación que reciben sus hijos, pero todos cuentan con Ministerios del ramo muy competentes, confiables, con una burocracia ilustrada reducida en número y sometida a escrutinio también permanente. Lo peor que nos pasa es conformarnos con el hecho que en la Región hay países que están peor que nosotros, como si sirviera de algo esa constatación.
4.- Pareciera que la autoridad educacional concibe que el hombre es un robot, que debe ser educado solamente en base a competencias, sin horizontes filosóficos ni valóricos, sin teorías pedagógicas visibles ni contrastables. La teoría pedagógica centrada en educar en competencias quita lo más humano de la educación, pues la reduce al simple logro técnico y convierte al ser humano en una máquina en que aprende, como en una caja de Skinner, mediante reflejos condicionados. Este neoconductismo que parecen amar nuestros burócratas educacionales, sirve para entrenar, pero no para educar en el sentido humanista y hermoso del término enseñar. El llamado currículo oculto es quizás lo más importante en la educación del ser humano. Como muchas modas pedagógicas, aquella basada en las competencias, posee una heurística poco clara y perversa, pues pretende solamente conseguir elementos prácticos y ni de cerca pretende, por ejemplo, estatuir un conocimiento basado en el pensamiento crítico. Quizás el objetivo último sea tener una masa ciudadana sin capacidad de pensar por sí mismos, sumisos al régimen político que detenta el poder y educados en un pensamiento mágico prelógico.
5.- Incapacidad de una propuesta seria de Ley de Educación: El proyecto en estudio, al ser analizado cuidadosamente, presenta una seria irracionalidad: los postulados que enuncia no tienen asidero en el articulado; si la leen bien se darán cuenta de ello. La nueva ley será una LOCE llevada al extremo, que pretende revivir y entronizar al viejo y caduco Estado Docente. Si el Estado ha demostrado que es un mal administrador, que es incapaz siquiera de llevar ordenadamente, con una contabilidad básica y con con seriedad el tema de las subvenciones escolares, entonces es insensato pretender convertirse en controladores de lo que funciona bien: la educación privada. Las autoridades deberían darse cuenta que lo que hay que mejorar es la calidad de la enseñanza que imparte el propio Estado. Allí es donde hay que controlar, ayudar y sostener; allí es donde hay que obtener una burocracia del más alto nivel, formada por expertos bien pagados y con una carrera seria y respetada por delante. Hay que reclutar a los mejores profesionales jóvenes para esta tarea, jubilar convenientemete a los más antiguos y sacar a los que no tienen calificaciones necesarias. ¿Por qué no llamar a concursos transparentes, apelables y donde solamente la competencia profesional y los valores éticos sean los necesarios para servir al Estado?
El rol gubernamental de agencia de empleo no es presentable; es un mal ejemplo para los jóvenes. Y se quejan porque esos jóvenes no quieren inscribirse en los registros electorales.
6.- La educación nacional, al volver a las andadas del Estado Docente todopoderoso, borra la libertad de enseñanza, destruye la creatividad y la flexibilidad que requiere el proceso educacional en un mundo globalizado; impide llevar adelante proyectos educativos propios e innovadores; crea una mayor burocracia y permite expresamente, por ejemplo, que quienes han sido culpables del desastre pasen a integrar sin más, a las nuevas estructuras burocráticas destinadas a controlar y controlar a la educación privada.
7.- El proyecto de Ley de Educación mantiene como estamentos estancos a los componentes de la educación superior; no hay ninguna comunicación entre los Centros de Formación Técnica, los Institutos Profesionales y las Universidades, condenando a los egresados a mantenerse dentro de su categoría ocupacional, pues el nivel superior no reconoce ni convalida los estudios anteriores. Volvemos a quitarle a la educación la movilidad social que se produce necesariamente cuando una persona puede acceder con facilidad al nivel superior de educación.
8.- Todo gobierno aspira a vencer la inequidad de la población. Es una hermosa bandera de lucha por los votos de los ciudadanos; justifica el hambre de poder. Pero nadie se ha dado cuenta que para los ciudadanos de mayores ingresos hay un premio extraordinario: esos padres pagan hasta más de mil dólares mensuales por la colegiatura en los colegios privados. Gracias a esa circunstancia sus hijos reciben una educación de primera calidad y por lo mismo obtienen altos puntajes en la PSU. Entonces, con esos buenos puntajes ingresan a las mejores universidades del país –las Estatales- donde se les cobra un máximo de cerca de quinientos dólares. O sea, todo el país les regala la mitad del costo de la educación. En cambio, el más pobre seguirá sin poder optar a una educación de calidad y si tiene suerte obtiene la ayuda del Estado mediante una beca. Señores burócratas, señores políticos, equidad significa compensación; no es sinónimo de igualdad. No se necesita una visión de alta política para entender ese concepto tan simple, pero si no lo entendemos, por una precaria moralidad social, entonces jamás solucionaremos este dilema entre justicia y equidad y tendremos más de lo mismo.
9.- La mala calidad de la entidades formadoras de maestros: Hemos llegado a un estado lamentable en cuanto a formación de maestros. Donde debían reclutarse a los más aptos, con verdadera vocación, dotados de preclara inteligencia y entregarles el amor del Estado por la preciosa tarea que realizarán, no hay políticas de formación de maestros por parte del Estado que sean aplicables, medibles y asegurables en el tiempo. Esta es una tarea de Estado, que debería ser vista con la misma seriedad con que los gobiernos toman a la Defensa Nacional que es igual para todos los ciudadanos, sin distinción de género, edad o clase social; observable, comparable y medible y dotada de los presupuestos necesarios para hacerla eficiente y eficaz. Ese modelo exitoso, que hace que las instituciones de la defensa marchen como un reloj bien regulado, es el que debe aplicarse a los jóvenes que deseen dedicarse a la educación y tengan los atributos intelectuales y morales adecuados. Educación gratuita para ellos, debería ser la meta del país, con sueldos adecuados a la función y con atribuciones para el desempeño de la profesión en el mejor de los climas humanos. De otra manera, ¿A qué calidad de enseñanza aspiramos?
10.- No hay un diálogo democrático sobre la educación: No basta con formar comisiones para buscar y lograr el consenso en esta materia. Por ejemplo, la Comisión Presidencial formada para sentar las bases de una nueva legislación luego de la Revolución Pinguina, hizo un informe bastante adecuado y con algunos puntos sobresalientes. Sin embargo, el nuevo proyecto NO tomó en consideración ese esfuerzo y en una conducta antidemocrática presenta un proyecto deficiente, incompleto y contradictorio entre los principios que supuestamente lo guían y el articulado. Es como si el viejo copiar y pegar estuviese funcionando en las alturas burocráticas. Si no lo creeen, tómense el tiempo, queridos lectores, de leer con cuidado ese engendro.
Finalmente, lo que tiene claro cualquier ciudadano medianamente informado, es que lo que anda realmente mal no es la educación privada, sino la educación que entrega el propio Estado. Entonces hagamos que el proyecto de ley en discusión se dirija a lo que se debe hacer: supervisar, apoyar y modernizar a ese tipo de educación y dejemos a la privada en condiciones de libertad necesaria para seguir dando buena educación. Volvamos a tener una educación de la cual sentirnos orgullosos, que sea igualadora, sensata, equitativa, de calidad y gratuita.
miércoles, 3 de junio de 2009
EDUCACION DIGNIDAD HUMANA Y POLITICA
Nada es más fácil, en un periodo eleccionario, para los políticos decir que durante su mandato se preocuparán diligentemente de la educación, que la mejorarán y pagarán dignamente a los profesores. Todas esas son y serán mentiras, porque apenas entronizados en sus bien pagados cargos de presidente, senador, diputado o modesto alcalde, se habrán olvidado de sus promesas.
Existe un término apropiado para esta costumbre: falta de voluntad política. Es una carencia moral importante, porque el no hacer nada es una traición a los electores y al futuro de los niños del país. El mundo desarrollado comprendió muy pronto y hace siglos, que la buena educación significa que verdaderamente el niño puede desarrollar sus potencialidades, pues la estimulación intelectual y de la voluntad es lo que los hará libres, los inmunizará contra la cesantía y la pobreza y les proporcionará el ascenso socioeconómico al que tienen derecho. Cuando no se hace así, se burla nada menos que a la Constitución que nos rige, que declara la importancia de la educación para el bien del país.
Algunos políticos hablan constantemente de dignidad humana, de derechos humanos, de la importancia de la educación, pero no es frecuente encontrar a uno solo de ellos que sea consecuente con sus dichos. Mienten porque no tienen idea alguna de lo que están hablando, porque la pobre ideología política que sostienen está diseñada para favorecer a grupos determinados, porque carecen de filosofía del poder, porque el engaño y el aprovecharse de los electores es su triste negocio; porque los maestros han sido dejados solos con la enorme obligación de enseñar a los niños de Chile. El gran negocio en Chile sería poder escoger bien a los que gobiernan
La falta de voluntad política para hacer cambios efectivos en la educación es parte del maltrato de los derechos humanos, que pretenden hacer de la dignidad humana el más alto valor ético en nuestra especie.
Veamos si no es verdad lo que diré a continuación, veamos si hay un solo argumento para decir que nos equivocamos los que estamos indignados con la situación de la educación en Chile. Revisemos algunos argumentos, aplicados a hechos más o menos recientes ocurrido en el país:
Primer argumento: La burocracia estatal en educación está mal elegida, porque no hay ningún concurso, ninguna selección para llegar a ocupar un alto cargo en este sector. Pululan los intrusos profesionales, que sin estar habilitados para el quehacer propio de este ministerio público, suelen exhibir otros títulos no atingentes a un experto en educación. Los verdaderos educadores, aquellos con experticia, están ajenos a los estropicios que a la educación han hecho los intrusos, bien pagados y con licencia para introducir cualquier reforma, cualquier idea insensata sobre lo que se debe hacer. ¿Por qué la educación no funciona y ocupamos uno de los lugares más bajos del mundo en comprensión lectora, en lenguaje y en matemáticas?
Veamos un ejemplo: la actual embajadora en Francia es la misma funcionaria del Ministerio de Educación que hace algunos pocos años atrás, estando a cargo de las becas de la educación superior para los estudiantes más pobres del país, llevada por su desconocimiento de las estadísticas y de los procedimientos del método científico, invirtió la escala, dando las becas a los más ricos y dejando a los pobres fuera del beneficio. El gobierno, en lugar de sancionarla, duplicó los recursos para acoger a los que habían sido dejados de lado y para consolar la ineficiencia y premiar a la insensatez, le dio el nombramiento diplomático, seguramente en premio a la persona menos apropiada. En un gobierno verdaderamente democrático tal cosa no habría sucedido. Los políticos tienen el cuero duro, dicen. Esa funcionaria es la misma que cuando le hice ver esos y otros problemas de la educación nacional, me señaló por escrito que este doctor en filosofía y ciencias de la educación era “un enemigo del Estado, de las políticas del Estado y de mis pares” Ese edocumento, pobremente escrito, sin ninguna argumentación y lleno de odio al que piensa distinto lo tengo enmarcado en mi oficina y lo muestro con orgullo a los visitantes. Es un honor ser denostado por los que no tienen conocimientos ni honra. Por lo menos, nadie me muestra con el dedo en la calle, a ella sí.
El Ministerio de Educación designa a sus asesores y altos directivos atendiendo a los principios políticos del nepotismo y de las cuotas de poder que corresponden a cada partido político que gobierna. Esta situación ha provocado que algunos políticos dignos y respetables (hay varios, no lo dude) han rechazado estas prácticas y han señalado la voluntad de cambiar los procedimientos actuales, de manera que se vaya creando una meritocracia funcionaria que vuelva a traer la sensatez, la dedicación y la ilustración en una de las funciones más hermosas del Estado: la educación.
Segundo argumento: Lamentablemente, en Chile las leyes se negocian de acuerdo a los intereses de quienes gobiernan y de los partidos políticos, no de acuerdo a lo que quiere o necesita el pueblo. Veamos un ejemplo: Los escurridizos legisladores que aprobaron la nueva ley orgánica de educación, no se dieron cuenta que los principios que la justifican, escritos en el proyecto, no concuerdan con el articulado. Es un absurdo lógico, pero se entiende cuando nos damos cuenta que la introducción fue escrita por un grupo de expertos y el articulado por otro grupo, al parecer sin tomar en cuenta el triste hecho de las contradicciones. O sea que no saben comprender lo que leen. Padecen de dislexia política. Pero, la educación tan pobre del país, ¿tiene alguna lógica? Parece que no y seguiremos ahora con un cuerpo legal tan malo como el anterior. Hasta ahora, la mejor ley que tiene el país, irreprochable en su contenido, en su coherencia y sin faltas semánticas, es la que rige los principios de la administración pública. Es que fue copiada textualmente de la correspondiente española.
Tercer argumento: No hay sanción moral ni administrativa para los que cometen faltas en el ejercicio de la función burocrática en educación.
Después de largos meses desde que se descubrieron los llamados elegantemente “errores en la administración” de las asignaciones educacionales para los colegios, aún no hay culpables, ni sanciones ni nada. El tiempo dicen los filósofos para andar por casa, todo lo borra y todo se olvida. Menos el no pagar impuestos.
Veamos una experiencia personal con la burocracia de la educación superior:
Hace más de un año, al solicitar el cambio de un Reglamento Académico, fui absolutamente ignorado por el MINEDUC, de tal manera que se venció el plazo que da a la autoridad la magnífica (no es broma) ley de principios de la administración pública. Para lograr lo solicitado, como frotando una lámpara maravillosa, hay que pedir un certificado a la autoridad correspondiente que diga que se venció el plazo y el ágil burócrata de turno debe informar en el plazo fatal de 24 horas a su superior inmediato, señalando su falta y éste, prontamente, y sin demora alguna debe acceder a lo pedido, ya sea dando por aprobado el asunto o si cabe, extendiendo el Decreto correspondiente. Por supuesto que el funcionario afectado pensó que ni loco que estuviese para auto-acusarse ante el burócrata de alto rango, quien cómodo y bien pagado hacía una penosa digestión de buena comida en su recientemente remodelada oficina privada y no merecía, en virtud del mérito burocrático, ser molestado en tan grata tarea. Así las cosas, pese a mis indignadosoficios, nada contestaron ni él, ni el superior ni la Sra. Ministra del ramo, poco dispuestos todos a cumplir con un deber tan molesto. Ni siquiera se dieron el trabajo de responder por teléfono. Una adorable secretaria me dio excusas inimaginables: “que fulanito está almorzando" (a las cinco de la tarde), "que fulano está ocupado toda la semana con una delegación extranjera de alto rango que viene a aprender cómo hacer buena educación en sus pobres países"; que "los ministros no atienden cosas pequeñas", que "al funcionario tal lo están por echar y está tan molesto que dice que me atienda el nuevo empleado"; que "la jefa con quien quiere hablar está hablando con la Ministra (y escucho que dice: "dile que estoy ocupada") Así pasó el tiempo y estoy esperando que Contraloría de la República haga una investigación administrativa (van solamente siete meses sin que esa entidad responda a mi petición) lo que no me preocupa porque según la magnífica ley de administración también se le pasó el plazo y no tiene nada más que acceder a lo pedido. Todo esto me hace recordar un cuento de Mark Twain sobre la burocracia del siglo XIX en los Estados Unidos.
¿CÓMO PODEMOS TENER EDUCACION DE CALIDAD SI NADIE HACE BIEN SU TRABAJO EN ESTE PAIS? ¿EN QUE ESCRITORIO HAN GUARDADO LA DIGNIDAD HUMANA?
Existe un término apropiado para esta costumbre: falta de voluntad política. Es una carencia moral importante, porque el no hacer nada es una traición a los electores y al futuro de los niños del país. El mundo desarrollado comprendió muy pronto y hace siglos, que la buena educación significa que verdaderamente el niño puede desarrollar sus potencialidades, pues la estimulación intelectual y de la voluntad es lo que los hará libres, los inmunizará contra la cesantía y la pobreza y les proporcionará el ascenso socioeconómico al que tienen derecho. Cuando no se hace así, se burla nada menos que a la Constitución que nos rige, que declara la importancia de la educación para el bien del país.
Algunos políticos hablan constantemente de dignidad humana, de derechos humanos, de la importancia de la educación, pero no es frecuente encontrar a uno solo de ellos que sea consecuente con sus dichos. Mienten porque no tienen idea alguna de lo que están hablando, porque la pobre ideología política que sostienen está diseñada para favorecer a grupos determinados, porque carecen de filosofía del poder, porque el engaño y el aprovecharse de los electores es su triste negocio; porque los maestros han sido dejados solos con la enorme obligación de enseñar a los niños de Chile. El gran negocio en Chile sería poder escoger bien a los que gobiernan
La falta de voluntad política para hacer cambios efectivos en la educación es parte del maltrato de los derechos humanos, que pretenden hacer de la dignidad humana el más alto valor ético en nuestra especie.
Veamos si no es verdad lo que diré a continuación, veamos si hay un solo argumento para decir que nos equivocamos los que estamos indignados con la situación de la educación en Chile. Revisemos algunos argumentos, aplicados a hechos más o menos recientes ocurrido en el país:
Primer argumento: La burocracia estatal en educación está mal elegida, porque no hay ningún concurso, ninguna selección para llegar a ocupar un alto cargo en este sector. Pululan los intrusos profesionales, que sin estar habilitados para el quehacer propio de este ministerio público, suelen exhibir otros títulos no atingentes a un experto en educación. Los verdaderos educadores, aquellos con experticia, están ajenos a los estropicios que a la educación han hecho los intrusos, bien pagados y con licencia para introducir cualquier reforma, cualquier idea insensata sobre lo que se debe hacer. ¿Por qué la educación no funciona y ocupamos uno de los lugares más bajos del mundo en comprensión lectora, en lenguaje y en matemáticas?
Veamos un ejemplo: la actual embajadora en Francia es la misma funcionaria del Ministerio de Educación que hace algunos pocos años atrás, estando a cargo de las becas de la educación superior para los estudiantes más pobres del país, llevada por su desconocimiento de las estadísticas y de los procedimientos del método científico, invirtió la escala, dando las becas a los más ricos y dejando a los pobres fuera del beneficio. El gobierno, en lugar de sancionarla, duplicó los recursos para acoger a los que habían sido dejados de lado y para consolar la ineficiencia y premiar a la insensatez, le dio el nombramiento diplomático, seguramente en premio a la persona menos apropiada. En un gobierno verdaderamente democrático tal cosa no habría sucedido. Los políticos tienen el cuero duro, dicen. Esa funcionaria es la misma que cuando le hice ver esos y otros problemas de la educación nacional, me señaló por escrito que este doctor en filosofía y ciencias de la educación era “un enemigo del Estado, de las políticas del Estado y de mis pares” Ese edocumento, pobremente escrito, sin ninguna argumentación y lleno de odio al que piensa distinto lo tengo enmarcado en mi oficina y lo muestro con orgullo a los visitantes. Es un honor ser denostado por los que no tienen conocimientos ni honra. Por lo menos, nadie me muestra con el dedo en la calle, a ella sí.
El Ministerio de Educación designa a sus asesores y altos directivos atendiendo a los principios políticos del nepotismo y de las cuotas de poder que corresponden a cada partido político que gobierna. Esta situación ha provocado que algunos políticos dignos y respetables (hay varios, no lo dude) han rechazado estas prácticas y han señalado la voluntad de cambiar los procedimientos actuales, de manera que se vaya creando una meritocracia funcionaria que vuelva a traer la sensatez, la dedicación y la ilustración en una de las funciones más hermosas del Estado: la educación.
Segundo argumento: Lamentablemente, en Chile las leyes se negocian de acuerdo a los intereses de quienes gobiernan y de los partidos políticos, no de acuerdo a lo que quiere o necesita el pueblo. Veamos un ejemplo: Los escurridizos legisladores que aprobaron la nueva ley orgánica de educación, no se dieron cuenta que los principios que la justifican, escritos en el proyecto, no concuerdan con el articulado. Es un absurdo lógico, pero se entiende cuando nos damos cuenta que la introducción fue escrita por un grupo de expertos y el articulado por otro grupo, al parecer sin tomar en cuenta el triste hecho de las contradicciones. O sea que no saben comprender lo que leen. Padecen de dislexia política. Pero, la educación tan pobre del país, ¿tiene alguna lógica? Parece que no y seguiremos ahora con un cuerpo legal tan malo como el anterior. Hasta ahora, la mejor ley que tiene el país, irreprochable en su contenido, en su coherencia y sin faltas semánticas, es la que rige los principios de la administración pública. Es que fue copiada textualmente de la correspondiente española.
Tercer argumento: No hay sanción moral ni administrativa para los que cometen faltas en el ejercicio de la función burocrática en educación.
Después de largos meses desde que se descubrieron los llamados elegantemente “errores en la administración” de las asignaciones educacionales para los colegios, aún no hay culpables, ni sanciones ni nada. El tiempo dicen los filósofos para andar por casa, todo lo borra y todo se olvida. Menos el no pagar impuestos.
Veamos una experiencia personal con la burocracia de la educación superior:
Hace más de un año, al solicitar el cambio de un Reglamento Académico, fui absolutamente ignorado por el MINEDUC, de tal manera que se venció el plazo que da a la autoridad la magnífica (no es broma) ley de principios de la administración pública. Para lograr lo solicitado, como frotando una lámpara maravillosa, hay que pedir un certificado a la autoridad correspondiente que diga que se venció el plazo y el ágil burócrata de turno debe informar en el plazo fatal de 24 horas a su superior inmediato, señalando su falta y éste, prontamente, y sin demora alguna debe acceder a lo pedido, ya sea dando por aprobado el asunto o si cabe, extendiendo el Decreto correspondiente. Por supuesto que el funcionario afectado pensó que ni loco que estuviese para auto-acusarse ante el burócrata de alto rango, quien cómodo y bien pagado hacía una penosa digestión de buena comida en su recientemente remodelada oficina privada y no merecía, en virtud del mérito burocrático, ser molestado en tan grata tarea. Así las cosas, pese a mis indignadosoficios, nada contestaron ni él, ni el superior ni la Sra. Ministra del ramo, poco dispuestos todos a cumplir con un deber tan molesto. Ni siquiera se dieron el trabajo de responder por teléfono. Una adorable secretaria me dio excusas inimaginables: “que fulanito está almorzando" (a las cinco de la tarde), "que fulano está ocupado toda la semana con una delegación extranjera de alto rango que viene a aprender cómo hacer buena educación en sus pobres países"; que "los ministros no atienden cosas pequeñas", que "al funcionario tal lo están por echar y está tan molesto que dice que me atienda el nuevo empleado"; que "la jefa con quien quiere hablar está hablando con la Ministra (y escucho que dice: "dile que estoy ocupada") Así pasó el tiempo y estoy esperando que Contraloría de la República haga una investigación administrativa (van solamente siete meses sin que esa entidad responda a mi petición) lo que no me preocupa porque según la magnífica ley de administración también se le pasó el plazo y no tiene nada más que acceder a lo pedido. Todo esto me hace recordar un cuento de Mark Twain sobre la burocracia del siglo XIX en los Estados Unidos.
¿CÓMO PODEMOS TENER EDUCACION DE CALIDAD SI NADIE HACE BIEN SU TRABAJO EN ESTE PAIS? ¿EN QUE ESCRITORIO HAN GUARDADO LA DIGNIDAD HUMANA?
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